Friday, August 10, 2012

Silencios... en el automóvil (Cuento)

Tiempo había pasado desde aquellos encuentros románticos y apasionados del estadounidense Frank Newton y el amor de su vida, la mexicana Claudia Lara Orozco, cuando él fue a México o cuando ella había viajado a Washington D.C.

Ahora era distinto. Se miraban y veían como amigos, claro, muy buenos amigos, amigos que se quieren mucho.

Frank había aceptado, aquella noche de lluvia en la capital mexicana, que había una barrera prácticamente infranqueable, que impedía definitivamente su sueño más dorado: unir su vida a la de Claudia de manera definitiva.

Claudia por su parte, sabía lo qué significaba para ella ese hombre, y cuánto le quería, pero también consideraba quimérico que ambos llegasen a vivir juntos, porque ella tenía su vida ya comprometida.

Con una aceptación bastante explícita y mucho de tácita, ambos se resignaron a ser buenos amigos, pero nada más.

El hecho es que Claudia había regresado a Washington. Pero el motivo principal de su presencia en la capital estadounidense, no era Frank esta vez, sino su tarea profesional.

Así las cosas, se comunicó con Frank quien la fue a esperar al Aeropuerto Nacional “Ronald Reagan” y de ahí partieron al hotel donde Claudia se iba a alojar.

Frank esperó que ella se registrara y le adjudicaran una habitación. Entre tanto se puso a leer una revista en el lobby del hotel. A los veinte minutos Claudia, ya cambiada de ropa, y puesta cómoda, se acercó a Frank y le dijo: hoy me tomo el día libre, mañana comenzará mi trabajo.

Fueron hasta el automóvil de Frank, ascendieron al mismo, Frank encendió el motor, y cuando puso en marcha su vehículo, una música comenzó a surgir por los parlantes.

Era el piano de alguien muy conocido de ambos: Ernesto Cortázar, y una serie de boleros que comenzaba con "Ay amor ya no me quieras tanto", continuaba con "Me gusta como eres", "Mi consentida" "Morenita", "Usted" y otros famosos éxitos.

Te voy a llevar a un lugar tradicional de los turistas del área. Cuando lleguemos y estés a la vista de lo que hay para ver, tal vez recuerdes que ya lo has visto…le dijo Frank.

Claudia le preguntó: ¿pero yo ya he estado allí?.. No, le respondió Frank, pero si te viene a la mente la foto que tengo en una de las redes sociales, espero que reconozcas el lugar.

--¡Ah, bueno!, dijo Claudia.

De pronto se hizo un silencio, y sólo se escuchaban las notas del bolero “Sabor a mi”, así transcurrió un rato, hasta que en una luz roja, Frank miró a Claudia, y sus miradas se cruzaron, ambos sonrieron….

Claudia entonces habló: “Frank....no me digas nada...no necesitas decírmelo...lo sé”...

Frank la volvió a mirar con una leve sonrisa, mientras arrancaba el auto...

“Yo tampoco te voy a decir nada...” añadió Claudia sugestivamente.

--¿Tampoco? –inquirió Frank, y agregó: “entonces tú también tendrías algo para decirme que no vas a decir?....

Claudia respondió: “Frank!...no me preguntes...¡tú lo sabes!...”

Volvieron a mirarse y Frank se sonrió y cantó las últimas palabras del bolero…”pero allá tal como aquí...en tu boca llevarás sabor a mi”..y echó una carcajada.

Claudia se rió también, y le dijo: "¡qué bien!, ¿así que ahora también eres cantante?"...

Frank sonrió levemente y le contestó sin mirarla, “pero sólo para ti”...

Hubo otro silencio, y comenzaron las notas del bolero “Contigo aprendí"...

Frank entonces le comentó: “es hermosa esta música ¿verdad?, es música de tu tierra! y a mi me gusta mucho!”

“A mi también me gusta, Frank..también..." y lanzó un suspiro.

Frank cambió de tema, porque la atmósfera se estaba tornando propicia para el romance, y quería evitarlo a toda costa, no quería que Claudia se sintiera mal.

Entonces comenzó a decirle que el lugar a donde iban a ir no era a su juicio nada extraordinario, y su mayor o menor espectacularidad dependía de la época del año. Hubo un año en que fue imposible llegar a donde iban a llegar ellos, pues el río Potomac se había desbordado y las aguas habían subido muchos metros desde su cauce normal.

La conversación siguió en esos términos, sin que Frank le dijera exactamente hacia dónde iban.

Bajo el sol de la mañana que se iba acercando lentamente al mediodía, Frank sabía que las Grandes Caídas del Potomac, punto turístico ineludible del área, iban a lucir hermosas.

Y mientras la radio del vehículo siguió regalándoles los oídos con bellas melodías, ambos se fueron aproximando a su destino.

Al llegar, a Claudia le gustó el paisaje, y fueron caminando hacia el primer mirador.

"¡Wow!" -- exclamó Claudia-- "¡qué hermoso paisaje! Y qué fuerza la del agua…oye, y mira esos en canoas, ¡qué locos!”

Frank se rió con ganas y le dijo, “a ver: ponte aquí que te voy a sacar unas fotos"...Claudia posó y al darse vuelta a mirar otra vez las caídas, le dijo: "ahora recuerdo la foto que tú me decías, sí claro, la foto es de este lugar!"

"Así es", le respondió Frank. "Sabía que lo identificarías."

"Pero ven, vamos hasta el segundo mirador..."

Y ahí siguieron caminando y Frank le hizo ver en un medidor graduado, hasta dónde había llegado el agua cuando todo se inundó.

Frank y Claudia continuaron conversando y andando juntos como buenos amigos.

Frank tenía planeado llevar a almorzar a Claudia, y luego ir hasta su casa, descansar un rato, tomar un café, y conversar...

Cuando se lo propuso a Claudia, ella asintió inmediatamente. “Sí, yo necesito descansar, luego del viaje de esta mañana y ahora este paseo...y me va a gustar mucho tomar un café contigo.”

"Y cuanto tomemos el café te voy a dar una sorpresa", le dijo Frank.

"¿No me digas que cocinaste algo para mi?"...replicó Claudia.

"¡Si!, lo hice, y espero que te guste"...

"¡Estoy segura que me va a gustar!....umm ¿qué será?... ¿es un dulcecito para acompañar el café?" Inquirió más que curiosa Claudia.

"Sí..."dijo simplemente Frank.

"¡Ah...ya sé, ya sé! Hiciste la “friola”! "dijo entusiasmada Claudia.

Frank no pudo menos que lanzar una carcajada…Y luego agregó:" ¡pero Claudia! ¿cuándo te acordarás que es “frola” no “friola?!!!" Jajaja.

"¡Oh sí, tienes razón, me has corregido muchas veces, pero yo siempre me confundo! Pero , ¿es eso?", inquirió Claudia.

"Sí, eso es", le contestó Frank, que se quedó sonriendo.

Tenía una gran paz interior, y se sentía felicísimo de tener la compañía de Claudia.

Mientras se dirigían a un restaurante del área de Tyson´s Corner, el viaje en el automóvil seguía matizado por la hermosa música de Cortázar...


enigma

Textos protegidos por derechos de autor

No comments:

Post a Comment