No sólo es ir preparando las cosas a mudar, seleccionar las que se van a llevar, a vender, a donar, y a tirar, lo que consume enorme tiempo, y demasiado pensar, sino también tener que mover, levantar y acomodar cajas pesadas llenas de libros y escritos --como es mi caso.
Pero además, al poner la casa en venta --y mientras se está viviendo en ella-- hay que tenerla en condiciones de que a los potenciales compradores les agrade. Y éstos si bien se preanuncian, vienen un día sí y otro también, a diferentes horas, hasta que alguien se decide a comprarla.
Pasar por todo eso, no es facil.
Y cuando ese alguien ha aparecido, entonces vienen las inspecciones, y la evaluación del valor de la casa para la institución que va a extender una hipoteca, y la firma de varios documentos y... se llega al punto de estar física y mentalmente extenuado, drenado.
Esta ha sido mi experiencia en estos recientes meses, a partir de Julio.
Y en medio de ello debo expresar mi gratitud inmensa a una amiga muy especial, que tuvo a bien acompañarme durante este difícil período, no sólo dándome aliento en medio de tanta actividad que a veces me llegaba a marear, sino también ayudándome en forma práctica, a empacar cosas, a distribuirlas, a formar criterio, etc.
Sinceramente, creo que fue tanto lo que tuve que pensar, planificar y hacer, que solo tal vez hubiera sucumbido. Fue realmente demasiado. Llegó un momento en que temí por mi propia salud.
En todo instante, ella me alentó, y con gran paciencia de su parte, logró que yo atravesara con éxito esta coyuntura especial, y llegara ahora a las etapas finales de un proceso doble, la venta de la casa donde habito y la compra de un futuro apartamento donde viviré.
Aún están pendientes la tramitación final de la venta de la casa, y la mudanza hacia mi nuevo lugar.
Mi amiga ya no estará para acompañarme pues tiene que viajar. Pero en la etapa más difícil, fue un gran y estupendo apoyo.
Mi agradecimiento hacia ella es total. Es una persona magnifica, solidaria, servicial como buena cristiana, sencilla, y una amiga del alma.
Como amigos, nos queremos mucho y nos respetamos mutuamente. Nos tenemos gran confianza, y sabemos de nuestra honradez y sinceridad mutuas.
A ella, le deseo lo mejor. Se lo merece íntegramente.
Sé que puedo contar con ella, y ella sabe que puede contar conmigo. Así es la verdadera y hermosa amistad.
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