Pensamientos, sentimientos, reflexiones con sinceridad y profundidad, compartidas abiertamente. Prosa, poesía (a veces) y música selecta, para un encuentro diferente entre quienes quieren participar de mi blog.
Wednesday, December 31, 2008
LA CONSTELACIÓN DE AMIGOS
¡Qué hermoso es mirar el cielo en una noche despejada y ver en su extensión la Vía Láctea!
Y también es agradable saber que uno pertenece a ella.
Nuestro vida va trazando una constelación que se despliega como la Vía Láctea en el cielo.
Es una constelación integrada por los amigos, por seres entrañablemente queridos, por todos los que nos valoran, aprecian y quieren bien y por quienes tenemos sentimientos recíprocos.
Más allá o más acá de circunstanciales discrepancias –tengo que decirlo— que son naturales contingencias por tener cada quien su libertad de pensamiento.
Pero lo importante a subrayar, es que la amistad no se empaña, no se pierde ni se desvanece por esas discrepancias, en tanto les sabemos adjudicar su lugar, y no predominan en absoluto sobre lo que es esencial.
Con motivo de la Navidad y el Año Nuevo, envié a amigos y conocidos más de 110 saludos.
Me cuesta pensar que haya quienes ni siquiera se hayan tomado el pequeño tiempo para responder un saludo, o que ya se hayan convertido en tan insensibles que no les importe quienes les hacen llegar sus mejores deseos, como para al menos corresponderlos.
Otras personas en cambio, me han hecho llegar hasta dos veces sus saludos, por vías y maneras distintas. Y otro tanto he hecho yo.
En total, y al llegar al final del año, he recibido 44 mensajes en respuesta.
O sea que hubo 66 personas que no respondieron.
En términos porcentuales el 6O% permaneció silencioso, en tanto el 40% respondió.
Es posible que en los próximos días, ya entrado el Año Nuevo, algunos del 60% silencioso se hagan presentes con mensajes. Es posible que cuando recibieron el mío estuviesen de vacaciones, y recién al regresar encuentren su correo electrónico extenso, y tendrán que disponerse a verlo en detalle y a responder a cada quien.
Y si el silencio persiste, así quedará.
Pero me siento profundamente conmovido y complacido con el 40% que respondió.
Es una más que alentadora y hermosa constelación de amigas y amigos desparramados por el mundo.
Y cuando pienso que en el escaso tiempo de mi existencia he podido lograrlo, ello me hace feliz.
Empiezo el año junto a todos ellos y ellas. Lo comenzamos y transitaremos juntos, cada vez más en contacto, cada vez más recordándonos y teniéndonos en cuenta mutuamente.
Cada vez intercambiando más pensamiento bueno y creativo.
Y yo intentaré aún que esa constelación de amigos se agrande.
enigma
Saturday, December 13, 2008
LAS FIESTAS DE FIN DE AÑO
Actualmente, los que abjuran de Jesús imponen que en los negocios y en la sociedad no se pueda desear más “Feliz Navidad”, sino que hay que decir “Felices Fiestas”, ¡no sea que alguien no cristiano se vaya a ofender!!
A este colmo hemos llegado. Y la sociedades otrora consideradas cristianas, se han dejado pisotear y avasallar.
Cada vez, las Fiestas de Fin de Año, con mucho acierto llamadas “Tradicionales”, han ido perdiendo su vigencia en grado creciente.
Es como si el mundo occidental –al menos— dijese: esas son cosas de la tradición, cosas históricas. En otras palabas, son cosas del pasado.
¡Claro! Hay tantos problemas en el mundo que alguien bien puede decir ¿de qué fiestas me hablas? No tengo nada que festejar. Ni ánimo, ni ganas, ni interés.
Porque se supone que nadie ha de festejar por el mero hecho de hacerlo, cumpliendo un compromiso, siguiendo una tradición, que ya no le toca ni le significa algo.
Si no hay fiesta en tu corazón, o espíritu de fiesta, o estás de luto, o has perdido tu empleo, o lo que es peor, tu amor, ciertamente no tienes espíritu para festejar.
Deja que festejen aquellos que tengan razones para estar alegres.
Pero no podemos dejar de lado tan fácilmente el tema, porque hay otros aspectos no menos importantes que rodean a las fiestas, a la Nochebuena y Navidad, y al Fin de Año y Año Nuevo.
