Friday, August 29, 2008

¿CUÁL ES TU PROYECTO?


Esta fue una experiencia muy especial, y realmente muy interesante.

Ocurrió una tarde, en una de esas reuniones de balneario, donde varias amigas y amigos nos juntamos para pasar un rato ameno, charlando de mil cosas, y disfrutando más que nada el gusto de estar juntos.

El grupo era un tanto heterogeneo. Había jóvenes en sus veintes, gente en sus treintas y algunos en sus cuarentas. Yo era el más veterano de todos. Estábamos sentados formando prácticamente un círculo.

La conversación se prolongó por varias horas, y llegamos a un momento en que se me ocurrió preguntarle a uno de los presentes: ¿qué proyecto tienes? ¿cuál es tu proyecto?

Y me respondió que estaba considerando cambiar el automóvil que tenía, con ya 15 años de intenso uso, por un cero kilómetro. Una pareja jóven que estaba al lado respondió que pensaban casarse hacia fin de año. Un hombre de 46 años que les seguía en el circulo, dijo que estaba probando pintar cuadros y que la tarea le entusiasmaba así que iba a continuar intentando, y que por lo demás, seguia peleándola con su negocio…..

La rueda continuó más o menos en esos terminos. Alguien pensaba mudarse.
Otra pareja estaba buscando tener una criatura, un muchacho aspiraba entrar a jugar en un club de fútbol de primera división, y finalmente, cuando todos dijeron lo suyo, me tocó el turno.

Entonces les dije: todos han respondido, y se los agradezco. De paso, nos hemos enterado de múltiples ideas, aspiraciones, planes, pero…ninguno de Uds. respondió a mi pregunta…. Ví varios rostros de sorpresa.

Tal vez no fui suficientemente explícito, pero lo hice a propósito, para ver hasta dónde, quién y cuándo, captaba mi pregunta principal: ¿qué proyecto tienes? Que la reforcé con la segunda pregunta apuntando hacia el mismo objetivo: ¿cuál es tu proyecto?

No. Yo no les pregunté ¿qué planes tienen para mañana, o el mes que viene, o dentro de unos meses?, no les pregunté ¿qué van a hacer en el futuro inmediato, o qué se van a comprar? A todo eso respondieron ustedes.

Pero mi pregunta – y en forma bien individual-- fue: ¿qué proyecto tienes?

O sea, ¿cuál es tu proyecto de vida? ¿qué proyecto tienes para ti misma, para ti mismo? ¿qué quieres ser como persona y cómo piensas lograrlo?

Éste es el punto que me interesa destacarles: solemos confundir lo que debería ser nuestro proyecto personal, con una serie de aspiraciones, planes, pensamientos, sobre cosas generalmente materiales, o de acciones a emprender.

La pregunta apunta por el contrario, a la esencia de cada uno de nosotros. A tratar de autodefinirnos. A procurar responder ¿quíen soy, cómo soy, quién quiero llegar a ser, cómo puedo llegar? ¿quién soy para mi, y quién soy para los demás?

O sea, ¿qué proyecto tengo como ser humano para desarrollar mi personalidad y todos mis potenciales?

Esto por un lado nos lleva a inquirir ¿cómo y en qué usamos nuestro tiempo? ¿cuánto del tiempo de vida que tenemos nos lo roba –porque eso es lo que sucede, un robo— el imprescindible trabajo diario, que nos marca el ritmo cotidiano desde que nos levantamos hasta que nos acostamos? ¿cómo podemos entonces crearnos más tiempo para nosotros, cómo podemos aprovechar para nuestro ser propio, los fines de semana?

Hacernos tiempo para nosotros, entonces, parece ser un primer paso a dar.

Lo segundo es preguntarnos ¿qué hacer en y con ese tiempo? ¿cómo usarlo de la forma más inteligente posible para que nos sea del máximo provecho?

¿Cómo ven ustedes el hecho de que usemos apenas la capacidad de nuestro cerebro?, ¿qué diferencia sería que nos educásemos y entrenásemos en utilizar más capacidad, ciertas frecuencias de onda, de modo tal de producir otros resultados provechosos para nosotros y para otros? ¿cuán distinto sería si descubriésemos en nosotros mismos facultades y poderes que han estado adormecidos, esperando que les despertásemos?

