Friday, November 16, 2018

ATRIBULADO, Y NO.


Envidio a esas personas que ignoran, que no entienden, que no se preocupan por cosas trascendentes, por el país en que viven, por la niñez y la juventud, por la humanidad toda.

En su ignorancia, son felices. Sus problemas son de pequeña estatura y están a corta distancia.

No soy así.

A mi me preocupa ver cómo está el país en que nací.

Me preocupa ver cómo van las cosas en el país en el cual vivo.

Y me preocupa el panorama internacional, lo que hacen los gobiernos, los líderes, etc. 

No lo puedo evitar, es parte de mi, de cómo soy.

Tal vez por eso ejercí la carrera de periodismo, y por eso durante 44 años trabajé en esa área. Y siento que sigo siendo periodista, porque uno eso lo lleva dentro. Que soy testigo pero además comento la realidad.

Pero…también necesito y requiero de equilibrio personal, de paz interior, de momentos de reposo fecundo, de cariño, de abrazos, de besos, de la familia, de mis amigos y amigas, de simpatía, de acompañamiento, de aliento.

Todos lo necesitamos, simplemente por el hecho de que somos humanos.
Por eso comparto esto con ustedes. 

Para que lo sepan, para que concuerden –espero que así sea—y para que procuren vivir cada día extrayéndole el máximo posible, pero sin estresarse, con calma en el peor momento, sin pedirle al cuerpo más de lo que éste puede dar, respetando las naturales limitaciones que se pueden tener. 

Al final de todo, los sentimientos constituyen el área de encuentro, de entendimiento, del gusto de estar juntos, de compartir este mundo que nos toca habitar aquí y ahora.

Como humanidad toda pienso que nos faltan siglos para llegar a una maduración. Somos apenas unos adolescentes atropellados, irascibles, peleadores, lujuriosos, temerosos e hipócritas.

Vivimos enfrentados con la naturaleza a la que consideramos hasta hoy un elemento a explotar y expoliar, en lugar de respetarla, de sentirnos unidos a ella de tal manera de armonizar.

Nuestros edificios son una aberración. Nuestra tecnología desasida de valores morales, sólo facilita hacer cosas, pero también facilita la criminalidad, la destrucción y la muerte.

Hemos errado el camino. Habrá un momento en que empecemos de nuevo, desde un casi cero, con una humanidad devastada, destruida. 

Otra tal vez, emigrando hacia otros planetas encontremos nuestra verdadera razón de ser, y surja una filosofía de vida totalmente diferente de la actual.

Lo más a que podemos aspirar hoy, es a tener un rincón privado de nuestra existencia, donde nadie puede meter sus narices, y donde con total libertad podamos rescatar buena parte de la felicidad a que tenemos derecho y nos merecemos. 

A lo del título.


Milton W. Hourcade
Textos protegidos por derechos de autor
 


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