La Física actual descarta al universo tridimensional como un realidad, dirigiéndose entonces a la esencia misma de lo físico, que es la consciencia, por tanto, lo que no se ve.
La Física actual discurre sobre branas y la teoría de las cuerdas, para proveernos un concepto en que lo que consideramos material, concreto, se transforma en energía y vibraciones de diferente índole. Traspasamos el ámbito de la ciencia clásica, venimos a lo último en Física, donde lo que captamos por nuestros cinco sentidos, es una ínfima parte de una realidad mayor que está, que actúa, y que importa.
También la Física más actual nos revela que detrás de todo el ámbito físico captable de diferentes maneras y con diversos instrumentos, hay una inteligencia consciente, que necesita de la materia para viabilizarse o manifestarse, pero que no depende de la materia, sino que la materia depende de esa consciencia.
Muchas personas --especialmente jóvenes-- no tienen fe, no saben acerca de la fe, no la experimentan ni practican, y fundamentalmente, no la sienten ni trabajan con ella.
En realidad, el primer problema de quien discute a quien tiene fe, es un problema de ignorancia.
¿Cómo puede alguien racionalmente y con propiedad, discurrir sobre lo que no conoce, sobre lo que nunca ha experimentado?
La lógica nos lleva a que sólo podemos hablar de qué es la fe, quienes la tenemos.
Pero sería no sólo egoísta, sino antitético a la fe misma, reservarla en exclusividad para uno, y no compartirla y hacer que otros participen de ella.
Claro, en aquellos que dicen y proclaman hasta ufanándose de que ellos no tienen fe, acuden a ejemplos de cómo instituciones humanas --v.g.la iglesia, cualquiera sea ella, o aún otras religiones, como la musulmana en sus versiones extremas, o las sectas-- son nocivas a la libertad, son absurdas en algunas de sus afirmaciones, o están pervertidas por corrupción, escándalo sexual, o violencia en grados de horror.
Pero el primer error de estas personas --comprensible-- es vincular fe a religión. Cuando lo religioso se pone aparte, comenzamos a despejar el camino para un mejor endendimiento.
Inmediatamente tengo que decir entonces, que la fe es una vivencia. Y no se puede explicar. De la misma forma en que el amor es una vivencia, y tampoco podemos explicarlo.
Usamos miles de palabras para referirnos al amor. Pero ese sentimiento superior que se apodera de nosotros, que pasa a formar parte intrínseca de quienes somos, que nos lleva aún a hacer sacrificios a nuestra propia expensa, va más allá de toda explicación racional.
El amor sólo se entiende cuando se vive. Cuando es una realidad que nos arroba e involucra todo nuestro ser. Hasta que ello no ocurre, no sabemos qué es el amor, y cuando lo sabemos, toda palabra se queda corta.
Como bien dijo el sabio francés Blás Pascal, "El corazón tiene razones que la razón no entiende".
Es así pues, que el amor no puede explicarse con argumentos, no es algo racional, es algo experiencial y vivencial.
Exactamente lo mismo sucede con la fe.
Es inherente al ser humano el acto de creer. Quienes proclaman no tener fe (sobreentendiéndose fe en Dios, o el Ser en Si) tienen fe en su negación de la fe, tienen fe en la ciencia --a la que endiosan y transforman muchas veces en ídolo-- tienen fe en sí mismos, en que ellos tienen razón en lo que afirman.
O sea, que la cuestión es si el acto de tener fe (fenomenológicamente hablando) implica o no tener fe (ontológicamente hablando) que es la fe en una Inteligencia Cósmica que nos involucra, que está en nosotros dormida o paralizada y que debemos despertar y activar para ser totalmente humanos.
Salvo el absurdo reduccionismo materialista que pretende explicar el amor como un producto de dopamina, endorfinas, etc. a nivel cerebral, nadie que siente amor aceptaría semejante explicación. Porque lo que siente hace que ciertas sustancias del cerebro se activen, y no viceversa.
¿Qué tal si le dijese a alguien: "no, estás equivocado. Tú no estás enamorado ni sientes amor, es apenas una cuestión de funcionamiento cerebral". ¿Acaso una persona enamorada aceptaría eso?
La fe es un potencial del cual disponemos para desarrollarlo, a poco que tengamos la voluntad de hacerlo. La fe requiere humildad, la fe apuesta y confía en lo que no se ve, lo que no se capta por los sentidos, pero que ciertamente interactúa con nosotros apenas nosotros le activemos.
La fe hace que nuestro ser se ponga en contacto con una realidad superior, que nos trasciende, con la cual podemos vincularnos desde nuestro espíritu, nuestra consciencia, y al establecer ese contacto -- por meditación, rezo, oracion, contemplación-- podemos aguardar que ocurra algo. El qué no lo decidimos nosotros, pero suele superar nuestra mejor imaginación.
Puede que la respuesta demore, o sea inmediata. Puede que sea totalmente diferente a lo que pretendimos o imaginamos. Por ello es que nuestro contacto no puede ser una lista como quien va al supermercado. Sino un planteo abierto de una situación dada, y nuestra espera de una respuesta. Respuesta que no imaginamos, ni pensamos, ni estructuramos.
No es una respuesta que elaboramos nosotros, sino una respuesta que nos viene.
Y poner en funcionamiento la fe, es como encender un poderosísmo motor.su alcance es infinito.De modo que desde lo más simple a lo más complejo, cuando la fe nos acompaña como nuestra sombra, cuando va con nosotros, en nosotros, entonces no sólo nos provee una confianza y seguridad especiales --pase lo que pase-- sino que además acelera las vías por las cuales ha de manifestarde en situaciones y hechos concretos.
Entonces, ¿es posible tener fe?. Sí, no sólo es posible, es totalmente realizable, viable y recomendable. Sólo tenemos que adecuar nuestra disposición a experimentarla, a vivirla permanentemente. Y para eso no necesitamos de la religión. Con esto no quiero decir que ser religioso esté mal, o que la religión no inste, y a veces ayude a desarrollar la experiencia de fe.
Pero la experiencia de fe, es algo personal, individual. Se puede compartir, pero no transferir.
Yo les invito de todo corazón, con el mejor deseo para cada uno/a de ustedes, a que se abran y animen a hacer la experiencia de la fe. A iniciarse en ella. Total, si prueban, no pierden nada. Pero en cambio, pueden ganar mucho.
¡Comiencen ya!
enigma
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