Lo voy a decir sin ambajes: ¡SOMOS HÉROES!
Sí, lo somos.
Quienes --como en mi caso-- fuimos desde el inicio de la pandemia (1o. de Diciembre de 2019 en Wuhan, China) señalados como personas en alto riesgo de contraer el virus, sabíamos que íbamos a recibir la vacuna --cuando la hubiera-- muy tarde en el tiempo.
Antes estaban los ancianos en casas de salud y en hogares para ellos, estaba todo el personal de primeros auxilios, policía, bomberos, médicos, nurses, auxiliares de medicina, las personas en actividad, y finalmente nosotros.
Supimos cuidarnos, estar en una permanente cuarentena, sólo quebrantada por la necesidad de proveernos de alimentos, medicamentos, o cortarnos el cabello. Luego, el encierro, y en el caso de quien escribe, la soledad.
Usando máscara permanentemente excepto en el hogar, y manteniendo distancia social cuando se hacía necesario compartir lugares con otras personas. Evitando deliberadamente acudir a lugares --aún al aire libre-- donde hubiera una concentración de personas, ya que era imposible determinar quién estaba vacunado y quien por no estarlo podía transmitir el virus (como ocurrió en varios sonados casos de personas participando en reuniones sociales).
Fuimos millones los que alrededor del mundo soportamos estoicamente todas esas limitaciones hasta que llegaron las vacunas. Primera dosis, al mes segunda dosis, y luego de seis meses, tercera dosis.
Afortunadamente estas tres dosis nos aseguran una excelente barrera y si acaso la nueva variante nos atacara, sabemos que contamos con una fuerte defensa que impedirá que tengamos que internarnos o terminar falleciendo.
Con esta esperanza enfrentamos esta segunda variante del virus, pero cabe la pregunta: ¿cuándo definitivamente el virus será muerto y bien muerto?, ¿cuándo dejará de existir para que no nos amenace más?
Porque, digámoslo claro: ¡la gente está harta del Coronavirus!.
Tal vez nunca como ahora haya quedado demostrado que el ser humano es gregario por naturaleza. Que necesita reunirse con otros, conversar, compartir comida y bebida, sentirse acompañado, valorar la amistad en forma tangible, ser con sus familiares, participar socialmente.
Y eso, tan profundamente humano, nos está faltando, y esa falta se siente hondo.
Los profesionales de la salud de todo el mundo, y especialmente los epidemiólogos, deberían formar un "Escuadrón de Médicos" para darle la batalla final y derrotar definitivamente al Coronavirus.
Algo así se está necesitando en forma urgente.
¡Esperemos que ocurra!
Milton W. Hourcade