Es el mes en que se recuerda la cruzada libertadora de los 33 Orientales que llegaron a la Playa de la Agraciada, el 19 de Abril de 1
Pero para mi es el mes de Alicia.
Aquí se la ve feliz, luego de una caminata por el bosque en el Nottoway Park, en Virginia.
En cuestión de horas más estaré viajando, y por eso, me adelanto a escribir algo recordando a quien fue mi esposa durante 39 años: Alicia Trillo Alvariza.
Es de las personas
que se fue antes de tiempo. Cinco años menor que yo, podría actualmente estar
viviendo, disfrutando a su nieto, y haciendo todas las cosas que ella era capaz
de hacer, menos continuar trabajando, porque supongo que habría decidido
retirarse, o tal vez no.
La actividad fuera
del hogar siempre formó parte de su vida. Desde que siendo soltera ejerció el
magisterio.
Pero fuera de eso, la
vida en el hogar era lo más importante para ella.
La recuerdo con
ternura, con la tristeza enorme que me provocaron sus últimos días al verle
impresionantemente disminuida, y también con su espíritu indomeñable, que no se
dejó vencer anímicamente por el cáncer hasta que ya no tuvo más fuerzas. Pero
lucho dos años y medio con la enfermedad, y su doctora me dijo: de no ser por
el espíritu que tiene, habría fallecido ya hace un año.
A veces llego a
pensar cuán buen esposo puedo haberle sido, pero me queda la certidumbre cabal
de que la acompañé hasta el mismo instante en que expiró, el 18 de Abril de
2010, a las 4:37 de la tarde, y le proporcioné todos los cuidados y
preocupaciones que su enfermedad determinó y me despertó.
Proveerle la comida
adecuada, estar atento a las horas y dosis de varios medicamentos, llevarla a
sus sesiones de quimioterapia y a sus citas médicas, buscar segundas y terceras
opiniones de médicos oncólogos, llegar a hacer una consulta con un experto de
la prestigiosa Universidad Johns Hopkins y dar los pasos necesarios para intentar un tratamiento experimental en los
Institutos Nacionales de Salud. Lamentablemente una intensa tormenta de nieve
atrasó las citas médicas, y cuando acudimos ya prácticamente era tarde para
hacer algo. Ella misma no soportaba el viaje desde Virginia a Maryland.
Sanar sus heridas y
colocarle vendajes especiales en su cuerpo todos los días, fue toda una odisea
para mí, que psicológicamente no soporto ver sangre, y tuve que sobreponerme a
ello.
Mi mayor recompensa
fue que un día, en su última semana de vida, cuando ya casi no podía ni hablar,
me pidió que me acercara a su oído y me dijo “I love you”, y le respondí, yo
también, dándole un abrazo.
Alicia fue tremenda
maestra vocacional. De la que era capaz de dar clase a sus niños, aún sin
contar con material didáctico para hacerlo, usando cualquier cosa que tuviese a
mano.
En el camino de la
educación, y por mérito propio, llegó mediante concurso a ser Directora, cargo
que ejerció hasta venir a Estados Unidos.
Aquí siguió su labor
docente trabajando con pre-escolares.
Dos madres que tenían
hijos pre-escolares, cuando nuevamente tuvieron familia, decidieron ponerle a
sus hijas el nombre Alicia, en honor a ella.
Sin embargo, hubo un
momento en que decidió cambiar de actividad, y obtuvo empleo como vendedora de
una tienda de ropa maternal. Una de sus mayores felicidades era cuando las
madres luego de tener sus bebés, iban a presentárselos.
Alicia fue una madre
y abuela excepcional. Se dio en amor por su hijo cuanto por su nieto al que
disfrutó todo lo que pudo.
Le gustaban el cine,
el baile y los viajes. Disfrutaba de la amistad de otras colegas en quienes
dejó un recuerdo imperecedero.
Aquí en Estados
Unidos, aprendió a usar el idioma inglés y a manejar vehículos, y fue una
excelente conductora.
Siempre fui consciente
del sacrificio que representó para ella su venida a Estados Unidos, dejar
Uruguay, la escuela pública, sus alumnos, sus padres, su hermano, sus
amistades, el país todo.
Pero llegó a apreciar
y valorar que en breve tiempo nos fue posible aquí tener un estándar de vida
que habría sido muy difícil de lograr –si acaso— de habernos quedado viviendo
en Uruguay.
Y tal vez una de sus
felicidades mayores fue ver a nuestro
hijo, Juan-Pablo, graduarse de su
Doctorado en Ciencias de la Computación, como culminación de años de estudio en
los que siempre obtuvo las mejores notas y los mayores lauros.
Se cumplen este mes
siete años de la desaparición física de Alicia. Su memoria perdurará para siempre en el corazón de todos quienes la conocieron.
enigma
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Esta semana en Compartiendo en Video: "La falta de respeto es violencia"
https://www.youtube.com/watch?v=RcvoTzVkOXY&feature=youtu.be
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