Saturday, June 14, 2014

RECORDANDO A GENTE QUERIDA

Les confieso que --como rioplatense-- nunca me gustaron ciertas nostálgicas letras de tango. Esas de "¡qué tiempos aquellos!", de "te acordás hermano", o de "¿dónde estarán?".

A mi siempre me gusta mirar para adelante, poder anticipar --hasta donde ello es posible-- el futuro, planificar, prever, intuir.

Bien recuerdo cuando estaba en tercer año de enseñanza secundaria, y estudiábamos a Jorge Manrique, que no me gustaba para nada su afirmación de que "todo tiempo pasado fue mejor". 

Sentía en mi fuero íntimo, que ningún tiempo era mejor que mi tiempo, y ese era el tiempo presente, lo que estaba viviendo.

Lo que he aprendido con los años es que la cultura cambia y la sociedad cambia, y quedan dos alternativas:  resistir el cambio, y por tanto ser un desadaptado que va a sufrir las consecuencias de esa desadaptación, o aceptar el cambio y tratar de asumirlo como propio, ser parte del mismo.

Aunque les parezca mentira, he llegado a conocer a personas que se resisten a usar una PC, no la tienen, no saben nada de la Internet, y son verdaderas analfabetas cibernéticas.

¡Lamentable! porque en este tiempo eso es algo obligatorio si se quiere vivir realmente en la sociedad y cultura actuales.

De cualquier manera, uno no es insensible. Las cosas llegan a mi alma y me provocan un regocijo enorme, o una tristeza tremenda. Sí, conozco términos medios, pero quiero significar con esto que no tengo una callosidad frente a cosas de la vida, que me permitan hacer gala de una indiferencia que considero deshumanizante.

Y por tanto, cuando hay personas que uno ha apreciado o querido, y esas personas se han ido de esta existencia, no sólo dejan un vacío, sino que su impronta personal ha quedado grabada en mi de manera imperecedera.

No puedo hacer listas, porque me olvidaría de nombres, y porque serían tediosamente extensas, pero desde compañeros/as de escuela, luego de secundaria, de preparatorios y de Facultad, pasando por los compañeros/as de  trabajo (tuve 4 en Uruguay y 2 en Estados Unidos), hay una pléyade de mujeres y hombres, jóvenes y de más edad, que han quedado imborrables en mi memoria.

A veces me pregunto cuántos de ellos/as estarán vivos/as y cuántos habrán partido hacia la eternidad. Y de los que viven, ¿dónde y cómo estarán? 

También más de una vez, pensé que en una de mis idas a Montevideo, me gustaría alquilar un local, y reunir a todos/as mis amigos/as para que se conozcan entre sí. El punto común de referencia soy yo, pero entre sí hay muchos/as que no se conocen. 

Creo que sería una experiencia interesantísima. Verles relacionarse, dialogar, encontrar áreas comunes de intereses, etc. 

Tal vez en una próxima oportunidad lo haga. Y podamos compartir un almuerzo juntos.

Claro, no puedo reunir a personas con las que por décadas no he tenido más contacto.  La reunión sería con quienes mantengo contactos actuales, pero les aseguro que aún así, sería un buen número, creo que muy posiblemente supere las 50 personas. Si quisiese ampliar aún el círculo, a conocidos, fácilmente podría superar el centenar de personas.

Se me ocurre que encontrarse con ellos/as es en cierta medida, reencontrarse con uno mismo. Porque ellos/as son parte de mi vida, de espacios de tiempo que he compartido. En fin. ¡Una experiencia gratificante y feliz! 

Y tal vez en ese encuentro, compartiera una música como esta: Ernesto Cortázar y Constelaciones de Emociones.




enigma
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