Tuesday, January 10, 2012

Recordando a Don ROMEO FIORE



Pienso firmemente que los homenajes a personalidades descollantes, hay que hacerlos en vida, y no póstumamente.


Entre otras razones, porque los homenajeados tienen el legìtimo derecho de saberse tales, y de saberse reconocidos. Se lo merecen.


Por eso, me dio una gran satisfacción, cuando la Dra. Adela Reta, por entonces Ministra de Educación y Cultura de Uruguay, bajo la presidencia del Dr. Julio Ma. Sanguinetti, organizara un homenaje al Prof. Carlos Etchecopar, Director del Observatorio Astronòmico de Enseñanza Secundaria, y uno de los que contribuyó estupendamente a la formaciòn de astrónomos profesionales en el Uruguay.


Fue mi privilegio estar en ese acto de homenaje, y estrechar la mano del entonces ya respetable anciano que era Etchecopar.


Lo cito anecdóticamente, porque hoy, no sé por qué, de pronto vino a mi mente la persona de Don Romeo Fiore, un periodista excepcional, maestro sin duda de periodistas, por la forma en que ejerció su profesión.


Le recuerdo ya jubilado, con su cabello cano, sus bigotes, su hablar pausado y su voz atiplada. "Ud. escribe bien, pero tiene que aprender a sintetizar"...me decìa. "Le voy a mostrar cómo se puede decir lo mismo con menos palabras". Yo lo admiraba por su magnifico don de síntesis, por su apego a la ortografìa, a las reglas del idioma. Eso que estaba en la médula del trabajo periodìstico màs allá de la vocación y la inspiración.


Don Romeo Fiore, fue, sin proponérselo, mi mentor. Y fue un amigo, y un hermano en la fé.


Quise para este recuerdo, tener una foto de él. Me ha sido imposible. Su natural modestia es como un mensaje que atraviesa el tiempo: mejor que conocerle por su foto, es conocerle por quien fue.


Entonces, elegí una màquina de escribir, su instrumento de comunicación de entonces, cuando la computación a nivel personal era una quimera. Tal vez la más fiel representación de lo que entonces significaba teclear con fuerza para llenar las hojas pautadas que había en las redacciones de los diarios y periódicos.


Siempre recuerdo una última conversación con él junto a su lecho de enfermo, en el Hospital Italiano de Montevideo.


Pero mucho antes que eso, recuerdo su sonrisa cuando decía: "los médicos me dieron un plazo, y yo ya llevo màs de un año que pasé ese plazo, así que estoy viviendo de regalo", ¡y vaya si apreciaba ese regalo de la vida!


Un dìa que fui por la Asociación de la Prensa Uruguaya, a la que estaba afiliado cuando trabajé en Uruguay como periodista profesional, me encontré en una pared, con un retrato de Don Romeo. Me detuve a mirarlo, una emoción recorrió cual electricidad todo mi cuerpo. Y me dije: "Ud. se lo merece Don Romeo". Sí, de alguna manera, era necesario recordar con su imagen a alguien que honró la noble profesión tan denostada, y bastante venida e menos, en tiempos recientes.


Es que a los brutos, a los ordinarios, a los dictadores o aprendices de tal, la prensa ejercida con libertad --única manera de ejercerla-- no les cae bien. Nunca les caerá.


Desde este acá, ¡salud Don Romeo! ¡por la eternidad!


enigma

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