Saturday, July 18, 2009

CUANDO TODOS LOS DÍAS SON DOMINGO...


Para algunos ociosos, por no decir vagos de alma, éste sería el ideal de vida, siempre que –de alguna manera—tuvieran tan siquiera dinero para subsistir y sacarse algunos gustos.

Conozco gente de cierto país cuya filosofía esencial es vivir trabajando lo menos posible. Eso sí, reclamar ejerciendo toda la presión capaz de generar, para tener aumentos salariales, pero…no esforzarse, no asumir demasiadas responsabilidades, --si ninguna, mejor—y sobre todo, descansar y farrear.

Por eso, se decreta –aunque no oficialmente—que “el país en serio” retorna de casi 5 meses de vacaciones, andado abril.

Es como una especie de verano, mezclado con carnaval, y Semana Santa, con toda la irresponsabilidad posi
ble aunada, ¡para vivir sin trabajar.

Es la misma gente que cuando decide irse a vivir al exterior (porque el país en que está no aguanta tanta desidia y estupidez juntas) se queja de que tiene que trabajar, en serio. Y extraña…¿Qué extraña?, ah, la parrillada, el picado en la playa o en una plaza, jugando al fútbol con amigos o circunstanciales, la pizza de tal lugar, y los ravioles de la abuela. El domingo en el estadio, la barra para tomar vino o cerveza, el boliche tal para “sacudirse las pulgas” (como me gusta decir), y….¿Eso es un sentido de nacionalidad, de pertenencia a una sociedad dada, de convergencia de la historia de un país en uno mismo? ¿tienen esas cosas extrañadas, algo que indique esfuerzo personal, dedicación, sentido para la existencia, filosofía de vida, nivel cultural, sentido de responsabilidad, amor al trabajo?


La respuesta se las dejo a ustedes, amigos lectores.

Desde mi propia experiencia, puedo decirles que cuando se pasa a vivir una existencia en que todos los días son domingo, ni aún la creatividad personal, el gusto por escribir, por comunicarse, el cariño profundo por los amigos, la internet, la investigación de datos, la lectura, la gimnasia, el deporte, visitas y salidas, son capaces de impedir que llegue el momento en que nos empecemos a sentir inútiles, aburridos hasta el hastio, y con un deseo enorme de e
star activos, ocupados en algo que vale la pena, sirviendo a otros, siendo más nosotros mismos, alternando con otra gente, etc.

Por eso, el trabajo es siempre una bendición. No es sólo un medio con que ganarse la vid
a, es mucho más que eso. Es una necesidad a través de la cual uno mismo moldea su personalidad. Es una forma de ser útil a la sociedad, y de trascenderse.

Es el contacto diario con otras personas, y el ejercicio de una actividad responsable.


El trabajo enaltece, la holgazandería deteriora y margina.

Triste es la situación de los desempleados, que se sienten como con las manos y los brazos cortados.

Las crisis económicas tienen siempre al desempleo como una de las secuelas inevitables.

Pero en la circunstancia de desempleo, no hay que cruzarse de brazos, desesperarse, y pretender vivir solamente de la ayuda social mientras ésta dure.

Ahí más que nunca, hay que aguzar la imaginación, y buscar aún en áreas diferentes a las conocidas, en las que uno ha ejercido su labor anteriormente, a aquellas que –como empresa unipersonal o familiar-- o en asociación con amigos, pueda ser una solución.

Buscar también en empresas ya existentes, en tareas que tal vez haya que aprender, pero la cosa es estar activo, volver a trabajar, sentirse útil y aportando a la familia. Vivir no de lo que el Estado puede dar por un momento, sino de lo que uno mismo puede proveerse trabajando.

Y la finalidad de trabajar no es tener más cosas, o ganar más. Primero que nada es tener un estilo de vida, es tener valores éticos en juego, es edificarse a uno mismo como persona, es respetarse y hacerse respetable.

Es tener dignidad, es poder mirar a los demás con la frente en alto, sabiéndose util para la sociedad, y no un parásito.

¡Dichosos los que tienen trabajo! ¡Dichosos los que tienen ganas de trabajar!.

Y ahora, a mis amigas y amigos, les dedico este vídeo.




enigma

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