Hay dos planos en que podemos encarar nuestra existencia: el plano material y el plano trans-humano.

Si nos quedamos en el mero plano material, probablemente el tiempo libre del fin de semana lo dediquemos a desquitarnos de madrugones, durmiendo más. Luego comiendo tranquilos y en abundancia, haciendo después una siesta, y despertando al atardecer, como para tirarnos sobre la arena y darnos unos chapuzones en el agua en la playa, matizados por mates y charla, para regresar a darnos una ducha, cenar y ver televisión.

Descubrí en el grupo varias sonrisas, que me estaban indicando que más o menos eso era lo que casi todos hacían, menos tres o cuatro.

Por supuesto, el domingo a más tardar hay que hacer las compras de rigor para la semana. La ida al supermercado, después puede que algunos vayan a una iglesia –se me ocurre que cada vez menos— al mediodía pasta, otra siesta, y el resto, como el día anterior, sólo que no va a haber tanta TV porque el lunes (¿quién habrá inventado el lunes, no?) hay que volver al trabajo.

Si en cambio vamos hacia el plano trans-humano, entonces el sábado no nos levantamos tarde, y comenzamos haciendo gimnasia, como para sudar bien y quemar bastantes toxinas. Nos sentimos livianos, elásticos, y bajo el agua tibia de una ducha, nos higienizamos bien.

Luego, fruta, cereales y leche puede ser nuestro desayuno. Sustancioso en vitaminas, pero frugal.

Entonces, en un lugar tranquilo, sin relojes, sin teléfono, a puerta cerrada si es necesario, para que nadie nos interrumpa ni moleste, preparamos nuestro ámbito de crecimiento interior. Encendemos un par de velas, un sahumerio, ponemos una música suave, a un volumen medio, nos relajamos muscularmente, ya sea sentados o acostados, cerramos nuestros ojos, aspiramos hondo una media docena de veces, exhalando lentamente el aire, y luego, dejamos que la música haga volar nuestro pensamiento. Imaginemos formas, colores, un vuelo….y luego concentrémonos en pensar qué queremos realmente ser, quién queremos ser.

No nos importe el tiempo. Podremos estar así una hora, o dos, cuanto lo queramos y nos agrade. Nos hemos desenganchado del mundo. Nos hemos introyectado. Estamos haciendo un viaje dentro de nosotros mismos.

Es bueno que la música esté preparada para que no se detenga en ningún momento. Si es sólo instrumental, mejor.

Finalmente, estiramos nuestros brazos y piernas, como cuando nos desperezamos, respiramos hondo tres o cuatro veces, pero exhalando normalmente el aire, lentamente nos incorporamos, elevamos en nuestra mente un pensamiennto de gratitud por el momento pasado, detenemos la música, apagamos las velas, dejamos que el sahumerio se agote.

Y luego de eso, podemos iniciar el relacionamiento humano con otros, la familia, los amigos, los vecinos, etc. pero seguramente que cada vez, cada día, va a ser distinto, mejor.

El cambio que se va a ir operando en cada uno va a ser imperceptible al principio, pero poco a poco, quienes nos rodean lo van a notar, y nosotros nos vamos a sorprender de nosotros mismos.

Y sin proponérnoslo podrán venir a nosotros ideas creativas, planes nunca antes pensados, se abrirán paso relaciones nuevas, inesperadas, y sentiremos esencialmente una armonía interior y un equilibrio como nunca tuvimos antes.

Y aún más, podremos descubrir que quizás, lleguemos a ser capaces –por ejemplo— de concentrarnos fuertemente en alguien a quien queremos ayudar, y de colocar nuestras manos cerca de esa persona, y de hacer que se sienta mejor, que le pase su dolor de cabeza, o que mejore de la dolencia que le aqueja.

O salvemos la vida de un bebé afectado por diarrea infantil.

Descubriremos entonces, que ha despertado en nosotros un poder latente, que estuvo esperando ser llamado.

Eso es una respuesta concreta a la pregunta inicial ¿qué proyecto tienes?, ¿cuál es tu proyecto de vida? ¿qué y quién quieres llegar a ser?

