Tuesday, August 24, 2010

SOLIDARIDAD BÁSICA

La crisis económica golpea y ha golpeado duro a millones de personas en Estados Unidos, pero también en Europa y en América Latina, que han perdido sus empleos.

¿Cuándo los recuperarán, cómo, o qué encontrarán hacer si ya no los recuperan más?

Son preguntas existenciales, y preguntas de fondo. Y para contestar esas preguntas no sirven los “sermones-masaje” de alguien como el Rev. Osteen, que hasta cobra entrada –como si el servicio religioso fuese un espectáculo—para irle a ver.

Esa gente necesita ayuda, ayuda directa y efectiva.

Necesita inversión de capital para crear nuevas fuentes de trabajo. Esa gente necesita sentir que Dios le ama, pero en forma tangible y concreta.

El desempleo es una de las experiencias más desagradables, deprimentes, y penosas por las que puede pasar una persona.

Lo hablo porque lo viví en carne propia. No estoy “tocando de oído”.

Sólo quien lo ha experimentado personalmente sabe todas las repercusiones que eso tiene a nivel anímico, psicológico, de pareja, de familia, etc.

Lo que sí es muy cierto es que no hay que darse por vencido. Hay que pelearla cada día.

Yo cada día compraba el diario y miraba qué empleos se ofrecían. Marcaba los que me parecían más apropiados a mi persona, y salía a gastar zapatos y recorrer esos lugares –a veces hasta inexistentes—en búsqueda de la ansiada fuente de ingresos.

Recuerdo que un día llegué a sentir algo que jamás se me hubiera ocurrido en mi vida: ¡envidia del trabajo de otros!

Y recuerdo como si me hubiese pasado esta mañana, que un día, luego de recorrer 4 diferentes lugares en procura de ver si conseguía algo, ya retornaba a casa con las manos vacías, y de pronto, a través de una gran ventana, veo a un señor detrás de un mostrador, escribiendo a máquina.

¡Les aseguro que le envidié y estuve a punto de entrar al local y decirle: “señor, yo no le conozco, no sé cuánto le pagan por su trabajo, pero una cosa quiero decirle, cuídelo, y sienta gratitud en su corazón por tenerlo! ¡Yo lo he perdido!”

Pero cuando ya me aproximaba a la puerta de entrada, me persuadí a mi mismo que tal vez el hombre iba a pensar quién sabe qué de mi, y entonces me di vuelta y me fui para mi casa.

Mas fue ese tesón, ese no aflojar, esa persistencia, la que a la postre dio sus frutos. Surgió un llamado a concurso en un lugar. Me presenté. Había sólo dos vacantes y más de 200 aspirantes. Pero gané.

Ahora, cuando la posibilidad del desempleo toca a alguien de nuestra amistad, entonces siento que estamos exigidos a ser no sólo anímicamente solidarios, sino a expresar nuestra solidaridad en términos concretos.

Si es necesario, a apoyar con dinero, no para que sea gastado en cosas, sino para que sea invertido en una actividad redituable. De esa manera se abre, o refuerza y asegura una fuente de ingreso, y a la vez, se afirma un trabajo.

Y también por supuesto, no dejar de rogar por la persona o personas afectadas, y hacerles llegar con nuestras palabras o nuestra presencia, nuestro real sentir solidario.

Pienso que es lo menos que podemos hacer. ¿No les parece?

enigma

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