Wednesday, December 10, 2008

AMISTAD ENTRE UN HOMBRE Y UNA MUJER

Hay personas –especialmente mujeres— que niegan la posibilidad de que realmente exista una amistad auténtica, seria, y verdadera entre un hombre y una mujer.

Siempre creen que si algo pasa entre personas de ambos sexos, es que debajo de las apariencias debe haber algo más. Que uno de los dos está buscando algo más que amistad. Dicho sea de paso, en un concepto muy superficial o limitado de lo que es la amistad.

Quisiera entonces, personalmente, y desde aquí, negar totalmente que eso sea necesariamente así. Me complazco en tener buenas, leales y sinceras amigas, que son nada menos que eso: amigas.

Y ¿por qué un hombre habría de tener amigas? Pues porque eso es lo normal de la vida, del relacionamiento social y humano a cualquier nivel y en cualquier lado. En el deporte, en el estudio, en el trabajo, en el baile, donde sea, y también claro está, en el relacionamiento entre familias, surgen amistades. Raro sería que una mujer no pueda tener hombres amigos.

Extraño sería que un hombre no pueda tener mujeres amigas.

De modo que quienes piensan que eso no es posible, están atrasados siglos en sus conceptos, y desde el Siglo XXI que vivimos, les digo con paciencia y afecto, que despeguen, que no se queden anquilosados a un pasado totalmente superado.

Negar que un hombre y una mujer puedan ser amigos, es algo retrógrado.

Y ahora, voy a dar un paso más. El paso de la actualidad, el paso de la sociedad y la cultura actuales.

Alguien me preguntaba hace poco: ¿tú concibes que un hombre y una mujer que son amigos, lleguen en un momento a intimar y sigan siendo amigos?

Y mi respuesta directa, inmediata y sincera, fue: sí.

Porque cuando la amistad es verdadera y profunda, hay momentos muy especiales, críticos en la vida de una persona, que necesitan de la comprensión, el cariño y el consuelo de la otra. Y en esos momentos, caricas, besos, abrazos, y lo que pueda venir después, son una vía muy humana de expresar ternura, apoyo, y de ofrecer un refugio de paz y de recuperación.

Y luego…amigos como siempre. No hay nada que reprocharse mutuamente. No hay nada que presumir mutuamente más allá de aquel o aquellos momentos. No hay que hacer planes de futuro que impliquen una unión permanente o cosas semejantes.

Amigos como antes, como entonces, como después.

La intimidad no denigra a nadie, y en todo caso, enaltece a ambos, al confiarse a tal punto, y poderse mirar a los ojos con gratitud y cariño.

Por eso, hace unos años ya, escribí estas palabras, que hoy sigo sosteniendo personalmente como válidas. Titulé a esta serie de afirmaciones:

Podemos ser amigos

Para encontrarnos en un pasillo y darnos un “hola!”
Para escuchar tus cuitas y tú las mías
Para consolarnos y alentarnos
Para reir juntos y hacer mejor la vida
Para aconsejarte cuando lo precises
Para recibir tus consejos cuando los necesite.
Para entendernos y confiarnos mutuamente
Para conocernos más y mejor
Para mirarnos a los ojos y sentir fuerte
Para disfrutar de estar juntos
Para tener secretos entre los dos
Para saber que podemos vivir todo cuanto queramos, y seguir siendo amigos

Hubo una amiga que las leyó, y a todas dijo: sí.

A pesar de eso, nadie piense que nuestra amistad se movió al plano de la intimidad. Sí que hemos compartido cosas muy personales y tenemos secretos entre los dos.

Pero como no es la única amiga, puede haber alguna otra o alguna que esté en el futuro, a quien aún no conozco, que también diga sí a todas esas afirmaciones, y lleguemos hasta a intimar.

Sólo cuando se es profundamente humano, cuando se entienden las debilidades y necesidades del alma de forma amplia y comprensiva, es cuando en un momento de soledad, de desesperación, luego de algún acontecimiento trágico, un hombre y una mujer pueden prodigarse indistintamente, el apoyo y aliento que la otra parte necesita.

No entender esto, es no entenderse como humano, uno mismo.

Eso pienso.

enigma





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