Recuerden: primero SER, luego HACER. Solemos estar tan tensos, tan apremiados, tan ciegos a nosotros mismos, que nos gatamos en el hacer, y nos perdemos de ser.


enigma

Tuesday, August 26, 2008

MUERTE: La única certidumbre

Alguien, --no recuerdo quién— dijo que en tanto vivimos, la única cosa cierta, es la muerte. Algún día, en algún momento, nos saldrá al paso.

Solemos vivir por fe, --aunque sea inconciente--, con la confianza de que dentro de unos segundos, o minutos, u horas, días, meses y años, seguiremos viviendo. Pero ¿de dónde sacamos tal seguridad, confianza y garantía? De la más vacía nada.

Basta mirar a nuestro alrededor, para constatar a cada paso, que quien salió de su casa a su trabajo como cualquier otro día, y tenia planes para ese día, y el siguiente, y las vacaciones dentro de unos meses, y el regalo para un ser querido, dejó de existir en un choque, o en una maldita rapiña, o en un sorpresivo ataque de presión sanguínea o al corazón.

¡Quién lo iba a suponer! ¿verdad?, nadie, ni la mismísima persona que ha dejado de existir.

Así es nuestra vida, totalmente efímera, aleatoria, sujeta a circunstancias y posibilidades que no manejamos ni controlamos. Solemos llamarles “Dios”, o “el destino”, o “la suerte”, porque no pensamos en universos paralelos y otras extraordinarias teorías físicas que nos hablan de que la realidad tridimensional en la cual nos movemos, es apenas una de múltiples dimensiones.

Cuando de pronto, por un momento tan siquiera, nos ponemos a pensar en que la muerte silenciosamente nos aguarda, y que es la única certidumbre que podemos tener, entonces, no podemos menos que reflexionar: ¿quiénes somos?, ¿qué hacemos de nuestra vida?, ¿cómo nos relacionamos con los demás?, ¿cuáles son nuestros valores y qué es lo que valoramos?, y, para no filosofar demasiado, no llego a querer preguntar ¿qué sentido tiene nuestra existencia?

No es ya nada original decir que entonces, debemos o deberíamos vivir cada día como si fuese el último. Y para eso, sólo nos basta con imaginar que nuestro médico nos dijera: le quedan 24 horas de vida ¿qué haríamos en esas 24 horas?

Angustiarse o deprimirse de manera paralizante, pensando que cada hora que pasa es una menos y nos vamos, es atormentarnos inútilmente, y torpe, al final.

Entrar en un loco y desquiciante desenfreno donde los demás no nos importan y entonces en un paroxismo de inquietud interna, salir a hacer cualquier cosa, posiblemente reduzca el plazo de 24 horas en varias menos, y lo que quede cuando nos vayamos sea el peor de todos los recuerdos, en quienes nos sobrevivan.
No, aunque nos vayamos, no queremos ser mal recordados sino todo lo contrario, a menos que nos odiemos a nosotros mismos.

¿Entonces?, si tan sólo tenemos 24 horas, ¿a cuántas personas tenemos que pedirles perdón?, ¿a cuántos le debemos pagar deudas pendientes?, ¿cuántas son las caricias, los besos, el amor que debermos derramar con quienes tal vez fuimos parcos, timoratos, o insensibles?, ¿y cuántas verdades de a puño nos animaremos a decir, que antes, el cinismo y la hipocresía vestidos de prudencia, nos frenaron de hacerlo?

Si cada día puede ser el último, lo que quiero decir, es que, esencialmente, debemos vivirlo con autenticidad.

Puede que algunos lo vivan serenamente, otros muy alegremente, que unos busquen escuchar el rumor de aguas en cascada o el romper de las olas en un lugar solitario, y otros busquen el bullicio de una fiesta con todos los amigos y seres queridos, para en medio de música y baile, despedirse.

Lo principal es que en el silencio o en el ruido, en la intimidad del hogar, o a la luz pública en una plaza o un parque, seamos auténticos.

Tal vez así, y sólo así, no sólo descubramos realmente quíénes somos, y nos asombre verificar de qué somos capaces, sino que también encontremos ecos inesperados y resonancias imprevistas, que nos dirán que no estamos solos.

Y aquel último día, que no tiene por qué ser tal, puede que sea un renacer, y descubramos el verdadero sentido de nuestra existencia, y de nuestro relacionamiento con los demás, y con nosotros mismos.

