“Silencio”, es lo que se nos demanda en los hospitales.
Es el toque de
corneta, rindiendo homenaje a los caídos.
Es el título de un
tango de Carlos Gardel, que rememora a los muertos en la guerra y el drama que
les sigue.
Es la actitud de
respeto ante el orador que va a pronunciar un discurso, o la orquesta que va a
comenzar su concierto, o el músico que va a iniciar su interpretación.
Es también lo que se
hace en medio de un bosque, procurando captar el sonido de un pájaro.
Es el requisito
indispensable para concentrarnos, para meditar, o para orar en profundidad.
Hay múltiples motivos
y múltiples situaciones que demandan nuestro silencio.
El silencio pues,
tiene en sí mismo un sentido y un valor.
Pero en las
relaciones interpersonales hay diferentes silencios.
Está el silencio del
sabio que prefiere callar antes que rebajarse a contestarle lo que merece a
alguien que le ha atropellado con insultos, denuestos y falsedades, mostrando
su baja calaña y su tortuosa mente.
Está el silencio del
valiente, que puede arremeter con cantidad de verdades y prefiere callar,
aguardando el momento oportuno para darlas a conocer en la forma y en el número
adecuados.
Está el silencio del
cobarde, que bajo el mismo, ni se atreve a decir una palabra, sino que se oculta
y poco menos se esfuma, para evitar comprometerse en nada, ni siquiera en lo que
no le acarrearía ninguna adversidad.
No siempre el que
calla otorga.
A veces, dar por la
callada, es señal de un gran dominio propio, y un sentido claro de la escala de
valores con la cual vivir.
La pregunta entonces
es: ¿qué clase de silencio guardamos y respetamos, y cuál silencio ejercemos?
Cada quien analícese
y extraiga sus propias conclusiones.
enigma
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En "Compartiendo en Video": "Esa película ya la vimos"
https://www.youtube.com/watch?v=q7-F8fqLAiU
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