Monday, October 12, 2009

HACER PLANES


A todos nos gusta hacer planes. Sentimos una honda satisfacción al hacerlos y poderlos llevar a la práctica.

Es de pronto, ese viaje a Europa que postergamos durante tanto tiempo. Es visitar a familiares que están lejos, o a una persona amiga.

Es decidir hacer un curso de fotografía, o de algún idioma que nos ha quedado pendiente y con el cual tenemos un desafío planteado.

Es hacer una gestión, como obtener una visa en un consulado, o un trámite para mejorar nuestra situación laboral, o reunirse con personas de confianza para estudiar las posibilidades de establecer juntos una empresa.

Planes se hacen de todo tipo y calibre.

En parte responden a nuestra imaginación, a nuestros deseos, a nuestra curiosidasd, o a nuestros sentimientos, a nuestro afán de progresar, etc.

Pero no siempre los planes se pueden cumplir.

La vida de pronto nos asalta con variantes que no se nos habían ocurrido o que no teníamos previstas. Un accidente por ejemplo.

Me contaba hoy una compañera de trabajo lo que le sucedió a su hermana, que había estacionado momentáneamente su automóvil, la madre ya había descendido del mismo, y cuando se aprestaba a cerrar la puerta, recordó tener dentro unos medicamentos. Estiró su mano para recoger el paquete, y tal vez sin querer aflojó la palanca del freno de mano. El coche solo se empezó lentamente a desplazarse hacia atrás, quiso activar nuevamente la palanca, pero una rueda le pasó por encima de un pie. Resultado, fractura de tiba y peroné, y ahora bota de yeso y futura posible operación….

Y uno se queda pensando ¿por qué tuvo que sucederle eso?, ¿por qué ese momento fatal? Y no hay explicación.

Me pasó a mi hace un tiempo. Fui a un centro médico, al que había concurrido múltiples veces. Y luego de hacer un trámite, a la salida, trato de ver dónde había dejado estacionado, y no me di cuenta –lo llamaría el momento estúpido—que no iba a la puerta, sino a un vidrio que hay todo al costado, de techo a piso.
Literalmente, me dí la cara contra el vidrio. ¡Menos mal que éste no se rompió!

Pero la que sufrió fue mi nariz, donde los lentes me produjeron un corte, y donde se me hinchó momentáneamente, salió bastante sangre, y creí haberme roto el caballete. Por suerte eso no sucedió, aunque aún está la marca del accidente.
¿Por qué tuvo que pasar? ¿Acaso los minutos que perdí luego siendo asistido por una doctora que me examinó, y una nurse que me colocó hielo y una gasa, me libraron de algo peor? Nunca lo sabré, pero el momento no fue nada agradable.

Hay momentos pues, que de pronto traban nuestra agenda del día, o nuestros planes de futuro inmediato o a corto plazo.

Pero peor aún es la situación en la cual, debido a contingencias que no manejamos en absoluto, no podemos siquiera hacer planes.

Cuando la enfermedad de un ser querido a quien debemos acompañar y cuidar, nos plantea una interrogante acerca de su evolucion, y entonces no se puede decir por ejemplo, dentro de dos meses iré a tal lado. O me tomaré mis habituales vacaciones por febrero o marzo de 2010.

Porque de aquí a entonces no se sabe qué puede ocurrir, cómo puede estar la persona enferma, si la situación permitirá alejarse momentáneamente, emprender un viaje juntos, o qué.

Sabida es la viaje máxima de “el hombre propone y Dios dispone”.

Siempre en realidad es así. Nosotros sólo podemos proponer, pero la posibilidad cierta de que algo ocurra, están en manos del Altísimo, no de nosotros.

Mejor que planes, deberíamos hablar más modestamente de proyectos.

Tal vez hablar de proyectos, coloca todo en una situación de mayor modestia de nuestra parte.

Pero no quiero que Uds. piensen que todo termina en frustración, o en la negativa, o en los proyectos que no llegan a ser planes y se quedan sin realizar.

Hay otras cosas que nos ocurren, pero de eso, escribiré mañana. (¡es un proyecto, después de todo!).

Espero mañana estar con Uds. como hoy, para escribirlo.



enigma

No comments:

Post a Comment