Y entonces sí, enfrentaremos el fin, con coraje, con valentía aún digna de héroes, sin apego a nuestro cuerpo, pero con un apego trascendente a ser, más allá de esta existencia.

Por eso, quisiera terminar con una famosa frase de la gran poetisa y religiosa Santa Teresa de Jesús, que desde la eternidad nos exhorta a:

“Vivir la vida de tal suerte que viva quede en la muerte.”


enigma

Friday, August 15, 2008

¿QUÉ TE HUBIERA GUSTADO SER?

Esta es una pregunta que a veces periodistas, o simplemente amigos o personas curiosas, les suelen plantear a otras.

Si no fueras quien eres ¿qué te hubiera gustado ser?

No es tan fácil contestar la pregunta, como puede parecer incialmente.

Porque parcialmente, y sólo parcialmente, decidimos quíénes queremos ser.

¿Por qué parcialmente?

Por varias razones. Una de las más fáciles de entender, es que la formación que nos hayan podido proveer nuestros padres va a influir indubitablemente en toda nuestra vida.

La formación en el hogar para ser seres humanos dignos de ser considerados como tales, y la educación formal que hayan podido pagarnos.

Pero a ello se suma en muchos casos, la intención de los padres, que quieren que su hijo o hija sean tal o cual cosa, sigan tal carrera, se dediquen a tal actividad.

Así un empresario o comerciante, procurará que sus descendientes sigan con la compañía o el negocio. ¿cuánta libertad tendrán esos descendientes para desentenderse por completo de lo que hicieron sus progenitores y elegir sus propios caminos de vida, que pueden ser bien diversos?

¿Cuántas familias conocemos, en las que todos han sido médicos, o maestros, o militares, o abogados, o políticos? Ello no es porque sí. Ahí no han decidido los descendientes por sí solos, sino muchas veces bajo serias presiones de los padres, o de la familia, o de la sociedad en que están insertos.

Estamos condicionados sí, pero no constreñidos en forma unívoca.

Se parece en algo a lo que pasa socialmente a cierta edad. Cuando llegamos a determinado momento de nuestra vida, familiares, amigos y entremetidos, comienzan a preguntarnos si estamos o no de novios. Si no lo estamos, nos echan bromas, y nos preguntan ¿y cuándo piensas ennoviarte? o ¿hasta cuándo vas a seguir así? Como si hubiese una obligación ineludible de tenerse que ennoviar, cuando en realidad no es tal.

Si se está de novio, luego de un tiempo empieza otra vez el coro de preguntones: ¿cuándo te vas a casar?, como si ello fuera una obligación dentro de un tiempo determinado, o una obligación, finalmente. Como si no se pudiera elegir ser eternamente novios, o compañeros, sin casarse.

Y cuando se está casado, ¿cuándo piensan tener hijos?.

Lo más interesante de toda esa presión social del entorno, es que ninguna de esas personas hará jamás nada ni por hacer realidad nuestro noviazgo presentándonos a alguien, ni por correr con gastos de una boda si decidimos casarnos, y menos por preocuparse sobre cómo vamos a criar y educar a nuestros descendientes.

Entonces, primera regla general que uno aprende en la vida es: las decisiones tienen que ser estrictamente de uno, y los demás, pues que “cada quien atienda su juego”, como decía el “Antón Pirulero”.

Hay dos principios importantes en juego: 1) la privacidad de uno; 2) el no inmiscuirse en asuntos ajenos.

Al coro de preguntones hay que decirles “a ustedes no les incumbe”, que pienso es una buena traducción del inglés “is not of your business”.

Suponiendo que uno ha llegado a ser quien es por toda una serie de circunstancias que le han rodeado, y por determinantes factores genéticos sobre los cuales nada podemos hacer, siempre está la posibilidad de renovarse, de cambiar de rumbo, de tipo de actividades, de carrera profesional, etc.

¿Cuántos empresarios exitosos lo han dejado todo por irse a vivir en contacto con la naturaleza, llevando una vida frugal en una isla?

¿Cuántos abogados han decidido luego ser biólogos, o escribanos?

