Wednesday, July 17, 2013

ARMÁNDOSE DE UNA CORAZA

Circunstancias hay  en que es menester armarse de una coraza, cual la que muestra la foto adjunta.

Una coraza invisible, pero tanto más real y eficaz que la mismísima de acero. Una que nos permita soportar, enfrentar y superar los dardos del enemigo.

Los dardos de la maledicencia, los del desprecio, los de la envidia, los de una absurda omnipotencia, los de la prepotencia, los de la falta de modestia, los de la arrogancia y el insulto.

Lamentablemente hay seres humanos que muestran poco de tales, y mucho de ambición desmedida, presuntuosidad, y buscar escalar posiciones pisando cabezas.

Todo eso tristemente existe, y especialmente suele encontrarse en los ámbitos laborales.

Es entonces cuando hay que desarrollar esa coraza. Que en primera instancia, significa hacer oídos sordos a mucha cosa que como chisme y rumor suele echarse a andar por parte de gente hueca, de gente mediocre y vacía.

Luego --si ello es necesario-- con coraje, y con la calma y serenidad que dan la certeza propia, y un sentido de justicia, defender lo propio y dejar las cosas en claro.

Un tercer paso, como parte de una expresión de esa coraza invisible pero efectiva, es rodearse de personas afines a uno, que lo entienden, aprecien y valoren. Y si ello aún no fuese suficiente, buscar el respaldo de alguien por encima de los mediocres, por aquello de que "el que no tiene padrino, muere infiel".

A veces es necesario lograr que alguien de más arriba en la escala jerárquica nos respalde, saque la cara por nosotros, y se la juegue si es necesario. Eso se logra trabando buenos contactos, y haciendo amistades positivas que en su momento pueden transformarse en piezas estratégicas.

Todo ello no debería ser necesario, pero lo es, porque de lo contrario la diatriba y la difamación ganan un terreno que no les corresponde, y nosotros terminamos "pagando los platos rotos".

El efecto puede afectar aún nuestra salud. De modo que hay que estar alertas, y no ceder terreno a la iniquidad.

Hay que darse a conocer tal cual se es, y hacer que se nos aprecie por cómo somos y qué hacemos. Ganar el apoyo y la simpatía de compañeros/as de labor, y así hacer cada vez más gruesa y más fuerte esa coraza protectora.

Porque nunca se sabe cuándo la podemos necesitar.

enigma

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