Monday, July 27, 2009

EN LA SENCILLA CALMA

En la sencilla calma, de un día solitario, pienso y medito, (ergo, sum?)….

¿Soy entonces? No, no creo ser. Porque el ser humano no existe aislado de los demás. Porque somos interdependientes con los otros, porque estamos hechos para vivir en sociedad.

La soledad abruma, por momentos se hace intolerable, insostenible.

Es buena para apartarnos momentáneamente del mundanal ruido. Pero no es buena como estado permanente de nuestra existencia.

Por eso el Ser en Si consideró que no era bueno que el hombre estuviese solo, y le hizo una “ayuda idónea”, de su ADN creó a Eva, y se la dio para que los dos fuesen uno, o sea, fuesen humanidad.

Porque para que haya humanidad, son menester Adán y Eva, ni Adanes solos, ni Evas solas.

Es de la unión de ambos que surge, se sostiene, y es posible ser humanos, y vivir en medio de la humanidad.

La existencia del ser humano pues, se nutre del encuentro de ambas partes para constituír lo humano completo.

Y por eso es que se da la permanente búsqueda de las partes, y el encuentro es celebración de vida.

Y por eso las hormonas y los neurotransmisores juegan su papel en la base física de nuestros cuerpos. Pero no sólo somos cuerpos, pues construímos ideas abstractas que van más allá del cuerpo, así como somos capaces de desarrollar sentimientos maravillosos, el más excelso de todos los cuales: el amor.

Cuando el amor está, todo a nuestro derredor se transforma. No estamos solos, aunque nadie nos acompañe en el momento.

Es cierto que el amor demanda, requiere, exige un encuentro personal, y más que un simple encuentro, requiere convivir, es el deseo de estar juntos, unidos en todo.

No escapa a nuestra consideración que hay amores difíciles (me resisto desde lo más hondo de mi ser a usar la palabra “imposibles”).

Pero tal vez esas mismas cosas que les hacen dificiles, paradógicamente les hacen más atractivos, más fuertes, porque hay en primer lugar un deseo enorme de abrir vías de posibilidad. Y en segundo lugar, porque las dificultades les tornan en desafíos a vencer. Y el ser humano es por naturaleza luchador, derrotador de barreras, superador de obstáculos.

Es de la propia esencia humana el transformar en posible lo que parecía que no lo era.

¿Quién nos hubiera dicho que podíamos transmitir sonido a miles de kilómetros de distancia? ¿y qué decir de las imágenes?, y ¿quién podía pensar apenas décadas atrás, que seríamos capaces de pisar un suelo que no fuese el de esta Tierra?

Todo es posible si existe la voluntad de hacerlo tal, y por sobre todo, si existe la genialidad para idearlo, planificarlo y desarrollarlo.

Por supuesto que no es facil. Pero justamente eso constituye el mayor acicate, para buscar lograrlo y cuando se llega a la meta, se obtiene el premio de haberse demostrado a uno mismo, que se es capaz, pero mucho más que eso, que se ha abierto una vía verdadera, concreta, real, por la cual el amor podrá derramarse a raudales, sin que ya nada ni nadie lo detenga.

La soledad se transforma entonces en situación expectante, que tan sólo aguarda su realización, para un cambio sustancial y de fondo.

Esta soledad acompañada, esta soledad preñada de sueños que se quiere realizables, es una experiencia fecunda, cuando está llena de amor.



enigma

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