Pero es imposible estar en la ciudad que me vio nacer y en la que viví 47 años, sin encontrarse con conocidos y con amigos.
Entonces es cuando visitar se vuelve en un compartir. No sólo recuerdos o anécdotas de situaciones vividas, sino compartir el presente y el futuro próximo. Realidades, planes, proyectos, posibilidades, etc.
El interés se cruza y es mutuo, en hacer que las vidas de otros y la mía sigan teniendo algo que ver, y obviamente la amistad ocupa el sitial de preferencia total que le corresponde.
Es así que además de meriendas o cenas con amigos, ha sido para mi un gran gusto visitar nuevamente ese centro de cultura y difusión científica que es el Planetario, y allí reunirme con la Directiva de la Asociación de Aficionados a la Astronomía, organización que se destaca por su actividad educativa y formativa en torno a la Astronomía y la observación del cielo.
Por eso mismo, fue una gran satisfacción para mi efectuar a la Asociación la donación de un flamante telescopio de calidad, que reforzará los instrumentos con que ya cuenta para el cumplimiento de su noble labor.
Y una circunstancia especialísima, fue reencontrarme con veteranos periodistas, con los que compartí labor como colega en un mismo tiempo, con quienes como comunicadores pasamos tiempos gratos y otros difíciles, siempre con la exigencia de honestidad, de calidad de redacción o de puesta en el aire, según fuese el caso.
Cuando hoy se supone que varios periodistas que están ejerciendo el noble oficio, han sido egresados de universidades, sin embargo, se nota que la calidad de lo que ofrecen los medios ha disminuido considerablemente, que el lenguaje utilizado, además de contener faltas de ortografia, es a veces francamente soez y ordinario, y eso no enaltece la profesión, sino que la denigra.
Cierto que hay muchos programas y muchos espacios radiales o escritos que no están a cargo de periodistas profesionales sino de animadores. Que el "entretenimiento" (muy mal entendido las más de las veces) hace que la gente preste atención a esos conductores, en lugar de al periodismo de estirpe.
Los periodistas veteranos se formaron ejerciendo la tarea, pues entonces no se enseñaba periodismo a nivel universitario, pero les valía la educación que habían recibido al cursar otras materias y profesiones, como abogacía, por ejemplo, o ingeniería, etc.
Por otra parte, las universidades y en particular la de la República (oficial) no está capacitada para preparar periodistas actuales, si no cuentan con estudios de radio y TV totalmente equipados, con equipos fotográficos, y con redes digitales para familiarizar al futuro profesional a obtener los máximos beneficios de manejar la Internet y todas las posibilidades que ella provee.
Pero sobre todo, se requiere --diría yo-- un test previo, donde pueda evaluarse si el candidato a estudiar periodismo tiene vocación de tal, o eligió la materia por descarte de otras.
Porque para ser periodista hay que tener vocación de tal, y si no, como decía el insigne intelectual que tuve el honor de tener de editor en los comienzos de mi profesión en 1965 --el Dr. Carlos Quijano-- "no son periodistas, son cagatintas".
Por otro lado, he constatado que Uruguay ha caído en la argentinización de su cultura. Se usan designaciones y modismos propios de la otra orilla, y lo que es peor, toda la coprolalia que se utiliza en el vecino país. Y ésta ha entrado por la puerta ancha en los medios, otrora celosos custodios de la buena educación y el buen lenguaje.
Esto también apunta a una lamentable decadencia general que me parece no va a ser nada fácil rescatar.
Por supuesto que hay excepciones, pero éstas lucen como faros en medio de una chatura y oscuridad general. Entre esas excepciones me complazco en destacar el programa "Arriba Gente" en la mañana de Saeta TV Canal 10 (un ejemplo de programa periodístico televisivo), lo que hacen en radio Emiliano Cotelo con su programa "En Perspectiva" en Radio Oriental, o Miguel Pastorino con su programa "Bajo la Lupa" en "El Espectador", o Julio Frade con su programa "Con Permiso".
También estas visiones se comparten al visitar, con quienes bien podrían ser profesores universitarios, enseñando a quienes pretenden llegar a ser periodistas.
Todavía me quedan entrevistas periodísticas pendientes, y reuniones con grandes amigos con quienes he compartido y sigo compartiendo mi interés y tarea en torno al tema de los Fenómenos Aéreos Inusuales.
Y reencuentro con dos familias que para mi son como mi propia familia aquí en Uruguay.
Por todo esto digo que visitar, es compartir. Compartir vida propia y la de los otros, intercambiar información para saber los unos de los otros, y sentir una vez más, el enorme placer, y el calor afectuoso que hace real la amistad.
enigma
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En Compartiendo en Video, ver: Un banquete permanente
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