Uno de esos aspectos importantes es que las fiestas son una excusa válida, o un motivo adecuado, para que la familia se reúna.
En algunos países eso puede ser muy fácil y hasta innecesario. En una ciudad pequeña, se ven con frecuencia y se reúnen cuando quieren.
Familias existen que han vivido siempre agrupadas, en un barrio, en un sector de una ciudad. Tal vez no necesiten reunirse por causa de las fiestas, pues saben unos de otros permanentemente.
Esto no es así en países grandes en extensión geográfica, donde las familias por las imposiciones prácticas de la vida, se esparcen y distancian. En ese caso, las fiestas son un motivo aglutinante, la razón para un encuentro que toca a lo fundamental: al tronco común que de todos aquellos que pertenecen al mismo hacen al concepto de familia.
Tristemente hay familias divididas, peleadas, que no han aprendido a perdonarse y reconciliarse, y así han perdido uno de los dones más preciados que pueden ejercerse en esta existencia.
Pero en forma abrumadoramente mayoritaria, la gente viaja muchos kilómetros, para reunirse como familia, especialmente en Navidad. Eso de por sí, tiene sentido. Eso es válido como tal, más allá o más acá de la razón primaria de la celebración, el nacimiento de Jesús.
Y aquí voy al segundo aspecto importante. Uno que actualmente se ha relativizado totalmente, y está desvirtuado al punto de haber perdido vigencia.
Si se quiere una causa hermosa y única para festejar –más allá de todos los reveses que el año que se va nos haya deparado— es el nacimiento de Jesús.
Pero realmente sólo lo pueden celebrar quienes tienen fé, aquellos para quienes Jesús no es simplemente un hombre, un guía, sino el Señor, o sea, el dueño de sus vidas, alguien que les inspira a vivir y a morir, con una calidad divina, superando el estadio simplemente humano.
Y entonces vienen a colación entretelones que hoy no se ocultan, sino que se exponen a todo quien indague un poco.
Esos entretelones nos indican que el 25 de diciembre, fue originamente el Día del Sol Invictus, una fecha pagana, que la Iglesia absorbió y transformó en suya.
Toda la historia da cuenta de un nacimiento de Jesús por el mes de abril, y no en pleno invierno boreal.
Luego viene el lugar del nacimiento, que no fue Belén de Judea, al Sur del territorio –como quieren las versiones políticamente interesadas de su tiempo-- sino en Nazareth, al Norte. O sea, no en territorio de Judá, sino de Israel. Y esto no es algo meramente circunstancial o un detalle sin importancia, sino que tiene implicancias de largo alcance.
Pero además, los negadores de Jesús, aquellos a quienes les rechina la sola pronunciación de su nombre, se han esforzado --¡y vaya si lo han conseguido!— en comercializar la fecha, en trivializarla, y en crear sujetos ficticios que remplacen u oculten al principal personaje de la Navidad, que obviamente, es Jesús, y ningún otro.
Entonces aparecen Santa Claus, o Papá Noël, y todo se reduce a una fiebre por comprar, azuzada deliberadamente por una verdadera inundación de mensajes publicitarios por todos los medios posibles. Esto acompañado del famoso árbol…
Y lo más ridiculo, lo más absurdo, es que las iglesias mismas, han caído en esa sutil trampa, y en sus templos arman arbolitos, y ponen regalos, etc.
Jesús queda oculto, ni mencionado. ¿Qué se celebra en Navidad? le preguntaron a un niño, y éste muy inocente respondió: “Que viene Santa Claus!”
Pero las iglesias –católica romana y protestantes históricas—han hecho su cuota parte también, para perder la autoridad que otrora tuvieron en los pueblos.
¿Con qué autoridad y autenticidad, se puede proclamar el Evangelio, cuando tantos sacerdotes han cometido pedofilia?
¿Con qué honestidad intelectual pueden proclamarse valores y desafíos a ser mejor, cuando se transa y adoptan ideologías sustancialmente incompatibles con los principios cristianos (la mal llamada “teología de la liberación”) o se acepta que haya obispos gay y pastoras lesbianas?
Las iglesias pues, originalmente llamadas a vehicular el entendimiento y la compresión cabal de la Navidad, han cavado su propia fosa.
