Nueve años, cuando el
18 de Abril de 2010, Alicia, mi esposa, partió hacia la eternidad.
Años que se han hecho
largos, por momentos tediosos, difíciles de vivir en soledad.
Y si bien hasta hubo
amistades que me aconsejaron mudarme, para no seguir viviendo en la casa que me
traería permanentes recuerdos de ella, sigue presente en mi persona, dentro mío.
Pero además sigue
presente en las tantas cosas que compartimos y que siguen acompañándome. Cosas
que constituyen el hogar mismo y las maneras de usarlas y de guardarlas. Ella tenía su orden, y yo lo continúo.
Esencialmente,
siento la ausencia de su presencia misma, de su voz, de sus pensamientos, de
dialogar y tomar juntos resolución sobre diversos temas.
Alicia era muy lógica
y muy creativa también.
Por cierto que aunque
extrañaba a su familia que había quedado allá en Uruguay, disfrutó mucho la
vida acá en Estados Unidos. Pudo tener distintos trabajos y en todos ellos muy
bien considerada y desempeñándose con calidad y soltura.
Pudo hacerse de
amistades, que la querían muy bien.
Como buena ama de
casa, disfrutaba de poner una mesa con productos de variada procedencia,
especialmente de diversos países de Europa.
Aprendió a conducir
un vehículo, y resultó una excelente automovilista. Tenía además, una
envidiable memoria geográfica.
Siempre destacaré su
vocación por la educación, su dedicación a nuestro hijo Juan-Pablo y luego a su
nieto Benjamin.
Un año fuimos a
Europa juntos. Estuvimos en Ginebra, Suiza, y en París, donde –por supuesto— visitamos
la Catedral de Notre Dame. Subimos al Mont Blanc, y conocimos Chamonix. Pero también estuvimos en Holanda, donde pasamos
unos días en la ciudad de Alkmaar y luego visitamos Dem Helder, sobre el Mar
del Norte.
Siempre vivimos en el
Condado de Fairfax, en el Norte del Estado de Virginia, muy cerca de Washington
D.C., pero conocimos Annapolis y varios lugares del Estado de Maryland, entre ellos Baltimore, desde cuyo aeropuerto viajó varias veces hacia Montevideo, pasando por Chile. Fuimos
a la ciudad de Nueva York y a Syosset. También viajamos a Florida, donde
recorrimos el área de Palm Beach, Jacksonville y el histórico pueblo de St.
Augustine.
En el propio Estado
de Virginia fuimos a conocer Richmond, la capital, y Norfolk con la base naval
del Atlántico, pero además veranemos en Virginia Beach.
Y en ocasión del
matrimonio de mi hijo, conocimos Stockton, lugar de mis consuegros, y las
ciudades cercanas de Manteca y Lathrop, en California.
A Alicia le gustaba viajar, conocer lugares y gente.
Cuanto más tiempo
pasa, más valoro la calidad de ser humano que era ella. Me siento orgulloso de
que haya sido mi esposa.
Milton W. Hourcade
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