Monday, May 18, 2009

MARIO BENEDETTI VIVE EN SUS OBRAS


Cuando el Ser en Sí en el cual Benedetti no creyó, dispone que cerremos por última vez nuestros ojos, nos transformamos y pasamos a otra realidad, a otra dimensión de nuestro ser.

Dejamos ciertamente esta carcaza de carne y hueso, pero somos nosotros ya libres de esas ataduras, para alcanzar una dimensión que se besa con el tiempo, y se transforma en eternidad.

Mario Benedetti (benditos, que eso significa su apellido italiano) fue un hombre tranquilo, humilde, pero un tremendo escritor. Un señor de la letra y el bien decir.

Alguien que cultivó la cultura, que acrecentó aquella que recibió de la mano de un Uruguay que fue ciertamente grande y señero en el ámbito de las artes, la música, la escultura, el teatro, la pintura, la poesía, la prosa, en el de una avanzada legislación social (obra del gran renovador José Batlle y Ordóñez), en el de grandes juristas.

Nacido y crecido en un país de gentes sencillas pero amantes de la paz, del derecho y de la ley, de la convivencia social con valores y con respeto, Benedetti llegó por mérito propio a ser quien fue.

Ochenta y ocho años, de los cuales por lo menos 70 vividos intensamente como escritor.

Como comunicador de su alma y de su espíritu.

Dejo de lado su posición ideológica y política que no comparto. Hay que mirarle para comprenderle, dentro del contexto en que se ubicó la intelectualidad de su tiempo.

Hay que verle en el ámbito del Semanario “Marcha” liderado por aquel preclaro uruguayo Carlos Quijano, donde se juntaban las mejores mentes del Uruguay pensante de entonces, a todos los niveles y en todos los temas.

Mario Benedetti se nos fue de esta tercera dimensión. Pero en ésta queda imperecedera la huella de su pasaje, sus obras, y por tanto, seguirá siempre estando presente. Iluminando los rincones oscuros y sencillos del vivir urbano.

Diciendo con su buen decir, lo que a muchos les cuesta expresar.

Mario, tu jornada aquí ha terminado. Tus restos mortales descansan en paz.

Tu ser se proyecta ahora y goza la plenitud del infinito.
¡Eres Mario, eres, más que nunca antes!

Y estoy seguro te has rencontrado con tu amada Luz, quien convivió contigo por sesenta años y que te ganó en su partida.

¡Disfruta Mario, allí!

Nosotros aqui, te seguiremos leyendo.

enigma


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