En medio de ese vacío ahora triunfan las que yo llamo corporaciones religiosas, verdaderas industrias que venden un producto llamado Jesús, y llenan sus bolsillos desde el cobro de entradas para escuchar predicar, a las ventas de libros, revistas, CDs, DVDs, adornos, tarjetas, y cuánta cosa pueda imaginarse.
También en medio de ese vacío, han aparecido las tantas y variadas formas de cultos modernos dirigidos a los “hermanos del cosmos”, o la revitalización de antiguas formas religiosas que son un sincretismo de rituales paganos con rituales católico-romanos: la umbanda, el candomblé, el vudú o la diablada, por nombrar algunos.
Por otro lado, están quienes se afanan cada día porque haya un mundo donde Jesús esté oculto, arrinconado, archivado, olvidado.
De ello, obtienen miserables pingües ganancias. Las de las corporaciones trasladándose a países donde hay mano de obra barata, y los trabajadores no están siquiera agremiados, pero son vilmente explotados.
Las de los hacedores de tatuajes, las de la enorme industria pornográfica, las de los traficantes de personas, las de los narcotraficantes, las de los políticos corruptos, las de los zares de las altas finanzas, las de las industrias bélicas, las de los que determinan los destinos del mundo tras bambalinas.
Y así vamos, y así estamos.
Nos falta, desde el acto muy simple y sencillo de reunirnos con los seres queridos, familiares y amigos en torno a una mesa, para compartir algo de comer y de beber, remontar las bajuras del mundo de la inmundicia, y elevarnos al plano de la dignidad.
Entonces, cada celebración, se transforma en un himno de victoria y de esperanza. En un cántico a la vida, superando a la muerte.
¡Siempre es posible cambiar!
Y el cambio ¡tiene que empezar por nosotros!
Queridos todos: ¡Felices Fiestas y que 2009 sea el mejor año por vivir!
enigma
P.D.: Quiero aclarar que tengo amigos que son gay, y es posible que alguna amiga fuese lesbiana, aunque es más difícil determinarlo. También tengo amigos que son partidarios de la llamada "teología de la liberación", y por supuesto otros que se oponen a ella. No le quito a nadie el derecho a creer y a desarrollar su fe. Otro tema es que la iglesia como tal, acepte entre sus miembros o autoridades, a personas que pueden resultar incompatibles con las bases fundamentales de su práctica religiosa. No es mi problema.
A este colmo hemos llegado. Y la sociedades otrora consideradas cristianas, se han dejado pisotear y avasallar.
Cada vez, las Fiestas de Fin de Año, con mucho acierto llamadas “Tradicionales”, han ido perdiendo su vigencia en grado creciente.
Es como si el mundo occidental –al menos— dijese: esas son cosas de la tradición, cosas históricas. En otras palabas, son cosas del pasado.
¡Claro! Hay tantos problemas en el mundo que alguien bien puede decir ¿de qué fiestas me hablas? No tengo nada que festejar. Ni ánimo, ni ganas, ni interés.
Porque se supone que nadie ha de festejar por el mero hecho de hacerlo, cumpliendo un compromiso, siguiendo una tradición, que ya no le toca ni le significa algo.
Si no hay fiesta en tu corazón, o espíritu de fiesta, o estás de luto, o has perdido tu empleo, o lo que es peor, tu amor, ciertamente no tienes espíritu para festejar.
Deja que festejen aquellos que tengan razones para estar alegres.
Pero no podemos dejar de lado tan fácilmente el tema, porque hay otros aspectos no menos importantes que rodean a las fiestas, a la Nochebuena y Navidad, y al Fin de Año y Año Nuevo.
Uno de esos aspectos importantes es que las fiestas son una excusa válida, o un motivo adecuado, para que la familia se reúna.
En algunos países eso puede ser muy fácil y hasta innecesario. En una ciudad pequeña, se ven con frecuencia y se reúnen cuando quieren.
Familias existen que han vivido siempre agrupadas, en un barrio, en un sector de una ciudad. Tal vez no necesiten reunirse por causa de las fiestas, pues saben unos de otros permanentemente.
Esto no es así en países grandes en extensión geográfica, donde las familias por las imposiciones prácticas de la vida, se esparcen y distancian. En ese caso, las fiestas son un motivo aglutinante, la razón para un encuentro que toca a lo fundamental: al tronco común que de todos aquellos que pertenecen al mismo hacen al concepto de familia.
