En esta segunda parte, tal cual lo anuncié, voy a hacer una referencia específica a los estudios llevados a cabo por científicos, que se plantearon si habría alguna propensión debida a un factor genético, para la infidelidad.
Pero antes, quiero compartir con Uds. el cuadro de "La mujer Infiel", ilustrado por al actriz británica Jennifer Metcalfe, famosa en el Reino Unido como intérprete de una telenovela, en el personaje de Mercedes.
Leídos por su orden, de lo más alto a lo más bajo, dicen las anotaciones:
--está casada, no obstante es una infeliz tranquila, razón por la cual sus formas de infidelidad
--muy reservada y buena en lo que hace
--mujer muy atractiva
--ella engaña pero se queda con los dos porque cada uno de ellos tiene algo que el otro no tiene
--ella permanece adherida a los dos hombres
--luce como un personaje bien tortuoso
--es un tanto egoísta, y una mentirosa.
¿Conocen ustedes a alguien así?
Y bien, voy a los estudios que se han realizado al respecto.
El primero de ellos data del 7 de Diciembre de 2004. Estuvo a cargo de los científicos Lynn F. Cherkas, Elizabeth C. Oelsner, Y. T. Mak, Anna Valdes, and Tim D. Spector, todos pertenecientes a la Unidad de Investigación de Gemelos y Epidemiología Genética del Hospital St. Thomas, en Londres.
Según este estudio, la correlación entre infidelidad, cantidad de compañeros sexuales, y algo genético, no surgió clara.
En los humanos, a diferencia de los animales, las influencias genéticas sobre la infidelidad no son claras. Aquí informamos de un extenso estudio sobre más de 1600 pares de mujeres gemelas en el Reino Unido quienes confidencialmente informaron de episodios previos de infidelidad y la cantidad total de compañeros sexuales durante sus vidas, así como las actitudes respecto a la infidelidad. Nuestros descubrimientos demuestran que la infidelidad y la cantidad de compañeros sexuales están ambos bajo moderada influencia genética (41% y 38% heredable, respectivamente) y que la correlación genética entre ambos rasgos es fuerte (47%).
Los investigadores muy honestamente reconocen que:
No tuvimos éxito en asociar la infidelidad o la cantidad de compañeros sexuales con un lugar específico implicado en la conducta sexual de otros mamíferos: el gen receptor vasopresina.
El segundo estudio que busca encontrar en los genes una explicación para este tipo de conducta, es del 30 de Junio de 2011 y se llevó a cabo en Suecia. Esta investigación se centró en la infidelidad de los hombres.
La culpa de la infidelidad de los hombres es producto de un gen, el alelo 334, que gestiona la vasopresina, una hormona que se reproduce naturalmente, por ejemplo, con los orgasmos, según un estudio del Instituto Karolinska de Estocolmo.
El descubrimiento radica en que "es la primera vez que se asocia la variante de un gen específico con la manera en que los hombres se comprometen con sus parejas", explicó Hasse Walum, del Departamento de Epidemiología Médica y Bioestadística del Karolinska y uno de los responsables de la investigación.
El análisis se llevó a cabo durante al menos cinco años con parejas heterosexuales -más de 1000, de las cuales 550 eran gemelos- que confesaron en test psicológicos si se sentían felices, cómo era su convivencia, si reían o besaban a menudo y sobre el futuro de su relación.
El resultado fue que los hombres con el alelo 334 -dos de cada cinco en este estudio- afirmaron tener lazos menos fuertes con sus esposas y, además, éstas reconocieron que se sentían menos satisfechas con sus cónyuges que las que se casaron con hombres sin esta variante genética.
Por último, el más reciente estudio en esta línea de investigación es del 28 de Marzo de 2014, publicado en línea el 17 de Octubre del mismo año. Sin embargo, como algo novedoso, este estudio recién se dio a conocer al público latinoamericano hace un par de días.
Este estudio llevó por título "Análisis genético de la copulación humana extra-par: heredad, entre correlación sexual y genes receptores para vasopresina y oxitocina". El mismo estuvo a cargo de los científicos Brendan Zietsch, Lars Westberg, Pekka Santtila y Patrick Jern.
Y he aquí lo que encontraron y lo que no encontraron estos investigadores.
“usamos
información sobre relaciones extramatrimoniales en 7 mil 378 hermanos gemelos
finlandeses y sus hermanas. El modelo genético mostró dentro del sexo un amplio
sentido de heredad –p.ej. el porcentaje de variación en la cópula
extramatrimonial debido a variación genética
--fue de 62% en hombres y 40% en mujeres…..Basados en previos
descubrimientos en animales y seres humanos, también pusimos a prueba la
asociación del gen receptor 1A arginina vasopresina (AVPR1A) y del gen
receptor oxitocina (OXTR) con la cópula extramarital. Hallamos una asociación basada en los genes
para el AVPR1A en mujeres, pero no en los hombres, y OXTR no mostró una
asociación significativa en ninguno de los sexos. En general, estos descubrimientos
confirman apuntalamientos genéticos de la copulación extramatrimonial en
humanos, pero no sugiere que la predisposición de las mujeres a la cópula
extramatrimonial se deba a la selección sobre los hombres."
Aquí importa señalar que este estudio no es categóricamente concluyente. Se dice que se encontró una relación entre el gen receptor 1A arginina vasopersina, respecto a la infidelidad femenina, pero, no para la infidelidad masculina. Por otra parte se determinó que el gen receptor oxitocina, no mostró ninguna asociación significativa para ninguno de los sexos.
Asimismo, si muchos medios pusieron el énfasis en "la infidelidad de la mujer", de este estudio surge claro que el porcentaje de infidelidad es mayor en los hombres, 62% que en las mujeres, 40%.
¿Qué puede extraerse de estos estudios?, ¿por qué el planteo original de ponerse a averiguar si los genes tendrían o no algo que ver con la infidelidad?, ¿acaso los genes no tienen que ver con muchas otras cosas?, ¿por qué específicamente esta averiguación?, ¿qué se pretende comunicar al mundo con ella?
Como seres racionales y responsables, ¿podemos eludir los aspectos culturales, éticos, y conductuales involucrados en la infidelidad? Si reducimos todo a una cuestión genética: ¿donde queda nuestra volición, nuestro propósito de hacer algo o no?
Se nos compara con animales, obviamente sin el desarrollo mental del ser humano. ¿qué se gana con compararnos con especies irracionales?
Las respuestas a estos planteos, darán lugar al último artículo de esta serie, próximamente.
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