He vuelto todos los años. Tenía una razón principal: visitar a mi madre. Ella partió a la eternidad en 2015 con 102 años de edad.
En 2016 tuve que hacer gestiones importantes, que he venido a completar ahora en 2017.
La ocasión me abre nuevamente la perspectiva de encontrarme con muy queridos amigos, y familias amigas.
Siempre es un placer compartir horas de conversación, volverles a ver, saber de sus vidas y ellos de la mía.
Es lo lógico y natural entre personas que se quieren bien.
Quien no entiende esto, no entiende nada. No sabe vivir.
Pero cada visita adquiere tonalidades espirituales diferentes.
Esta de 2017 la siento marcada por dos aspectos que resaltan si hago una introspección: al recorrer la ciudad, y en particular barrios a los cuales de una manera u otra he estado vinculado, rememoro cosas de tiempos viejos, desde mi niñez, a mi juventud. Quién habitaba en una casa, la esquina de un bar, una ferretería, una fonda o una farmacia que ya no existen...
Y por otro lado, así como me encuentro con edificios que siguen existiendo, y que conviví con ellos cuando niño, lo cual no deja de parecerme algo especial, y emocionarme, también me siento un tanto ajeno a esta realidad de hoy, y extraño mi lugar en Estados Unidos, donde habito, mi hogar, mi ciudad, la gente que trato a diario, una forma y un estilo de vida, y la familia que momentáneamente he dejado atrás.
Por eso, como lo puse en el título, estoy rememorando y a la vez extrañando. Complejo manojo de sentimientos. Una especie de corazón no partido en dos, sino rico en vivencias, experiencias, historia.
Pero mi visita esta vez no podría ser tal, sin la buena voluntad y generosidad de una estupenda amiga que me ha brindado su techo e innúmeras atenciones que hacen placentera mi estadía.
Estar acompañado, en lugar de solo en un hotel, hace una enorme diferencia. Por esta misma razón, y por las invitaciones que ya he recibido de amistades para encontrarnos y compartir diferentes momentos, añado un sentimiento más, y es el de un sincero y gran agradecimiento.
Ese también soy yo.
Y esto que me sucede puede sucederles o les ha sucedido a muchos de ustedes, cuando han viajado, cuando han vuelto al país que dejaron atrás, o cuando se enteran con sorpresa que alguien a quien esperaban ver, ya no está más, y un escalofrío recorre nuestro cuerpo.
Pero viajar siempre es no sólo una aventura, sino que tiene su buena cuota de placer.
Por eso este año 2017, será para mi un año de viajes, dentro y fuera de Estados Unidos.
Opino que el dinero invertido en viajes, es una de las mejores opciones, de las que más reditúan en nuestra formación y en el enriquecimiento de nuestro ser.
enigma
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