Sí amigos, he retornado a la ciudad que me vio nacer y
en la cual viví durante 45 años.
Una vez más de visita, escapando al cruel invierno de
Iowa City –en el Norte de EE.UU.— para saborear la tibieza del sol, un cielo
azul, y algo más.
Llevo escasas 96 horas en Montevideo, la capital de
Uruguay.
Una vez llegado al pequeño pero funcional y hermoso
aeropuerto internacional que debería llevar el nombre de “Presidente Jorge
Batlle”, tomé el camino hacia la ciudad misma a través de la Avenida Italia.
La primera y fuerte impresión es la de una ciudad
decadente. Muchas viviendas viejas y mal mantenidas o decididamente
descuidadas. Y luego, una abusiva, vandálica
y repugnante presencia de “graffiti” que representa una contaminación visual
imposible de soslayar.
Eso revela que no hay autoridad que vigile, controle e
impida que la ciudad esté en tan deplorables condiciones atacada de grafitismo.
Cierto que hay otras zonas de la ciudad que lucen
limpias, prolijas, con edificios nuevos, donde seguramente sus propios
habitantes cuidan de mantenerlas en buen estado. Esas son las zonas que han de
provocar el placer del turista estadounidense o europeo se va a sentir cómodo y
a quien le van a agradar.
Pero el estado de decrepitud es general, y se extiende
al mismo centro de la ciudad.
El montevideano acostumbrado a vivirlo todos los días
ha perdido la sensibilidad para notarlo.
Dejando de lado esas cosas, me regocijo en las
expresiones de alegría al recibirme, en la felicidad de múltiples reencuentros,
en la empatía de colegas periodistas, de astrónomos y de los amigos que están
coordinando reuniones conmigo, en las invitaciones a programas de radio o TV, a
dar conferencias y a compartir almuerzos o cenas.
En esencia, en lo que más importa: el aspecto humano.
Por otro lado, además de un clima veraniego agradable,
en Montevideo se disfruta de más y mejor comida que en Iowa City. Se obtiene a
mejor precio, y hay una variedad que no se conoce en Estados Unidos. En Uruguay se puede comer muy bien.
Todos estos factores juntos hacen que a poco de llegar,
mi estadía me esté resultando muy agradable, y a la vez promisoria.
Pero sobre todo, destaco la interrelación humana, abierta, cálida. Las expresiones de cariño, de afecto, de verdadera amistad. Eso que dífícilmente se tiene y se alcanza en Estados Unidos.
Así lo deseo de corazón.
enigma
Textos protegidos por derechos de autor
En YouTube ver: "Sobre la Esperanza"
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