Tuesday, October 16, 2012

Los dramas laborales

Fue un día, cuando volvimos a casa de nuestros padres, --aún éramos solteros/as seguramente-- y muy contentos proclamamos: ¡conseguí empleo!

A partir de ese momento, estamos sin darnos cuenta, cediendo espacio a que otros conduzcan nuestra existencia, marquen nuestras horas, determinen nuestro cansancio, usen nuestras energías y nuestro talento.

El empleo nos regula nuestro levantar y nuestro acostarnos. Los fines de semana que podremos o no tener libres según que tengamos un sistema fijo o rotatorio, donde el descanso puede caernos entre semana. También el empleo podrá llegar a determinar hasta donde vivamos. La empresa nos quiere lo más cerca geográficamente posible, cosa que una llamada telefónica haga que estemos allí a disponibilidad, para cubrir cualquier carencia de personal o una emergencia.

La empresa según cuanto nos pague, estará determinando el grupo social al cual perteneceremos, y el barrio en que podremos vivir. Hasta cierto punto, esa disponibilidad económica --si somos responsables-- llegará hasta a determinar cuántos hijos podremos tener!

Es ciertamente un proceso de deshumanización que nos parece tan normal como fumar, en la medida que cuenta con una tácita aceptación social. Sin darnos cuenta que nos afecta tan tremendamente, que hasta puede producirnos un severo daño a nuestra salud, o llevarnos al suicidio, como lamentablemente conocí casos. Gente que sucumbió a la presión laboral y llegó un momento en que no aguantó más.

Hay que estar preparado para esas presiones, y saberlas contener. Preparado para un jefe que sabe mucho del trabajo, pero cero de relaciones humanas. Una bestia que se impone por su cargo y grita. Que no le importa poco menos que insultarlo a uno y dejarlo "quemado" delante de todos los compañeros.

Las mujeres especialmente, pero los hombres también, no están exentos/as de ser sujetos de acoso sexual. El jefe o jefa que a cambio de aceptar sus avances y hasta llegar a tener relaciones íntimas promete mejorar nuestras condiciones laborales, darnos un mejor horario, u obtener para nosotros un ascenso.

Si por un lado el acoso es censurable y en muchos lugares está terminantemente prohibido so pena de graves consecuencias para quien usando de su autoridad lo practique, también está la contracara, de las mujeres que provocan a sus jefes, que buscan usando todas las tretas posibles, llamar la atención a ver si así consiguen favores. Es una forma de prostituirse, indigna de quien tiene capacidad, inteligencia y calidad en su trabajo. En una palabra, incompatible con la honestidad personal.

Pero cuando conseguimos el empleo no pensamos en nada de eso. Al contrario, tenemos la ilusión de que al fin vamos a ser útiles para nosotros y la sociedad. Haremos nuestro esfuerzo, nos dedicaremos con fruición, seremos responsables, procuraremos no cometer errores, y con el tiempo iremos ascendiendo, superándonos. Seremos reconocidos, y estaremos ganando más, posiblemente...

Nos sentimos orgullosos de lo alcanzado, y podremos volcar todo lo que nos permitió obtener el título universitario. Ahora lo vamos a aplicar en la práctica.

Pero el ámbito laboral no suele ser la delicia que imaginamos.  De pronto, descubrimos que no podemos elegir nuestro escritorio, sino que se nos asigna, y por cierto, se nos da el peor lugar, el más oscuro, en el que hay que trabajar ocho horas rigurosamente bajo luz artificial (daño para la salud), porque los escritorios mejor ubicados los tienen los que entraron antes que uno. Los que llevan años.

Luego, todos se nos presentan o nos son presentados, y nos saludan muy amablemente. Algunos se acercan más en un tono personal, y nos dicen que cualquier cosa, cualquier duda, les preguntemos, que están a las órdenes. Lo agradecemos de corazón.

Otros se limitan a saludarnos y siguen su rutina. Ahí ya notamos una pequeña diferencia. Nos da la impresión de que algunos no están muy felices con que haya alguien nuevo/a.

