La mentira destruye la decencia y da rienda suelta a la hipocresía.
La mentira genera sufrimiento, desconfianza, y la ruptura de relaciones humanas.
La mentira, como antitética con la verdad, es el germen de todo tipo de corrupción.
¡Qué tristeza constatar que hay gente que vive en un mar de mentiras!
Gente que si se despoja de ellas no son nada, y con esas mentiras a cuestas, sólo pueden usar por un tiempo una tramposa máscara.
La mentira hay que combatirla siempre, en todo lugar, bajo toda circunstancia, en todo momento. La mentira es esencialmente destructora, y por tanto, antihumana.
La mentira es repugnante y repudiable.
Así pienso.
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