Sunday, October 11, 2009

UN MUNDO A CONQUISTAR


Acabo de leer en un diario montevideano las horripilantes cifras de la incidencia de alcoholismo en adolescentes, que ya son alcohólicos a los 12 o 13 años, en Uruguay.

Y estoy hablando inclusive de niñas alcohólicas.

Una pregunta que salta inmediatamente es quiénes son sus padres, dónde están a la hora de educar, de formar una personalidad, de transmitir valores de vida.

Ha de ser –supongo—muy baja la autoestima de esas madres y padres que hoy permiten, toleran, o han bajado los brazos ante una adolescente o un adolescente alcohólico, o drogadicto.

Y para esas chicas y esos muchachitos, ¿qué futuro les espera, como no sea el peor de todos? Ser la escoria de la sociedad, estar marginalizados, no poder aspirar nunca a ser campeones de nada, grandes en nada, a realizarse personalmente en nada, como no sea a dejar pronto esta vida, embotados por la inconciencia narcótica.

De seguro que sus padres no quisieron semejantes hijas e hijos cuando les concibieron. Pero ¿qué quedó de todos sus sueños y esperanzas?.

Y si la crisis se plantea en la etapa de los estudios secundarios, cabe preguntarse con mucha razón, ¿qué valores les transmitió la escuela primaria?

Esos jovencitos desnorteados, aparentemente sin que nada sensato, serio y de real valor les atraiga, como no sea la diversión y la inconsciencia, parecen víctimas de una sociedad que no les provee ningún futuro certero. Una sociedad donde aparentemente no hay planes para ellos, ni posibilidades para todos, ni desafíos.

Pero una sociedad que se manifesta inerme ante el problema, que no lo atacó de raíz apenas hubo indicios del mismo, que no supo prevenirlo, y ahora lo tiene encima y lo va a tener cada vez más, porque en los propios profesionales y en la conducción política de esa sociedad, hay carencias de valores fundamentales, se ha instalado una tolerancia que en la práctica, resulta ser socia del crímen organizado, por más que más de uno se lave las vestiduras de que no tiene nada que ver con ello.

Digo, y repito, en la práctica. Cada médico, cada sociólogo, asitente social, psicólogo, psiquiatra, juez, etc. que no plantea claramente valores, y no plantea acciones radicales para terminar con el flagelo del alcoholismo y las drogas, es cómplice por omisión de una situación que le asegura al país, que no tiene futuro.
Y es –también por omisión- cómplice con el crímen organizado y la corrupción que explota a esos menores.

No es ético querer minimizar lo que es grave y alarmante.

No es ético querer disimular los horrores que está viviendo esa sociedad.

No es ético no hacer responsables a los padres, o no tener un programa oficial y programas privados de escuelas para padres.

No es ético promover las relaciones sexuales indiscriminadas, y sin sujeción a ningún valor, para luego tener una cantidad creciente de madres solteras, e hijos venidos al mundo en las peores condiciones.

Tampoco es ético, compararse con otras sociedades, y señalarlas como peores.

Es parte integral de la defensa nacional, de la seguridad nacional, proveer a esos padres y madres de instrucción para ser tales, y sacar a esas niñas y muchachitos de la ignominia de ser futuros nada, en una sociedad que les necesita para que cada uno haga un aporte positivo a la misma, se desarrolle como ser humano en plenitud y llegue a ser alguien.

Pero lo otro que hay que decirles a esos jóvenes, es que el mundo no se agota en los perímetros del territorio uruguayo. Que si el país no abre oportunidades, que si el país no presenta futuro, que si el país les niega participación, que si el país les aniquila esperanzas, ahí no se termina todo, ni lo es todo.

Que con seria dedicación y aplicación a los estudios, esos jóvenes tienen un mundo para conquistar.

Que hay países que –bien capacitados—les necesitan y recibirán con los brazos abiertos.

Pero ello nunca les será posible, si se cercenan desde ya el futuro, transformándose desde tan temprana edad (12 o 13 años) en alcohólicos y/o drogadictos.

enigma

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