Con el andar de unos días, se acercará alguna compañera o compañero, que trabará una conversación más personal, querrá saber de nosotros, de nuestra vida, de nuestra preparación, de lo que nos gusta, de nuestros hobbies. No seamos tan inocentes de creer en un genuino interés en nosotros. Es más que nada juntar información para luego desparramarla por ahí, con algún comentario de su propia cosecha. Empieza el chusmerío, la chismografía. Son los "metiches" como les llaman en México. Los "meteretes" como les decimos en el Río de la Plata.

Más adelante,cuando se nos destaca por un trabajo, cuando el jefe o jefa nos felicita por algo, notaremos cómo la envidia corroe a algunos. Como alguien que nos saludaba atentamente, de golpe deja de saludarnos, o nos deja con el saludo en el aire...otros claro, nos felicitarán. Algunos de corazón, otros porque es lo que corresponde, nada más.

Y aún más andado el tiempo, descubriremos que apenas con dos o tres personas --cuanto mucho--  podemos abrirnos con confianza a comentar cosas del trabajo, lo cansado que nos tienen algunas de ellas, los errores de la organización en pretender ciertas cosas que podrían hacerse de manera distinta, etc. Esas dos o tres serán las personas amigas.

Y nos daremos cuenta que hay algún elemento hipócrita, que nos sonríe y se la echa de amigo/a pero por detrás nos clava un puñal. Cada vez que puede va al superior con un cuento que nos es desfavorable.

Y hasta puede haber la debacle de una sucia trama en que alguien pretende tendernos una trampa, y maquiavélicamente prepara con cuidado los hechos que procura sucedan,contando con la complicidad de otra persona. Y cuando algo ocurre según lo más o menos previsto, la otra persona nos acusará de algo aparentemente grave, y ya los mecanismos estarán dispuestos para aniquilarnos. Cambio radical de horario, aumento de la carga laboral, o finalmente, el despido, o la no renovación de un contrato.

El ambiente laboral no es ideal ni nada que se le parezca.

Entre medio habremos sin duda hecho alguna amistad que otra (contadas), habremos tenido una buena relación con compañeras y compañeros de trabajo, habremos adquirido gran experiencia, y sabremos que somos en lo nuestro, de calidad.

Pero nunca dejemos de pensar en tener un Plan B. Por si un día nos dejan en la calle. Por si un día la empresa se funde. Por si un día se les ocurre una reducción de personal por razones de economía, algo horrendamente frecuente.

Algo que nosotros podamos hacer por nosotros mismos, con calidad, usando todos los contactos que tenemos, todo el camino que hemos hecho y abonado con nuestra persona, para que eso nos ayude a seguir adelante. Porque luego se nos plantea la lucha por subsistir. Por tener con qué vivir, y eso es duro, hasta cruel.

Los que alguna vez hemos sufrido estar desempleados por varios meses, lo sabemos muy bien.
Y hay que buscar en avisos que ofrecen empleo, para conseguir algo, tal vez no lo ideal, tal vez no lo mismo que estuvimos haciendo, pero algo que nos permita ganar honradamente nuestro sustento.

Tal vez el ideal, es ser el propio jefe de uno, tener la propia empresa (unipersonal) que podrá de pronto ampliarse con gente de confianza. Dos o tres más si se necesitan.  Manejar con mucho cuidado las finanzas, hacer cuanta publicidad sea posible, y lanzarnos a una aventura diferente. A la aventura de ser por nosotros mismos, a expresarnos. A que nuestro trabajo sea una especie de expresión o prolongación de quienes somos como personas.

El riego es grande, pero vale la pena asumirlo. ¡Por vez primera, seremos independientes!!
Seremos nosotros mismos/as, haciendo lo que nos gusta y sabemos hacer.

Quizás nunca tan apropiada la canción de uno de mis predilectos, el argentino Alejandro Lerner, cuando canta de su cosecha: "Todo a pulmón".



enigma
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