Sunday, March 26, 2017

PUERTA QUE SE CIERRA Y OTRA QUE SE ABRE

Hay frases que pretenden inspirar o alentar a uno, tales como: "Cuando una puerta se cierra otra se abre", o una un poco más realista: "Cuando las puertas se cierran, viene bien abrir las ventanas".

Pero ¿hasta dónde hay certeza y realidad en ambas frases?

Analicemos la primera: "cuando una puerta se cierra otra se abre".

En mi experiencia personal, he visto puertas cerradas
por mucho tiempo, hasta que alguna se abrió. Y también sé que hay quien cierra una puerta, y la cuida celosamente, para que uno no triunfe en su esfuerzo por abrirla.

Aunque la acción no sea inmediata, tal cual la frase, eso de que cuando una puerta se cierra otra se abre, no funciona automáticamente, ni siempre. Así pienso, basado en cosas que me han sucedido.

La otra frase es más condescendiente con la realidad.
"Cuando las puertas se cierran, viene bien abrir ventanas".

Las ventanas pueden dejar entrar aire y luz en nuestras vidas, lo cual es muy importante. 

También han de permitir que escuchemos los sonidos del exterior. Pero obviamente, no se utiliza una ventana como puerta, ni para entrar ni para salir. Por tanto, en cierta manera, abrir las ventanas significa que seguimos enclaustrados.En definitiva: no son la solución.

A veces, abrir una ventana puede consolarnos, darnos cierto ánimo, de alguna manera compensar el cierre de la puerta, pero nunca sustituirla.

O peor aún, alguien ha dicho: si se cerró la puerta, abres la ventana para suicidarte.

Si nuestra búsqueda es por la autenticidad, si no nos conformamos con la ventana en tanto seguimos queriendo disponer de la puerta, dentro nuestro sucede una especie de revolución que nos enfrenta a nosotros mismos.

No estamos conformes.

Por otra parte, puede suceder que de pronto,una puerta se cerró, y se ha abierto otra, pero no nos hemos dado cuenta, no la hemos percibido, o tenemos temor en atravesarla, en transitar por ella.   

Tal vez nos animamos a usar la nueva puerta, a salir y entrar por ella, pero...no nos lleva al lugar querido, deseado, anhelado, al jardín con bellas flores y plantas exóticas.

Nos lleva por un camino diferente, algo extraño, que nos cuesta entender, no obstante lo transitamos. Vamos y venimos porque nos gusta caminar, pero en el fondo, seguimos pensando en la otra puerta y el otro camino. Nada nos redime de eso.

Y si así nos ocurre, es un drama y un desafío que tenemos que resolver. 

No podemos quedarnos encerrados, estancados. Tenemos que andar, tenemos que caminar, porque después de todo, caminar es vivir.

El nuevo camino tambn tiene sus atractivos, sus cosas especiales, su jardín diferente. 

Sólo que a veces, cuando quedamos solos, la puerta que se cerró vuelve a nuestra mente como un desafío a vencer, como una lucha a enfrentar, como algo que demanda nuestra audacia e imaginación.

Una sola cosa importa al final de esta reflexión alegórica: nunca perder la fe. Nunca darse por vencido. Nunca aceptar condiciones inadecuadas. Nunca permitir que se pisotee nuestra dignidad. Porque si ese fuese el precio a pagar, entonces, ¡que la puerta quede cerrada para siempre!.

Abramos las ventanas, dejemos entrar el sol, el aire y el canto de los pájaros, y si descubrimos otra puerta, y esta nos permite pasar, usémosla. Después de todo, seguimos siendo nosotros por nosotros mismos. 

Transitemos el camino de la felicidad, el camino de la paz interior, el camino de reconciliación, el camino del entendimiento y el diálogo. Porque es el único que abre puertas inimaginables.


enigma
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Tema:  ¿Quién y cómo es cada persona
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