Tuesday, December 22, 2009

ESENCIA DE LA NAVIDAD


Cuando se apagaron todos los rumores de la cohetería, los fuegos de artificio, los gritos fruto de la embriaguez, las ordinarieces de los incultos, los bailes de los sin cerebro, y las cajas registradoras hicieron silencio luego que los cerdos engulleron su meznada de dinero…..entonces, entonces podemos discurrir sobre la esencia de la Navidad.

Apócope de Natividad, --que muchos ni siquiera saben--, la celebración se centra en el nacimiento de un niño en condiciones de marginalidad, hijo de madre soltera y de padre adoptivo, para los cuales no había lugar en un mesón y ¡los mandaron al pesebre!

Pero, descubrirá su pueblo en el andar del tiempo, que él es Emmanuel, o sea “Dios con nosotros”.

Él encarna a la divinidad que está “con nosotros”, no fuera de nosotros, sino que anda entre nosotros, dialoga con nosotros, obra milagros con nosotros, despierta en nosotros la fé, que es la conexión divina con un yo superior al que todos tenemos la posibilidad gratuita de acceder.

Él nos va a enseñar que Dios está “en medio nuestro”.

Él pisa este suelo terráqueo, anda por caminos polvorientos, tiene sed, se alegra en las fiestas, llora hasta lágrimas de sangre cuando los poderes malignos se complotan contra él, y se regocija en la resurrección desde la muerte.

Contar su historia, es anticipar nuestra posible historia.

Contar su historia es sentirle más nuestro.

Y así como aquella familia marginada, recibe la caridad de los regalos llevados por los astrólogos llegados del Oriente –aquellos sabios llamados “magii”, mal traducido como “magos”—hoy son millones los niños que nacen en el mundo en condiciones de marginalidad y que necesitan y precisan de nuestra caridad, de nuestros presentes.

Por eso la historia del nacimiento de Emmanuel se nos hace muy nuestra.

Y tal vez, en la calma y paz del hogar, ajenos al estereotipo comercial y a todo lo que desfigura el hecho central de la Navidad, ¡qué hermoso es ver cómo un padre, sentado a la cabecera de la mesa, puede abrir su Nuevo Testamento y leer el pasaje de las Sagradas Escrituras donde se relata el nacimiento en Nazareth..

Y la madre y los niños rodeando la mesa, escuchan atentos el relato, y luego de dar gracias por ese nacimiento del que quiere nacer en nuestros corazones, se comparten los alimentos, con sencillez y felicidad de corazón.

Tal vez la mesa esté ampliada, tal vez haya más niños, y más padres, y madres, y abuelos, y tíos y tías, y primos y algún invitado que no es de la familia.

Porque celebrar este nacimiento, significa también celebrar el amor dadivoso, el sentido solidario, y el tener una mesa abierta para compartirla con quienes por ejemplo, están solos.

Una forma concreta de expresar que Dios está con nosotros y en medio nuestro.

Y también es bueno que los niños de la casa revisen sus juguetes, y decidan cuáles estarían dispuestos a regalar a un niño que no los tiene.

Otra expresión de amor. Del amor que trajo al mundo Aquel, cuyo nacimiento celebramos.

Es que si no fuese así, si no fuese por ese Amor sublime, grandioso, superior, dadivoso, sacrificial, ¿qué sentido tendría celebrar su venida al mundo?

Procuremos pues, mantener la esencia de la Navidad.

Dejemos que otros se distraigan con el mundanal ruido.

No permitamos que San Nicolás, Papá Nöel, el Viejito Pacuero, o Santa Claus, se roben al niño, razón de ser de la fecha.

Con ese espíritu, y en el Espíritu del que llega: a todos/as: ¡Feliz Navidad!



enigma


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