Tristemente hay familias divididas, peleadas, que no han aprendido a perdonarse y reconciliarse, y así han perdido uno de los dones más preciados que pueden ejercerse en esta existencia.
Pero en forma abrumadoramente mayoritaria, la gente viaja muchos kilómetros, para reunirse como familia, especialmente en Navidad. Eso de por sí, tiene sentido. Eso es válido como tal, más allá o más acá de la razón primaria de la celebración, el nacimiento de Jesús.
Y aquí voy al segundo aspecto importante. Uno que actualmente se ha relativizado totalmente, y está desvirtuado al punto de haber perdido vigencia.
Si se quiere una causa hermosa y única para festejar –más allá de todos los reveses que el año que se va nos haya deparado— es el nacimiento de Jesús.
Pero realmente sólo lo pueden celebrar quienes tienen fé, aquellos para quienes Jesús no es simplemente un hombre, un guía, sino el Señor, o sea, el dueño de sus vidas, alguien que les inspira a vivir y a morir, con una calidad divina, superando el estadio simplemente humano.
Y entonces vienen a colación entretelones que hoy no se ocultan, sino que se exponen a todo quien indague un poco.
Esos entretelones nos indican que el 25 de diciembre, fue originamente el Día del Sol Invictus, una fecha pagana, que la Iglesia absorbió y transformó en suya.
Toda la historia da cuenta de un nacimiento de Jesús por el mes de abril, y no en pleno invierno boreal.
Luego viene el lugar del nacimiento, que no fue Belén de Judea, al Sur del territorio –como quieren las versiones políticamente interesadas de su tiempo-- sino en Nazareth, al Norte. O sea, no en territorio de Judá, sino de Israel. Y esto no es algo meramente circunstancial o un detalle sin importancia, sino que tiene implicancias de largo alcance.
Pero además, los negadores de Jesús, aquellos a quienes les rechina la sola pronunciación de su nombre, se han esforzado --¡y vaya si lo han conseguido!— en comercializar la fecha, en trivializarla, y en crear sujetos ficticios que remplacen u oculten al principal personaje de la Navidad, que obviamente, es Jesús, y ningún otro.
Entonces aparecen Santa Claus, o Papá Noël, y todo se reduce a una fiebre por comprar, azuzada deliberadamente por una verdadera inundación de mensajes publicitarios por todos los medios posibles. Esto acompañado del famoso árbol…
Y lo más ridiculo, lo más absurdo, es que las iglesias mismas, han caído en esa sutil trampa, y en sus templos arman arbolitos, y ponen regalos, etc.
Jesús queda oculto, ni mencionado. ¿Qué se celebra en Navidad? le preguntaron a un niño, y éste muy inocente respondió: “Que viene Santa Claus!”
Pero las iglesias –católica romana y protestantes históricas—han hecho su cuota parte también, para perder la autoridad que otrora tuvieron en los pueblos.
¿Con qué autoridad y autenticidad, se puede proclamar el Evangelio, cuando tantos sacerdotes han cometido pedofilia?
¿Con qué honestidad intelectual pueden proclamarse valores y desafíos a ser mejor, cuando se transa y adoptan ideologías sustancialmente incompatibles con los principios cristianos (la mal llamada “teología de la liberación”) o se acepta que haya obispos gay y pastoras lesbianas?
Las iglesias pues, originalmente llamadas a vehicular el entendimiento y la compresión cabal de la Navidad, han cavado su propia fosa.
En medio de ese vacío ahora triunfan las que yo llamo corporaciones religiosas, verdaderas industrias que venden un producto llamado Jesús, y llenan sus bolsillos desde el cobro de entradas para escuchar predicar, a las ventas de libros, revistas, CDs, DVDs, adornos, tarjetas, y cuánta cosa pueda imaginarse.
También en medio de ese vacío, han aparecido las tantas y variadas formas de cultos modernos dirigidos a los “hermanos del cosmos”, o la revitalización de antiguas formas religiosas que son un sincretismo de rituales paganos con rituales católico-romanos: la umbanda, el candomblé, el vudú o la diablada, por nombrar algunos.
Por otro lado, están quienes se afanan cada día porque haya un mundo donde Jesús esté oculto, arrinconado, archivado, olvidado.
