Las anécdotas siempre resultan interesantes, porque refieren a hechos reales. De modo que espero se entretengan con estas que voy a compartir, y de paso, tal vez algún lector o lectora, encuentre que tuvo los mismos profesores o a algunos compañeros de estudio.
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Cuando egresé de la Enseñanza Primaria, por concurrir a la Escuela Italia y ser uno de los mejores alumnos, obtuve una beca para seguir mis estudios de Enseñanza Secundaria enel Liceo Italiano. De ahí recuerdo algunos personajes y situaciones.
Aprendí a cantar circunstancialmente –digo así porque no la canté nunca más—una canción llamada “Il Piave”, que recordaba un acontecimiento histórico de Italia.
Estudiantes
Entre los varones, por lo alto y delgado descollaba “el flaco” Turcatti, que obviamente pertenecía a la familia de los dueños de la famosa casa Turcatti y Casalia, un distinguido negocio de Bazar y Menaje, antigüedades,etc.
Entre las chicas había tres que eran inseparables: Shirley, hija de un Coronel que fue máxima autoridad policial de Montevideo; Raquel, hija de un General del Ejército, y Ana María, que creo era hija o familiar del propietario de un conocido negocio de automóviles.
En el patio de entrada al edificio ubicado en la Av. Uruguay y Magallanes, había un busto de Dante Alighieri.
Un día, en una corrida, un muchacho corpulento se dio contra el busto, y el mismo –que era de yeso—se rompió.
Consternación del Director del Liceo y de otros profesores italianos: “¡oh, il Dante!” decían.
El muchacho fue llamado a la Dirección, al día siguiente fue el padre, y supongo que habrá tenido que pagar por el daño infligido al busto, o para que adquirieran uno nuevo.
Afortunadamente el estudiante permaneció en el Liceo.
Profesores
Entre los profesores se destacaban varios, Fontanot con quien aprendí bien el idioma italiano. Años después que él falleciera conocí a su hijo, integrante de la Armada Nacional. Guido Zanier, un experto en idioma latín, que luego pasó a ser un distinguidísimo Profesor de la Facultad de Humanidades en su área de especialización. Un estupendo profesor de idioma español, cuyo nombre lamentablemente no puedo recordar. Era un hombre simpático, que hacía de sus clases casi un entretenimiento. Por entonces era permitido que los profesores fumaran en clase, y él fumaba cigarrillos que él mismo armaba, usando chala.
Un estudiante le preguntó qué era eso, y él le dedicó tiempo a explicarle qué era la chala, cómo se cortaba para poder luego arrollarla para armar el cigarrillo, y cómo el trozo finito que se separaba al cortarla, servía para atarla.”
Un lunes llegó todo entusiasmado. Peñarol había ganado un clásico, y entonces preguntó a la clase: ¿vieron el golazo del domingo?, y enseguida dibujó un arco en el pizarrón e hizo un esquema de la jugada de gol.
Hablando de fumar, otro gran profesor y reconocido músico nacional, el Maestro Juan Protasi, era un fumador en serie. Cuando estaba por terminar un cigarrillo, con su misma lumbre encendía el siguiente. Siempre usaba “Lucky Strike”.
Tuve un profesor que era co-autor de un libro de Geografía y otro de Biología. Con su voz algo enronquecida, nos daba contornos de países europeos que pedía los llenáramos con ríos, montañas y ubicáramos en ellos ciudades importantes. Así aprendíamos geografía.
En cuanto a Biología, gustaba de traer a clase el esqueleto humano, o piezas que representaban órganos. Nunca se me borró de la mente una clase en que todos quedamos boquiabiertos. Hizo pasar adelante –como era costumbre—a una chica. Le hizo una serie de preguntas sobre distintos huesos, y finalmente le preguntó “¿dónde está el cóccix?”. La chica no supo qué responder o le dio vergüenza.
El profesor le volvió a preguntar, “señorita: ¿dónde está el cóccix?”…silencio…“pero m’hijita, ¿dónde tiene Ud. el cóccix?”, como la chica seguía sin responder, Vacarezza se levantó de su asiento y metiéndole la mano por detrás le dijo tocándola notoriamente: “éste es el cóccix”. El rostro de la chica estaba rojo de vergüenza, y se fue llorando a su banco. La clase permaneció en silencio, sonó la campana, y el comentario de todos era que eso no iría a quedar así, que no era posible que un profesor cometiera semejante atropello.
No sé qué habrá pasado con ese profesor porque al año siguiente dejé de ir al Liceo Italiano e inauguré la nueva sede del Liceo No.3 Dámaso Antonio Larrañaga. Un hermoso local donde cursé tercero y cuarto año.
En el Liceo Larrañaga
Tuve también allí buenos compañeros y mi primer noviecita. Una chica rubia de enormes ojos celestes, con cara de
buena, llamada Ivonne. Sus dos apellidos eran franceses. Con ella fue la primera vez que bailé “cheek to cheek” con la música de Glenn Miller "Serenata a la Luz de la Luna", tan luego en la casa de otra rubia, gustada por muchos compañeros, llamada Silvina, que resultó luego ser la primera esposa de Eduardo Hughes Galeano.
En el Larrañaga tuve un compañero egipcio de apellido Barbazogli (algo extraño para entonces) y un estadounidense que usaba moñita, de apellido Rosenthal. Recuerdo también a Luis Rivera, que unos cuantos años después lo volví a encontrar como funcionario de la Facultad de Agronomía.
En cuanto a profesores, recuerdo al Sr. Susena, de Química, a quien teníamos que pedirle que fuese más lento en el dictado de sus clases porque no nos daba el tiempo de tomar apuntes. Gracias a él, estropeé mi escritura manual, y como yo, otros tantos.
Pero fue una delicia tener de profesora de Inglés a la Sra. Sheps de Porteiro. Ella nos hacía conversar en el idioma, y cuando hacía un dictado, si uno tenía una duda de una palabra, bastaba mirarle los labios al repetirla, y uno sabía cuál era. Ella echó realmente las bases firmes sobre las cuales pude construir mi inglés.
En idioma Español, tuve a la profesora Verdad Risso de Garibaldi, una mujer talentosa, de un trato dulce, quien entre otros textos nos hizo recorrer el Romancero Español. Yo sacaba muy buenas notas en mis comentarios literarios cada vez que había un escrito. Era un gusto tenerla de profesora.
En Historia Nacional, tuve como profesora a la Sra. Aurora Capilla de Castellanos. Fantástica. ¡Cómo nos hizo valorar a nuestros héroes y entender nuestra historia!.
En Física, se destacaba un joven profesor que venía de especializarse en Estados Unidos, y traía consigo para los escritos el método de “múltiple elección” como respuesta a una determinada pregunta o el planteo de un problema. Él era Washington Acerenza. Inolvidable.
En Filosofía tuve a la profesora Griselda Saponaro Guibernau quien dictó un curso sobre Psicología que fue apasionante. Gran calidad didáctica.
Y no sería justo si omitiera a un profesor fuera de serie, como lo era Carlos Etchecopar, Director del Observatorio de Enseñanza Secundaria, que dictaba Astronomía.
Con estos recuerdos pongo fin a la etapa liceal. Los próximos serán de Preparatorios en el Instituto Alfredo Vázquez Acevedo.
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