Y de pronto, nos aqueja un dolor intenso, se afecta una zona de nuestro cuerpo, y nuestra cotidianidad hace un giro violento de 180 grados, para darnos cuenta que estamos enfermos, que algo nos limita y perturba, que hoy nos hemos despertado y es un día distinto al de ayer y a los varios días precedentes.
Y cuando esto le sucede a un amigo, a un ser querido, a alguien que ha formado parte de nuestra propia existencia por tiempo considerable (años o décadas) no podemos en manera alguna permanecer impasibles, insensibles, imperturbables.
Su estado de salud nos sacude, nos llega como un llamado a la solidaridad, a servir cuanto y como podamos, y sobre todo a sentir, a sentir junto al amigo, rogando al Ser en Sí por su salud, por su vida misma, para que sane pronto, para que le gane a la dolencia y para que se restablezca.
Tal vez como pocas instancias, una situación así nos pone más a prueba que ninguna otra respecto a qué clase de persona somos, si reaccionamos o no, y cómo reaccionamos ante la situación del amigo.
Nadie está exento de pasar por semejante circunstancia. Ningún amigo/a puede marginarse o desentenderse de una situación así, que es un llamado a seguirla, a estar al tanto de las novedades que vayan surgiendo a lo largo de un tratamiento, etc.
Por sobre todo, se me hace que lo más humano, lo más sensato, lo más lógico, es interesarse e involucrarse con la situación de la persona afectada, y en la medida de lo posible, contribuir a su pronta recuperación y bienestar.
Es lo menos que puede hacer cualquier persona que tenga un corazón bien puesto, que sea noble de sentimentos, que sea digna de sí misma, y que honre el principio del amor al prójimo.
Nadie está eximido de pasar por un mal momento, y si ello ocurre, lo menos que podemos hacer es estar al tanto de lo que sucede y ayudar.
Pero precisamente porque nadie está fuera de enfermarse o enfrentar un problema serio del punto de vista psicológico o emocional, es --desde mi punto de vista-- una obligación ineludible constatar si la persona está bien, y si no lo está, contribuir a que lo esté.
Eso, después de todo, hace a lo que es intrínseco de nuestra naturaleza humana. No vivirlo así, no sentirlo así, no ser capaz de proceder de esa manera, nos hablaría claramente de una deshumanización, de una pérdida significativa de valores, o de una lamentable pero difícilmente explicable confusión.
Espero de cada uno de ustedes, el interés, la solidaridad y la acción, para que lleguen a quien lo necesite.
enigma
Textos protegidos por derechos de autor
En YouTube, vean: "Hay cosas que me cansan"
https://www.youtube.com/watch?v=FhNq0rn_WOw&feature=youtu.be