Tuesday, April 27, 2010

MI HOMENAJE A ALICIA

Alicia Trillo Alvariza, fue mi esposa durante 39 años y 4 meses.

Decir solamente esto es poco.

Alicia fue mi compañera, a veces mi compinche, otras mi implacable crítica.

A veces me enseñaba cosas, especialmente basadas en su tremendo y natural sentido de ubicación geográfica, del cual carezco.

Con Alicia nos perdonamos mutuamente muchas cosas, pero justamente saberse perdonar fue nuestra gran sabiduría.

En nuestro matrimonio hubo, obviamente, altibajos. Momentos hermosos, de gran alegría y emoción, como cuando nació nuestro hijo, como cuando se graduó, como cuando se casó, como cuando adquirimos nuestra primera vivienda, y momentos infelices, duros de sobrellevar, como el fallecimiento de seres queridos, el quedar sin empleo, el vivir ajustado al máximo para pagar la educación del hijo, y los riesgos de estar bajo una dictadura, y una guerrilla urbana.

Hubo grandes diferencias entre la etapa uruguaya y la etapa estadounidense. Aquí en general nuestra vida se enriqueció mucho más. Los logros fueron mayores, las aspiraciones eran posibles, y la tranquilidad espiritual era viable.

Eso no significa que estuviésemos excentos de problemas. Tal vez como nunca antes, tuvimos la oportunidad de observarnos u objetivarnos como pareja, y descubrir que había fallas, fisuras, desentendimientos básicos, sustanciales diferencias de personalidad.

Todo ello, da más razón aún para que quiera homenajear a Alicia, porque en muchos sentidos, fue una mujer ejemplar. Seria, formal, responsable, fiel, de temple extraordinario, y para todos quienes la trataban siempre tenía una sonrisa, y formas prácticas de resolver problemas.

Una actitud positiva esencial. La misma actitud positiva con la cual encaró su terrible enfermedad.
Quizás justamente esa actitud, que surgía desde muy dentro suyo, le valiera que estuviera con nosotros mucho más tiempo que el indicado por estadísticas y promedios.

A mi me dio la mayor lección de su vida: cómo enfrentar una cruel enfermedad y la misma segura muerte que se avecinaba.

En ocasión de un Servicio Recordatorio, efectuado el sábado 24 de Abril, pronuncié un panegirico. Quise estar seguro de lo que iba a decir, no arriesgué a improvisar, especialmente porque presentía que improvisando me podia doblegar la emoción, en tanto que leyendo, iba a tener la exigencia de atender a un texto y podía controlarme mejor. Y así fue.

Pude leer íntegramente lo que habia preparado, sin interrupción alguna, con serenidad, y por momentos, con una ligera sonrisa.

Alguien de la funeraria, que ha escuchado muchos panegíricos, se acercó para decirme que nunca había oído uno como el mío. Que fue excelente.

Yo no lo escribí para tener elogios, ni para que fuese excelente --si acaso lo fue. Lo escribí para volcar mis sentimientos y para compartir ciertos conceptos fundamentales, y evocar adecuadamente la persona de mi esposa.

Me ha parecido legítimo compartir entonces esas palabras con Uds. Aquí están:

PANEGÍRICO SOBRE ALICIA

Primero que nada quiero agradecer a cada uno de ustedes por estar aqui con nosotros. Vuestras condolencias nos confortan mucho y estamos muy agradecidos por ello.

Mis amigos: estamos reunidos aqui para celebrar la vida.

No para estar lúgubres o acongojados por la muerte, sino para celebrar con alegría en nuestros corazones, la abundante vida que Alicia, mi esposa, vivió entre nosotros.

Para celebrar el hecho de que la vida supera a la muerte, de que es la vida lo que más importa cuando ya no existimos, pero estamos viviendo en otra dimensión que Jesús nos prometió, y esa dimensión se llama Eternidad.

Alicia nació en Buenos Aires, Argentina, pero cuando tenia 5 años de edad, sus padres se mudaron para Montevideo, Uruguay, donde ella desarrolló el resto de su vida hasta que vino a los Estados Unidos.

