Thursday, February 27, 2014

PERSONAS CON S.P.L.

Hoy me voy a referir a un tema muy delicado, como lo es el de personas con el Síndrome de Personalidad Limítrofe.

En inglés se le llama Trastorno Limítrofe de la Personalidad.


En la página del Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos, se define esta situación como: "una importante enfermedad mental que se destaca por ánimo, conducta y relaciones inestables."

 
 Asimismo, el Instituto informa que:
 

“Usando imágenes del cerebro y la teoría del juego, un enfoque matemático para estudiar las interacciones sociales, los investigadores ofrecen una nuava forma potencial de definir y describir esta enfermedad mental. Ellos concluyeron que las personas con el síndrome de personalidad limítrofe o bien tienen un sentido alterado de las normas sociales generalmente aceptadas, o pueden no sentir esas normas en absoluto. Esto puede llevarles a comportarse en una manera que interrumpe la confianza y cooperación con otros. Al no responder de una manera que repararía la relación, las personas con el síndrome de personalidad limítrofe también dificultan la capacidad de otros para cooperar con ellas.”



Algunos otros datos, obtenidos en PsychCentral, complementan el cuadro de una persona que adolece del SPL.  Allí se dice que: “Las persons con este trastorno a menudo ven a otros en términos de “blanco y negro”



Para estas personas, el tratamiento que se recomienda es la psicoterapia, a fin de que superen el problema. El paciente debe aprender nuevas herramientas de comportamiento social, regular las emociones, y cualquier otro cambio importante en su vida. 



Uno de los aspectos iniciales importantes en la psicoterapia es hacer una especie de contrato con la persona, para asegurarse de que no se va a suicidar. Este tipo de pacientes tiene una tendencia a gestos, actitudes y la decisión de suicidarse, en cuyo caso hay que pasar al uso de medicamentos y aún a considerar una posible hospitalización.



“El método psicoterapéutico más efectivo a la fecha ha sido la Terapia Conductual Dialéctica de Marsha Linehan. La investigación llevada a cabo sobre este tratamiento ha mostrado que es más efectivo que la mayoría de otros enfoque psicoterapéuticos y médicos, para ayudar a la persona a hacer frente a su trastorno. Busca enseñar a los pacienters cómo aprender a tener un mejor control de sus vida, sus emociones, y de ellos mismos, mediante un auto-conocimiento, regulación de la emoción, y restructura cognitiva.”, se señala en PsychCentral.




El tratamiento es un proceso que lleva tiempo, y puede durar por lo menos un año. 

Es importante destacar que estas personas incrementan su dificultad en controlar sus emociones cuando están bajo creciente estrés o demandas de rendimiento en sus vidas.



Por supuesto que hay –como en todos los trastornos de la personalidad—diversos grados, por lo cual una persona en general puede socializar en forma aparentemente normal, pero retraerse, y lo fundamental es el cambio repentino en la manera de sentir, de valorar y de tratar a otra persona. Y allí radica el mayor problema, porque son personas en las cuales esencialmente no se puede confiar.



A vía de ejemplo: supóngase que se pacta una reunión para un día y hora determinados. La persona está totalmente de acuerdo. Pero 48 horas antes, esgrime un argumento para que la reunión no tenga lugar. En realidad la persona no desea ir a la reunión, simplemente cambió de parecer.  

O bien la persona está disfrutando de una situación determinada, y lo hace a pleno, (un juego, por ejemplo), y de golpe, como que se arrepiente de ello, y no sólo no quiere seguir jugando, sino que anuncia que nunca más va a participar de ese juego.



La palabra que hoy empeñan, mañana no la cumplen, y –como lo señala el estudio del Instituto Nacional de Salud Mental— “tienen un sentido distorsionado de las normas sociales generalmente aceptadas, o puede que no sientan esas normas en absoluto”. 

No entienden, no  hacen suyas las formas en que las personas normales desarrollan sus relaciones. Pasan rápidamente del amor al desprecio, del cariño al abandono, de ensalzar a alguien, a tirarlo abajo.



Lo que alguien espera de estas personas, va a provocar enorme frustración, pues no actúan en adecuación a esas normas sociales. 



Cosas que han expresado, ya sea personalmente, en una conversación telefónica, o por escrito, no les significan nada, en cuanto a asumir responsabilidad por las mismas, y si se les recuerda, pueden tomarlo como un reproche, y no simplemente como un llamado a hacerse cargo de sus propias palabras y la manifestación de su pensamiento, sentimiento o intenciones.



Hasta llegan a volverse en contra de sí mismas y de lo que estaban entusiastamente haciendo hasta pocos instantes antes, (la tendencia a la autodestrucción) o lo que estaban sintiendo, con lo que causan conflicto y deterioran la confianza que otros han depositado en ellas.



Es menester armarse de mucha paciencia al tratar con estas personas, y comprender que tienen ese trastorno, para ubicar sus reacciones en el marco de referencia correspondiente.

No se trata de personas malas, ni que deseen provocar un daño deliberadamente, pero cuando su mente se tuerce, lo provocan con toda intencionalidad, porque creen que les asiste la razón. Luego se les pasa, y más tarde recaen.



Cuando se comprende que sufren de este trastorno, hay que ayudarles, hay que acompañarles en su proceso de recuperación, y considero que hay que estimularles en cada progreso que realicen con su propia personalidad.



Lo más positivo que puede decirse, finalmente, es que es algo tratable mediante terapia adecuada, y superable en un alto porcentaje. Si el tratamiento puede llevar hasta un año, bien vale la pena dedicar ese tiempo a mejorar como persona, por el bien propio y de quienes le rodean.




enigma
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