HUMOR Y RESPETO

Recuerdo siempre a un ex-compañero de trabajo en la Voz de América, un venezolano muy simpático, que siempre tenía algún chiste para hacer, y todos reíamos.

A veces se formaba espontáneamente una rueda junto a él, y luego de dejarnos tres o cuatro chistes, todos volvíamos con buen ánimo al trabajo por cierto que demandante.

Hace años que no sé de la vida de él, pero doquiera te encuentres César --si llegas a leer esta página-- te envío un afectuoso saludo.

César relataba cuentos. Hay otras personas que tienen el don del humor y son tan ingeniosas, que las cosas se les ocurren en el momento, e impactan. 

Yo tengo algo --muy poco-- de esta última cualidad. No memorizo chistes y sé muy pocos cuentos que hacen reir. Pero una circunstancia de pronto, me hace decir algo que provoca la risa de quienes me escuchan, y me divierte.

Ahora, el humor hay que manejarlo con cuidado, y fundamentalmente con mucho respeto.

Hace poco, una mujer estadounidense que se creerá graciosa pero que de eso --en mi concepto-- no tiene nada, y que puede que algún canal la contrate pensando que hace reir, tuvo la desgraciada ocurrencia de querer hacer un chiste a costa del Presidente Trump, y no se le ocurrió nada mejor que mostrar ante cámaras lo que venía a ser su cabeza sangrante luego de haber sido decapitado, al mejor estilo de una víctima del radicalismo islámico del ISIS.

¿Humor?, ¿puede a eso aberrante, llamársele humor? 

Más allá de toda discusión política, el personaje sobre el que se hacía tan grueso "chiste" es el Presidente de Estados Unidos de América, y lo menos que merece, es respeto.

En segundo lugar, el "chiste" es tan grosero, que resulta deplorable no importa quién hubiese sido motivo del mismo. 

Cierto que cualquier político está expuesto a ser objeto de chistes. Pero, hay que hacerlos con calidad, con categoría. Y sobre todo, sin perder las normas de civilidad.

Hay "chistes" que dada su índole, no se pueden hacer. Punto.

Hay personas que tienen un humor muy extraño. Es parecido al "bullying". Consiste en tomar a alguien de punto --como decimos en el Río de la Plata-- o sea de objeto de burla y befa, y cada tanto lanzarle una andanada de "chistes" a cual del peor gusto. 

Puede que en el sentido del humor que tiene quien los emite, para esa persona sea algo liviano, trivial, para tomar con una risa.

Pero cuando se dicen cosas que pueden resultar agraviantes, o lesivas hay que andar con cuidado, y sobre todo, no perder el respeto.

Porque  cuando no se está tratando con un amigo de todos los días, tal vez desde la infancia, con el que hay una tremenda confianza, y el que puede tener la paciencia de admitir cualquier cosa, no corresponde gastarse ciertas bromas, en público además, donde la persona objeto de dicho "humor" realmente queda mal parada, o en situación nada agradable por cierto. 

Los chistes auténticos, de calidad, no son ofensivos para nadie. Suelen ser genéricos, no están dirigidos en particular a alguien. Refieren a una situación, real o hipotética, y hacen reir con ganas.

Para ejemplo de ello, me basta con mencionar la calidad de humor de Quino, y su personaje Mafalda.  

O Les Luthiers, otro ejemplo estupendo de humorismo. 

Yo espero que esta disquisición sirva para quienes creyendo tener humor, dicen o hacen cosas impropias, que les descalifican a sí mismos. Que les hacen perder calidad y categoría como personas. 

Muy especialmente cuando se trata de personas que tienen una vida pública y han sido tratadas respetuosamente.

enigma
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