Muchos recordarán a Alicia por su sonrisa, por su simple y realista forma de pensar, por su talento y su gran intuición.

Ella fue maestra, y realmente una que fue vocacional. Ella era capaz de dar una lección sobre algo, sin ningún material especial. Tan sólo pidiéndole a los estudiantes algo que tuvieran en sus bolsillos. Era suficiente.

Y cientos que ahora son hombres y mujeres viviendo en Uruguay, seguramente recuerdan a aquella dama llamada Alicia, que fue su maestra cuando eran niños, en la escuela primaria.

Pero ella también fue Directora de Enseñanza Primaria, y eso es mucho más que lo que aquí se le llama un Principal. Eso significa ser maestro de maestros. El Director es responsable por los planes educativos de una escuela, por la forma en que los maestros desarrollan el proceso de educación con los niños; conjuntamente con toda las cosas administrativas que van aparejadas.

Cuando ella vino a Estados Unidos, no hablaba inglés, pero trató de aprender y se manejó lo suficientemente bien como para ser una maravillosa maestra para infantes y niños de 3 años y más, en un centro de cuidado infantil.

Es de ese tiempo, que dos niñas nacidas de dos parejas cuyos niños iban al centro de cuidado infantil, fueron llamadas Alicia, por ella. Eso muestra cuánto era apreciada y querida por los padres de los niños.

Cuando ella dejó el centro de cuidado infantil, buscó otro tipo de actividad y la encontró en una tienda que vende prendas maternales. La cosa particular de esta tienda es que para muchas de esas potenciales madres, ella era como su madre, y les ayudaba a elegir las ropas que mejor les quedaban. Y posteriormente, cuando habían dado a luz, ellas volvían a la tiena para mostrarle a sus bebés.

Y ella disfrutaba mucho ese tipo de relación familiar que era capaz de establecer con simples clientes que llegaban a ser casi amigos.

Alicia fue una extraordinaria madre, una gran ama de casa, una buena cocinera, y una fiel esposa.

A lo largo de 39 años y cuatro meses de matrimonio, Alicia me siguió doquiera fui. Porque yo cambié de empleos y actividades, ella me siguió de Montevideo, Uruguay, a Buenos Aires, Argentina, donde obtuve mi Maestría. Luego retornamos a Montevideo, y finalmente nos radicamos aqui en Estados Unidos, donde a través de nuestro hijo Juan Pablo hemos echado raíces como una familia estadounidense que ahora tiene un descendiente en nuestro querido nieto Benjamín, de 4 años y medio.

La forma en que ella enfrentó su enfermedad fue extraordinaria y estableció realmente un ejemplo. Desde el mismo comienzo, cuando ella fue diagnosticada el 14 de Septiembre de 2007, ella tomó la situación con esperanza, lista para luchar con la enfermeadad, queriendo ganar. Durante la quimioterapia, ella perdió su cabello, usó una peluca, pero iba contenta a trabajar. Ella se sentía bien siendo util, siendo capaz de hacer cosas.

Cuando ella llegó a las últimas etapas de su enfermedad, se quejaba de las cosas que ya no podia hacer. Eso era lo que más le molestaba. El linfodema que afectó su brazo y mano derecha le hizo entrenar su mano izquierda. Y fue usando sólo esa mano que, sin embargo, escribió breves mensajes por la computadora, para estar en contacto con sus amigas.

Eso dice claramente de cuán valiente era.

Ella miró a la muerte sin un atisbo de temor. Cuatro días antes de que falleciera, habló conmigo y definió a la muerte como “una liberación”.

Alicia amaba la naturaleza, particularmente contemplar el mar, y cuidar de su jardín y sus plantas, de lo cual se sentía orgullosa.

Alicia ha dejado muchos amigos, y esos son vigorosas expresiones y frutos de vida.

Alicia se ha ido a un mejor lugar, pero lo que ella deja le seguirá aquí en la Tierra. Es su amor, sus enseñanas, su compañerismo, su sonrisa, y un corazón muy sensible.

Es por eso que hoy, celebramos su vida, una vida que supera y triunfa sobre la muerte.

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Falls Church, Virginia. Abril 24 de 2010.



enigma

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