Siempre se está a tiempo para introducir cambios sustanciales en la vida. El empleo que tenemos, la actividad que realizamos, o la situación civil en la quenos encontramos, no son lo único ni lo último. Debemos darnos la libertad y flexibilidad que nos merecemos, y tener en nosotros la disposición de cambiar. Pienso que es parte sustancial de sentirnos vivos.

Fundamentalmente, en el acierto o el error, la toma de decisiones tiene que ser propia, y de nadie más.

Finalmente, y para que los preguntones se queden haciendo provechitos, en mi caso personal, si no fuese quien soy, me hubiera gustado ser actor de cine o cantante.

¿Satisfechos?

enigma

Monday, August 11, 2008

UN BANQUETE PERMANENTE

Ocurrió un verano en Punta del Este.

Un amigo nos había invitado a compartir un asado al mediodía.

Bueno, al mediodía es un decir. Entre el aperitivo y las charlas, la llegada paulatina de varios fuera de hora –como de costumbre— que el asado se empezara realmente a las 3 de la tarde.

Fue un compartir alegre, descansado, donde unas 15 personas llegamos en algunos casos a conocernos por primera vez, pero el nexo común era el dueño de casa.

Se habló de todo un poco. Fútbol, una reciente regata, el problema de los piqueteros argentinos, los precios en la península, cuál era el mejor retaurante, dónde vendían los helados más ricos, y qué fría había estado esa mañana el agua.

Todos de pronto, como hermanados. Todos compartiendo un mismo momento, feliz, distendido, ruidoso por instantes, e interesante, porque había gente especializada en computación, y dos artistas plásticos, y una fotógrafa amateur pero excelente, y una chica estudiante que había ganado una beca para el exterior, y una señora a la que le gustaba el arte culinario.

El grupo ciertamente era variado, en género, edades, profesiones y hobbies, pero ahí, el dueño de casa había tenido la virtud de hacernos conocer los unos a los otros y en determinado momento, surgió –como es habitual—una voz que dijo “¡un aplauso para el asador!”, y ahí fue. Y luego alguien dijo “¡un aplauso para el que nos reunió!”, y por cierto que las palmas batieron más fuerte.

Y luego, de pronto, se hizo un silencio…. Creo que todos quedamos pensando en ese hecho de que nuestro amigo común había logrado que ahora todos los que estábamos en torno a esa mesa, no fuésemos más desconocidos entre nosotros, sino que también comenzásemos una amistad.

Por cierto que ya había varios que habíamos intercambiado números de teléfonos, y direcciones electrónicas, y también direcciones postales. Y todos nos dijimos de una manera u otra, que había que preparar otra reunión, en otra casa, y que teníamos que seguir la charla, etc. y que eso se definía esa misma tarde.

El sol picaba fuerte aún, cerca de la hora 20, y como digo, se hizo de pronto un silencio. Fue como una especie de silencio expectante. Como si alguien era necesario que dijese algo, ¿pero qué?

Entonces, comencé a hilvanar un pensamiento.

“Quisiera decirles algo” –comencé a expresar lentamente-- algo que siento de corazón –proseguí. Y el silencio fue mayor, acaso.

En algún momento de estas horas que pasamos juntos, me fue posible hacer brevemente una abstracción de la charla, y fue como si desde fuera, les mirase a todos, y me dije: éste es realmente un banquete del cariño, de la fraternidad, de la amistad que comienza o se refuerza. Éste es un banquete del amor.

¿Acaso no nos sentimos todos con un gozo enorme, con el gusto de estar juntos, de conocernos, de intercambiar ideas, información, cosas personales?

No hemos estado siendo seres anónimos, juntados de golpe en un lugar, pero cada uno guardando lo suyo, su vida, sus temas….no, nos dimos y con ganas.
Hablamos todos y desarrollamos una conexión humana tremenda.

Y siento –amigas, amigos— que hemos estado experimentando a lo largo de todas estas horas algo extraordinario, que debería convertirse en usual, cotidiano.

¿Qué tal si viéramos la vida, nuestras vidas, como un gran banquete del amor?

¿Qué tal si a la convocatoria de una conciencia interior que aquilató esta vivencia de esta tarde, nos decidimos a hacer que nuestras vidas sean siempre un banquete como éste?

A mi me parece que estaríamos rescatando un tesoro formidable: el de la comunicación humana.

Vivimos en una sociedad que nos hunde en el anonimato, y en el aislamiento.

