A esta altura de la presencia de la humanidad habitando el planeta, urge crear una conciencia planetaria, un sentido esencial de unidad entre todos los humanos en tanto que tales, un sentido de trascendencia de divisiones creadas a lo largo de los siglos, para gestar un nuevo comienzo, un nuevo amanecer diferente.
Quiero ser claro y pragmático, y sé que lo que voy a escribir puede levantar polvareda, pero la polvareda luego se asienta, y deja traslucir la realidad. Así que no me preocupa en lo más mínimo.
Si lo pensamos con sinceridad, con honestidad, las divisiones entre países arrastran un pasado histórico que pesa, pero que pierde su sentido apenas tengamos una mirada hacia el futuro bien cercano. Y con ello, las historias de encuentros y desencuentros, los escudos, las banderas, los himnos, y cuanta cosa ensalza una nación frente a las otras pretendiendo distinguirla.
Otro tanto sucede con las religiones. Hubo tiempos entre los cristianos en que se escribía y disputaba quién era la "auténtica iglesia". Como si eso fuese un designio divino, y no simplemente un debate muy humano pero además anodino y donde cada quien decía que la suya era la "auténtica".
Extendamos esto para establecer un puente de concordia y entendimiento entre cristianismo, judaísmo e islamismo.
Hay un área geográfica original común, hay ciertos postulados y principios comunes. Hay una adaptación y un lenguaje propios según sus destinatarios y cómo éstos lo han entendido. Pero la esencia de todo se resume en quien unos le llaman ÉL, y otros le llaman ALÁ.
Yahvéh, (mal traducido como Jehová) es una división de la tradición entre judíos. Están los yahvistas y los elohistas.
Jesús llamaba a Dios como ÉL. Al nacer Jesús el Evangelio dice: "y llamarás su nombre EmmanuEL, que significa Dios con Nosotros". Y cuando Jesús está en la Cruz, invoca a Dios y en arameo dice "Elí, Elí".
Se trata entonces, en todos los órdenes, de crear un amanecer de entendimiento, de concordia, de paz. Un amanecer donde nos definamos como humanos y terrestres.
Demos pasos positivos que nos lleven a ese objetivo.
Se trata de establecer acuerdos multinacionales o continentales, donde se cree un organismo de gobierno mundial. Y a partir de allí, en un proceso que obviamente llevará su tiempo, lograr un orden mundial para todo.
Porque el momento llegará en que nos salga al encuentro o encontremos otra existencia inteligente, y no podremos responder ni con divisiones geográficas, ni con banderas, escudos ni cánticos, sino con el sentido de una unidad sustancial en que se define nuestra pertenencia al Planeta Tierra.
Ese "punto azul pálido" al que aludiera Carl Sagan.
Y como lo han dicho múltiples Astronautas: "desde el Espacio, la Tierra es una sola."
Y sí. La Tierra es una sola, y nosotros los terrícolas la dividimos mediante guerras y conflictos, en lugar de cuidarla, protegerla, y hacerla digna de habitarla.
Hacia eso debemos tender entonces, creando organizaciones, simposios, seminarios, reuniones donde propendamos a esa unidad esencial como humanos todos y terráqueos todos.
¡Comencemos con gusto, con ganas, con placer y decisión, la concientización planetaria!