Saturday, February 7, 2009

VOLVIENDO A LA CALMA


Ciertos instantes de la vida pasan, y se diluyen, como la ola en el mar, como la nube en el cielo.

A veces son esos instantes agitados, donde todo en derredor parace que se sacude y revuelve, como movido por el eje de una lavarropas. Pero luego, como un remanso, como pasada la tormenta, vuelve la calma. Las aguas retornan a su cauce.

La vida continúa, más o menos placentera, con sus altos y bajos, pero dentro de lo previsible, de lo cotidiano, de la normalidad si así le podemos llamar.
Y en realidad eso es lo que tiene que ocurrir cuando no existen bases suficientes, lógicas, y accesibles, para transformar una realidad presente, en otra quimérica o teórica.

Si los sentimientos fueran el único fundamento para orientar nuestra vida, andaríamos muy perdidos, pues tendriamos múltiples variaciones.
Ellos son importantísimos y ocupan su lugar, pero también lo son el pensamiento, la racionalidad, el sentido lógico, la responsabilidad individual y social, el uso inteligente de la libertad.

Nuestros sentimientos se tienen que ver compensados o complementados por todos estos otros factores que integran nuestro ser, nuestra persona, para que seamos cabalmente humanos.


No es que se terminen nuestras ilusiones, nuestro soñar despiertos, nuestros anhelos, nuestros deseos. No. Pero sí que todos ellos son encausados dentro de márgenes claros, adecuados, necesarios.


Nuestra imaginación puede remontarnos muy alto, pero la realidad se encarga de traernos rápidamente a tierra. Y en esas circunstancias, es mejor que tenamos un aterrizaje suave, de calidad.


Por el camino, siempre quedan experiencias, momentos, placideces, pero nunca debemos dejar de ser quienes somos. De los principios no se abjura.


A veces nuestra apertura emocional da lugar a circunstancias imprevisibles y a diálogos fecundos. ¡Bienvenidos! Pero nuestra apertura nunca puede ser tal que nos ponga en riesgos innecesarios.

Confieso que por ser transparente, a veces digo demás, o cometo el error de compartir cosas muy personales, dejando de lado el debido resguardo de la privacidad.

No es que me hayan invadido, sino que me he dejado invadir, en cierto modo.


Ha sido por pura bondad.

Ahora, tomo la brújula y me reoriento. Lo necesito, para continuar mi camino.

enigma

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