De ello, obtienen miserables pingües ganancias. Las de las corporaciones trasladándose a países donde hay mano de obra barata, y los trabajadores no están siquiera agremiados, pero son vilmente explotados.
Las de los hacedores de tatuajes, las de la enorme industria pornográfica, las de los traficantes de personas, las de los narcotraficantes, las de los políticos corruptos, las de los zares de las altas finanzas, las de las industrias bélicas, las de los que determinan los destinos del mundo tras bambalinas.
Y así vamos, y así estamos.
Nos falta, desde el acto muy simple y sencillo de reunirnos con los seres queridos, familiares y amigos en torno a una mesa, para compartir algo de comer y de beber, remontar las bajuras del mundo de la inmundicia, y elevarnos al plano de la dignidad.
Entonces, cada celebración, se transforma en un himno de victoria y de esperanza. En un cántico a la vida, superando a la muerte.
¡Siempre es posible cambiar!
Y el cambio ¡tiene que empezar por nosotros!
Queridos todos: ¡Felices Fiestas y que 2009 sea el mejor año por vivir!
enigma
P.D.: Quiero aclarar que tengo amigos que son gay, y es posible que alguna amiga fuese lesbiana, aunque es más difícil determinarlo. También tengo amigos que son partidarios de la llamada "teología de la liberación", y por supuesto otros que se oponen a ella. No le quito a nadie el derecho a creer y a desarrollar su fe. Otro tema es que la iglesia como tal, acepte entre sus miembros o autoridades, a personas que pueden resultar incompatibles con las bases fundamentales de su práctica religiosa. No es mi problema.
Wednesday, December 10, 2008
AMISTAD ENTRE UN HOMBRE Y UNA MUJER
Hay personas –especialmente mujeres— que niegan la posibilidad de que realmente exista una amistad auténtica, seria, y verdadera entre un hombre y una mujer.
Siempre creen que si algo pasa entre personas de ambos sexos, es que debajo de las apariencias debe haber algo más. Que uno de los dos está buscando algo más que amistad. Dicho sea de paso, en un concepto muy superficial o limitado de lo que es la amistad.
Quisiera entonces, personalmente, y desde aquí, negar totalmente que eso sea necesariamente así. Me complazco en tener buenas, leales y sinceras amigas, que son nada menos que eso: amigas.
Y ¿por qué un hombre habría de tener amigas? Pues porque eso es lo normal de la vida, del relacionamiento social y humano a cualquier nivel y en cualquier lado. En el deporte, en el estudio, en el trabajo, en el baile, donde sea, y también claro está, en el relacionamiento entre familias, surgen amistades. Raro sería que una mujer no pueda tener hombres amigos.
Extraño sería que un hombre no pueda tener mujeres amigas.
De modo que quienes piensan que eso no es posible, están atrasados siglos en sus conceptos, y desde el Siglo XXI que vivimos, les digo con paciencia y afecto, que despeguen, que no se queden anquilosados a un pasado totalmente superado.
Negar que un hombre y una mujer puedan ser amigos, es algo retrógrado.
Y ahora, voy a dar un paso más. El paso de la actualidad, el paso de la sociedad y la cultura actuales.
Alguien me preguntaba hace poco: ¿tú concibes que un hombre y una mujer que son amigos, lleguen en un momento a intimar y sigan siendo amigos?
Y mi respuesta directa, inmediata y sincera, fue: sí.
Porque cuando la amistad es verdadera y profunda, hay momentos muy especiales, críticos en la vida de una persona, que necesitan de la comprensión, el cariño y el consuelo de la otra. Y en esos momentos, caricas, besos, abrazos, y lo que pueda venir después, son una vía muy humana de expresar ternura, apoyo, y de ofrecer un refugio de paz y de recuperación.
Y luego…amigos como siempre. No hay nada que reprocharse mutuamente. No hay nada que presumir mutuamente más allá de aquel o aquellos momentos. No hay que hacer planes de futuro que impliquen una unión permanente o cosas semejantes.
Amigos como antes, como entonces, como después.
La intimidad no denigra a nadie, y en todo caso, enaltece a ambos, al confiarse a tal punto, y poderse mirar a los ojos con gratitud y cariño.
Por eso, hace unos años ya, escribí estas palabras, que hoy sigo sosteniendo personalmente como válidas. Titulé a esta serie de afirmaciones:
Para encontrarnos en un pasillo y darnos un “hola!”
