Friday, November 13, 2009

PEDIR PERDÓN: LA OTRA CARA DE LA MONEDA

En mi última entrega, discernía acerca de la importancia de perdonar. De la necesidad finamente imperiosa de hacerlo, porque no podemos construir la vida de relación humana con reproches, revanchas y venganzas.

Eso no nos hace superarnos, sino que nos retrasa y hunde como humanos.

Hoy quiero ocuparme de la otra cara: o sea la necesidad también imperiosa, también importante, de pedir perdón.

Hay que ser consciente de las propias ofensas cometidas, de los errores, las equivocaciones, las salidas fuera de aquellos valores que hacen crecernos en estatura humana, y nos aproximan a la Divinidad.

Cuando hemos fallado –después de todo somos un producto fallido desde la Creación-- a nivel humano, debemos reconocer que nos equivocamos, que hicimos lo injusto, que provocamos daño y sufrimiento a otros, y a veces a quienes están más cerca de nosotros y menos lo merecen.

La reconciliación es el fenómeno más extraordinario que puede darse en las relaciones humanas. Eso es como una herida, que curada a tiempo, se cierra definitivamente.

La reconciliación supone por parte de quien cometió la ofensa, tomar clara conciencia de la misma, y darse cuenta del daño hecho. Y pedir perdón por ello.

Y de la otra parte, extender el perdón, lo que le hace grande, le magnifica, y realmente genera el elemento que cura la herida y luego la piel volverá a verse sana y lozana de nuevo.

Hay países y pueblos divididos por años, por errores humanos, heridas abiertas que necesitan cerrarse definitivamente.

Hay comunidades que jamás hallarán la paz, mientras sigan empeñadas en una caza de brujas que se retrotrae a acontecimientos del siglo pasado, y que no han sabido o querido superar, porque han usado las “razones” de su cacería como un elemento de pretendida unidad como comunidad.

Hay grupos humanos pequeños, compañeros de trabajo, o parejas, compañeros de vida, que también necesitan superar el pasado, curar las heridas, y mirar hacia el futuro.

Por eso, recalco, errar es humano, y perdonar es divino. Pero es también enaltecedor y decente, pedir perdón.

No hay que avergonzarse de hacerlo. Es la única forma de restablecer un vínculo armonioso. La armonía y paz que todos necesitamos.



enigma

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