Sunday, June 30, 2019

HACERSE QUERER, DEJARSE QUERER



Usualmente, cuando hablamos de una persona que es querida por su familia, amigos, colegas, compañeros de trabajo o estudio, nos referimos  a alguien de buen carácter, habitualmente sonriente, que habla suave, que piensa antes de decir algo, que muestra empatía por otros, que es honesta, sincera, confiable, que tiene sensibilidad.

Alguien que busca comprensión en lugar de confrontación, paz en lugar de violencia, armonía en lugar de caos, orden y respeto en lugar de quebrantar las leyes y hacer salvajadas.

Por lo tanto, realmente nos hacemos querer si seguimos esa descripción general.

Por supuesto que cada quien tiene su propia herencia, su propio ADN, carácter, forma de ser. Es imposible esperar que todos puedan tener todas las características de alguien que es querible, pero a pesar de todas las cosas inevitables que nos definen como individuos, podemos sinceramente tratar de corregirnos y ser un mejor tipo de persona.

Y muy sinceramente, si nos hacemos querer por la forma en que tratamos a otros, les aseguro que eso es realmente gratificante.

Ahora, todo lo dicho anteriormente se refiere a nosotros. ¿Qué pasa con los otros?

Bueno, no rechacemos la buena voluntad, la simpatía, la ayuda, la compañía, el aliento que otros nos brindan.

Dejemos que hagan su parte y se sientan felices al hacerla. Es su turno, su aporte, lo que sinceramente quieren ofrecernos a nosotros.

Permitamos que nos quieran, y aún que hagan por nosotros lo que nosotros no podemos hacer solos. Porque esa es la forma de construir buenas relaciones, verdaderas relaciones humanas, válidas.

En este balance entre hacernos querer y dejarnos querer, descansa la clave de una vida feliz.


Milton W. Hourcade
Textos protegidos por derechos de autor 
 

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