Thursday, October 6, 2016

MUJER, HOMBRE: LOS ESTEREOTIPOS



Humanos somos todos, mujeres y hombres. Y sí, se ha dicho que las mujeres son de Venus y los hombres de Marte, que es algo así como decir, las mujeres son para el amor y los hombres para la guerra.

Pero justamente eso no hace sino refrendar los estereotipos que hasta ahora nos acucian y se han desarrollado para deméritos de unas y otros.

Se dibuja a la mujer como un ser tierno, naturalmente dotada para ser madre y por tanto para volcar su cariño hacia sus criaturas. Alguien sensible, que tiene paciencia, dulzura, suavidad. Y a eso se le añade debilidad, ser que necesita protección, ayuda permanente.

Sin embargo, este estereotipo no hace justicia a la mujer. Porque sólo ella puede llevar adelante un embarazo durante nueve meses y soportar el dolor del parto. A fe que los hombres no seríamos capaces de ninguna de ambas cosas. La mujer es físicamente fuerte, por lo tanto.

Pero además de su intuición y su talento, la mujer lucha y se desvive por sus hijos, y es capaz del mayor sacrificio en esfuerzo físico, en horas de trabajo, y como madre, para dar a sus hijos la vestimenta, el alimento, y el amparo que necesitan. La madre es el puerto seguro y el punto fijo que siempre tienen los hijos ante cualquier eventualidad.

Y la mujer sale al mundo del trabajo, no se queda en su casa. Se capacita profesionalmente, compite con el hombre, y aún lo sobrepasa. Es supervisora, es jefa, es manager, es presidente de una empresa. Sobresale en las letras, en las artes, o en administración y economía.

Y haciendo el amor, nadie es capaz de sentir más que una mujer, su capacidad de placer es mucho más amplia que la del hombre, así como son múltiples los puntos clave de su sexualidad.

El estereotipo del hombre, es el de un ser bastante rudo, poco dado a un sentir exquisito, de “piel gruesa” como para extasiarse. Cultiva su cuerpo más que su alma. Cree estar hecho para dominar sobre la mujer. 

Es el que sale a ganar el salario para el sustento de la familia. El que lucha en medio del competitivo mundo laboral, no importa si trabaja con su intelecto o con sus manos. Se siente macho para conquistar al sexo complementario (que no opuesto), y sabe que no debe llorar. 

Gusta de flirtear, es un tanto fanfarrón con sus amigos, ama el deporte, grita los goles, y que no le quiten su rueda de amigos-compinches. Quiere a sus hijos, pero la atención de ellos la deja mayormente en manos de la madre.

Haciendo el amor, es directo y simple. Suele ser bastante torpe, comparado con lo que la mujer espera. Y muchas veces busca sólo obtener su propia satisfacción, sin siquiera preguntarse si la mujer ha quedado satisfecha. Por otra parte, su propia naturaleza le priva de tener múltiples orgasmos.

Este hombre, tan musculoso (o no), fuerte, un tanto rudo, sin embargo, es capaz de enternecerse con sus hijos. Es capaz de darse al máximo –si ama a su familia—  por proveer todo o casi todo lo que ella necesita. Y sí, este hombre es también débil. ¡Vaya si lo será cuando cae enfermo! Una gripe no más, fiebre y dolor en el cuerpo, le hace extremadamente dependiente de su madre o su esposa (o pareja). Ni qué hablar si se trata de una enfermedad seria y prolongada. 

Este hombre también llora. Es capaz hasta de llorar si su cuadro favorito pierde un campeonato. Llora ante la muerte de un ser querido. Llora ante un amor perdido.  Trata de disimular, trata de reprimir el llanto, pero aún en silencio o a escondidas, no puede evitar que afloren lágrimas en sus ojos. 

Después de todo, la imagen a proyectar se desmorona, y se muestra tan débil y sencillo como simplemente el humano que es.

Hombre y mujer constituyen lo humano total. De ahí la importancia esencial de la pareja, por cuanto lo humano implica a ambos sexos y no a uno solo. Se hace con los dos, necesita de los dos.

Así pues, los estereotipos no reflejan la realidad de la mujer ni del hombre.

Afortunadamente en la sociedad actual esos estereotipos cada vez juegan un papel menor.   

Cuanto mayor es la cultura, menor es la posibilidad de los estereotipos.   

Sólo en las sociedades aisladas, cerradas y que mantienen tradiciones no modificadas que les vienen de siglos, son capaces de hacer aún hoy realidad esos modelos de entendimiento y de conducta, que para nosotros nos resultan fuera de lugar.
enigma
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