Es obvio que su uso facilita trámites, nos conecta con el mundo, nos permite emitir una información con texto, voz, sonidos e imagen, es la panacea de un reportero, y el vínculo eficaz de una pareja de enamorados.
Es la ayuda idónea para empresarios, para quienes trabajan prestando servicios, y a nivel personal, para comunicarse con amistades, la familia, etc.
Por lo tanto, el teléfono móvil es un elemento utilitario.
Es una cosa al servicio del ser humano.
Pero lo que no puede admitirse es que el ser humano se transforme en alguien al servicio de la cosa.
Y sin embargo, esto es lo que está sucediendo crecientemente y alarmantemente.
Cada vez más son las personas que caen en una adicción (totalmente irracional como toda adicción) al aparatejo.
Si no lo tienen consigo se desesperan, como si antes no hubiesen vivido sin tenerlo, porque no existía.
Si no verifican cada pocos minutos si alguien les llamó o envió un mensaje, se sienten olvidadas o aisladas.
Están pendientes de cualquier tintineo, para ver de qué se trata.
Y lo peor de todo, con cabeza gacha la mayor parte del día, no sólo comienzan a presentar problemas en la vértebras cervicales, sino también y por el uso desmesurado del pequeño teclado, problemas del túnel carpal.
Pero si estas son consecuencias físicas del uso extremado del teléfono celular, quienes padecen de "telefonitis aguda", presentan serios cuadros de tipo psicológico, que afectan el relacionamiento de una persona con otras, y por tanto su conducta en sociedad.
Una publicación dedicada a temas psicológicos apunta los siguientes:
- Aislamiento de los demás y soledad
- Comportamiento alterado y pérdida del sueño.
- Alteraciones del estado de ánimo
- Comportamiento compulsivo
- Problemas de comunicación
- Problemas con el lenguaje, pues ya no nos detenemos a escribir bien, sino que lo importante es la rapidez
- Peligro de hacer contactos no demasiado buenos como dar con desconocidos, que pueden traer consecuencias negativas.
- El comportamiento adictivo hace ser muy sensible a los juicios y valoraciones de los demás y acrecienta los sentimientos de inseguridad
- Se puede llegar al fracaso escolar o la agresividad.
- En los casos más graves, se puede llegar a robar y a mentir con tal de tener un móvil porque la adicción es capaz de anular todo nuestro control como personas. (1)
La cuestión fundamental es simple: el teléfono celular ¿está al servicio nuestro, o nosotros al servicio del aparatito?
¿Quién es dueño de la situación, el aparato creado para servirnos, o nosotros que terminamos encadenados al aparato?
Se impone entonces un uso lógico y razonable del teléfono celular. Lo cual significa no hacer llamadas inútilmente. No hablar prolongadamente.
No concentrar allí nuestros vínculos con las redes sociales: No perder el tiempo en jueguitos, ya que más edificante es leer un libro y de paso no perdemos la riqueza y el buen uso del idioma.
Realmente usarlo para circunstancias de necesidad o emergencia.
Caso contrario, el teléfono fijo suple con creces lo que este aparatejo nos da. La seguridad de no perderlo por distracción, o que se rompa al caer, o que nos lo roben.
Seamos nosotros inteligentes en usar estos teléfonos llamados de tales.
Y por sobre todo, pongamos y mantengamos el vínculo humano con las personas con quienes nos tratamos, dialogando, mirándonos a los ojos, compartiendo vivencias, y no aislándonos en una actitud no sólo antisocial, sino que se vuelve contra uno mismo.
En resumen: nosotros somos los dueños del teléfono celular. ¡No permitamos que el teléfono se adueñe de nosotros!.
(1) Extraído de "Psicología on line".
https://youtu.be/-8eL4Z0Z-Po
enigma
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