Tuesday, February 5, 2013

La felicidad no tiene precio

Todos queremos ser felices, o al menos sentirnos felices.

Cierto, son dos cosas distintas. Ser feliz, nos habla de un estado permanente, de un contexto  en el cual nuestra vida transcurre gratamente, en medio de los altibajos propios de la misma.

Pero si hay un factor común para ser o estar feliz, es la felicidad misma.

Hay muchos factores que pueden propender a la felicidad. El cariño de la familia y en cierta medida la seguridad que ella nos da. No es lo mismo vivir en un contexto familiar que estar solo.

El contexto familiar puede ser más o menos armónico, pueden haber notas discordantes, o todo puede ser un remanso de integración, de comprensión, de respeto, de gusto por convivir. Pero el cariño que dan los hijos es algo incomparable.

Por otro lado, el estar en familia es como tener una base a la cual reportarse. Un puerto seguro al cual acudir ante cualquier emergencia, duda, decisión a tomar.

Si se vive solo, y tenemos un accidente de tránsito, más allá de comunicarnos con la policía y con la compañía de seguros, ¿quién va a venir a acompañarnos, a llevarnos, a darnos el apoyo anímico que en un momento así necesitamos?.....nadie.... En cambio si está la familia sabemos que un cónyuge, o un hermano/a, o un tío, padre, etc. alguien va a estar a nuestro lado, a alguien podremos acudir, alguien vendrá por nosotros.

Es, como digo, la base de operaciones a la cual reportarse.
Es el puerto seguro que nos va a acoger, luego de haber tenido el accidente.

 
De modo que la familia --bien constituida y sobre todo armoniosa en las relaciones interpersonales-- se me ocurre que es la garantía de una primera, básica y verdadera felicidad.

La otra fuente de felicidad, la proveen los/as amigos/as. Ellos/as son quienes están allí cuando les necesitamos. Quienes suplen a nuestra necesidad de afecto, compañía, encuentro, a nuestra descarga emocional, a escucharnos pacientemente y darnos su sincera opinión. A ser partícipes de nuestra vida interior, de nuestras cuitas, y a procurar ayudarnos. 

Y nada hay más hermoso que una reunión entre amigos, donde se discurre de veinte mil temas distintos, donde se relatan anécdotas, se hacen chistes, se recuerdan momentos vividos.

Un encuentro de amigos siempre es una renovación del lazo que les une, y un motivo genuino de felicidad. La felicidad no sólo del momento de estar juntos, sino la de la permanente relación existente, a veces por poco tiempo, otras veces por décadas.

Por último, hay circunstancias que nos proveen felicidad, como el éxito al ganar un examen, al culminar una carrera, al tener un ascenso en el trabajo, un reconocimiento especial, una reunión de bienvenida, o una de despedida, ganar un premio, convertir el mejor hoyo, o el mejor doble, o hacer el golazo esperado.

¡Tantas simples y sencillas cosas de la cotidianidad nos pueden deparar felicidad, hacernos sentir felices, o ser felices

Lo importante es cultivarlas, no perderlas, y sobre todo, darnos cuenta de su valor.
Es cuando bien podemos concluir, que la felicidad no se compra, porque la felicidad, la auténtica felicidad, no tiene precio.

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enigma

1 comment:

  1. Siempre se tiende a hablar de la felicidad como el resultado de la relación con otras personas, hay muchas y variadas formas de felicidad, en que no intervienen las otras personas, la más importante es la felicidad de sentir que se ha actuado conforma a sentimientos honestos, aun que se viva en completa soledad, no hablo de sentimientos religiosos o espirituales, me refiero a la tranquilidad que se siente al mirar la ruta recorrida y sentirse satisfecho.

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