Para escuchar tus cuitas y tú las mías
Para consolarnos y alentarnos
Para reir juntos y hacer mejor la vida
Para aconsejarte cuando lo precises
Para recibir tus consejos cuando los necesite.
Para entendernos y confiarnos mutuamente
Para conocernos más y mejor
Para mirarnos a los ojos y sentir fuerte
Para disfrutar de estar juntos
Para tener secretos entre los dos
Para saber que podemos vivir todo cuanto queramos, y seguir siendo amigos
Hubo una amiga que las leyó, y a todas dijo: sí.
A pesar de eso, nadie piense que nuestra amistad se movió al plano de la intimidad. Sí que hemos compartido cosas muy personales y tenemos secretos entre los dos.
Pero como no es la única amiga, puede haber alguna otra o alguna que esté en el futuro, a quien aún no conozco, que también diga sí a todas esas afirmaciones, y lleguemos hasta a intimar.
Sólo cuando se es profundamente humano, cuando se entienden las debilidades y necesidades del alma de forma amplia y comprensiva, es cuando en un momento de soledad, de desesperación, luego de algún acontecimiento trágico, un hombre y una mujer pueden prodigarse indistintamente, el apoyo y aliento que la otra parte necesita.
No entender esto, es no entenderse como humano, uno mismo.
Eso pienso.
enigma
Siempre creen que si algo pasa entre personas de ambos sexos, es que debajo de las apariencias debe haber algo más. Que uno de los dos está buscando algo más que amistad. Dicho sea de paso, en un concepto muy superficial o limitado de lo que es la amistad.
Quisiera entonces, personalmente, y desde aquí, negar totalmente que eso sea necesariamente así. Me complazco en tener buenas, leales y sinceras amigas, que son nada menos que eso: amigas.
Y ¿por qué un hombre habría de tener amigas? Pues porque eso es lo normal de la vida, del relacionamiento social y humano a cualquier nivel y en cualquier lado. En el deporte, en el estudio, en el trabajo, en el baile, donde sea, y también claro está, en el relacionamiento entre familias, surgen amistades. Raro sería que una mujer no pueda tener hombres amigos.
Extraño sería que un hombre no pueda tener mujeres amigas.
De modo que quienes piensan que eso no es posible, están atrasados siglos en sus conceptos, y desde el Siglo XXI que vivimos, les digo con paciencia y afecto, que despeguen, que no se queden anquilosados a un pasado totalmente superado.
Negar que un hombre y una mujer puedan ser amigos, es algo retrógrado.
Y ahora, voy a dar un paso más. El paso de la actualidad, el paso de la sociedad y la cultura actuales.
Alguien me preguntaba hace poco: ¿tú concibes que un hombre y una mujer que son amigos, lleguen en un momento a intimar y sigan siendo amigos?
Y mi respuesta directa, inmediata y sincera, fue: sí.
Porque cuando la amistad es verdadera y profunda, hay momentos muy especiales, críticos en la vida de una persona, que necesitan de la comprensión, el cariño y el consuelo de la otra. Y en esos momentos, caricas, besos, abrazos, y lo que pueda venir después, son una vía muy humana de expresar ternura, apoyo, y de ofrecer un refugio de paz y de recuperación.
Y luego…amigos como siempre. No hay nada que reprocharse mutuamente. No hay nada que presumir mutuamente más allá de aquel o aquellos momentos. No hay que hacer planes de futuro que impliquen una unión permanente o cosas semejantes.
Amigos como antes, como entonces, como después.
La intimidad no denigra a nadie, y en todo caso, enaltece a ambos, al confiarse a tal punto, y poderse mirar a los ojos con gratitud y cariño.
Por eso, hace unos años ya, escribí estas palabras, que hoy sigo sosteniendo personalmente como válidas. Titulé a esta serie de afirmaciones:
Podemos ser amigos
Para encontrarnos en un pasillo y darnos un “hola!”
Para escuchar tus cuitas y tú las mías
Para consolarnos y alentarnos
Para reir juntos y hacer mejor la vida
Para aconsejarte cuando lo precises
Para recibir tus consejos cuando los necesite.
Para entendernos y confiarnos mutuamente
Para conocernos más y mejor
Para mirarnos a los ojos y sentir fuerte
Para disfrutar de estar juntos
Para tener secretos entre los dos
Para saber que podemos vivir todo cuanto queramos, y seguir siendo amigos
Hubo una amiga que las leyó, y a todas dijo: sí.
A pesar de eso, nadie piense que nuestra amistad se movió al plano de la intimidad. Sí que hemos compartido cosas muy personales y tenemos secretos entre los dos.
Pero como no es la única amiga, puede haber alguna otra o alguna que esté en el futuro, a quien aún no conozco, que también diga sí a todas esas afirmaciones, y lleguemos hasta a intimar.
Sólo cuando se es profundamente humano, cuando se entienden las debilidades y necesidades del alma de forma amplia y comprensiva, es cuando en un momento de soledad, de desesperación, luego de algún acontecimiento trágico, un hombre y una mujer pueden prodigarse indistintamente, el apoyo y aliento que la otra parte necesita.
No entender esto, es no entenderse como humano, uno mismo.
Eso pienso.
enigma
Thursday, December 4, 2008
VOLVER A EMPEZAR
Volver a empezar se presenta aparentemente como algo muy dificil, casi un imposible. Y sin embargo, en mi propia vida, he tenido –según me dijeran varias personas-- algo que nunca pensé: “coraje” me expresaron. El coraje de comenzar de nuevo.
Reflexionando sobre eso, debí reconocer que tenían razón. No había pasado siquiera por mi mente, pero visto en perspectiva, sí, tuve coraje, me jugué, me ayudó mi fe, y conocerme a mi mismo, mis capacidades y limitaciones. Me ayudaron mi educación, mi nivel cultural y mis valores.
Es cierto que a veces todo ello no es suficiente. Que entrar en una nueva situación, una nueva cultura, sociedad, costumbres, forma de vida, no es facil, y a veces se hace una cuesta arriba demasiado empinada.
Eso pasó. Y eso logré.
Pero hay muchas otras instancias que implican un volver a empezar.
Por supuesto que con nosotros, como sombra que nos acompaña, va toda una experiencia de vida. Somos quienes somos y como somos, y eso determina respeto y consideración en redor.
Pero volver a empezar, significa no obstante plantearse un nuevo punto cero.
A veces es un borrar y cuenta nueva.
Es dar vuelta la página, es decir adiós a un montón de cosas, y decir bienvenidas a otras que intuimos o percibimos pero que no conoceremos hasta vivenciarlas, y ya estaremos entonces en la nueva relidad.
Cuando el pasado nos pesa mucho, tenemos la tentación y la inercia de dejar pasar los días, meses y hasta años, sin tomar una decisión.
Y cada día que pasa, es una puerta que se cierra o que hemos dejado cerrar.
Entonces sobreviene de pronto la urgencia de volver a empezar. El paso es doloroso, se nos hace dificil tal vez el momento mismo de cerrar definitivamente un presente, para abrirnos a un futuro.
Pero eso es vivir. Vivir es confiar, vivir es arriesgar a equivocarnos, sentir que estamos vivos, es en medio de toda esa experiencia, saber que nuestra mente está ágil y fresca, y que nuestro corazón es capaz de latir a tambor batiente.
El otro aspecto de volver a empezar, es tener la certeza y serenidad de que hemos meditado suficientemente el paso que vamos a dar. No se trata de una decisión al vuelo, irracional, o meramente emocional.
Es una decision con los pies en la tierra.
Pero no dudes amiga, amigo, si debes tomarla. No te cierres un futuro distinto, que puede ser tuyo ¡ya hoy mismo!
Que el pasado y el presente no te pesen como para transformarse en barreras infranqueables. No hay barrera que no podamos superar si nos lo proponemos.
A veces el viento no viene de popa, no corre a nuestro favor, y tenemos que esperar el momento oportuno para un giro del timón. ¡Pero estemos listos para darlo!
Quiero subrayar que tiene que ser una decisión bien medida, bien meditada. Porque lo más probable es que una vez que la hemos tomado ya las circunstancias en torno nuestro cambien de tal manera, que una vuelta atrás, sea imposible.
El que puesto a arar la tierra mira hacia atrás, no puede trazar surcos rectos y paralelos.
No sirve mirar para atrás.
Vivir es mirar para adelante a partir del presente.
Y por eso, siempre es posible partir de un nuevo punto cero, y volver a empezar.
enigma
Subscribe to:
Posts (Atom)