Hasta tecnológicamente se nos lleva a no dialogar, a no ver a quien está a nuestro lado. A encerrarnos en la escucha del I-Pod, o en la recepción de envíos y mensajes con el Blueberry, o con el teléfono móvil.

¿Cuándo nos damos tiempo para ser? Y ¿cuándo nos damos cuenta que somos cuando nos relacionamos con los demás? ¿y que esa relación se tiene que dar en forma mutua y recíproca?

Pensémoslo, y vayámonos hoy de aquí, con el mejor reconocimiento y homenaje que le podemos brindar al dueño de casa: hacer que nuestras vidas sean como un banquete permanente. Siempre con nuevos invitados, siempre dispuestos al diálogo, siempre disfrutando la diversa compañia de otras y otros.

Hubo otra vez un silencio, los rostros eran apacibles, pero concentrados. Vi los ojos con lágrimas de una de las artistas plasticas que nos acompañaban, vi el asentir de cabezas de algunos de los hombres.

¡Bueno! Dije entonces tratando de dar ánimo… y tuve que interrumpirme porque de golpe surgió un aplauso enorme que me apabulló.

¡Es demasiado, amigos!…les respondí, pero quería decirles esto: el sábado que viene, al mediodía, la tenida es en mi casa. Están todos invitados.

enigma

Friday, August 8, 2008

LA PAZ QUE NOS DEBEMOS

Paz. El deseo más hermoso que un ser humano puede abrigar respecto de otro.

Paz, calma, tranquilidad, sentido de seguridad, gozo de todo lo que nos rodea.

Paz, palabra de bienvenida en muchos pueblos. Resumen del mejor deseo para el desconocido que llega.

Paz. Si no se tiene dentro de uno, no se puede hacer realidad respecto de otros.

Hay personas que lamentablemente son psicóticas, viven psicotizadas, y lo peor es que no tienen conciencia de ello. Entonces usan lo que en psicología se conoce como “proyección”, siempre hay personas, circunstancias, estructuras, sistemas y fenómenos a los que atribuir lo que nos falta interiormente.

Entonces en el ser humano anida inestabilidad, intranquilidad permanente, tensión al instante, violencia acumulada, y de su boca no fluyen sino gruesas palabras, y de su mente apresada en su estado psicótico, surgen las vías de escape, el conflicto, la confrontación, la lucha, la patota que ataca, el desmán, la destrucción de bienes y hasta de otros seres humanos, el caos anárquico. En fin, el triunfo de una cultura del thanatos, o sea, de la muerte.

No sólo hay personas, hay sectores sociales y sociedades sumidas en ese caos.

No tienen paz. No saben lo que es vivir en paz. No saben disfrutar primero que nada de un equilibrio interior que posibilita encarar cualquier dificultad con calma, con inteligencia, con reacción medida y adecuada.

Así como la paz se vive y se da, se transmite, así también lo psicótico.

Una sociedad psicotizada es una sociedad enferma.

El remedio que necesita no es ni estructural, ni de sistema, y menos ideológico. Es de salud psíquica y anímica. Es de limpieza interior. Es de quebrantamiento y llanto, para readquirir las condiciones en las cuales empezar a edificar una paz que hermana a unos con otros. Que busca el abrazo con el extraño. Que respeta al otro ser tan humano como uno, por el mero hecho –tan luego— de ser humano.

Una sociedad que busca y sinceramente quiere vivir la paz, necesita del arrepentimiento propio, que no es otra cosa que reconocer el estado de desequilibrio interior de cada quien, y la reconciliación, que no es sino reconocer que todos somos imperfectos, que todos cometemos desde errores a barbaridades, pero que el acusarnos mutuamente por esas cosas nunca nos permitirá superar nuestra psicotización.

Abrir las puertas y dejar entrar el Sol en el alma. Abrir las ventanas y dejar que el aire fresco del atardecer nos rodee y acarice, empezar a disfrutar la quietud de momentos, el silencio y la calma, y pensar en un futuro diferente, son pasos no colectivos sino individuales.

La paz colectiva es la sumatoria de las paces individuales.

Si no hay paz al interior de nuestro ser, no tenemos paz para ofrecer a nuestro alrededor.

Hagamos realidad la paz. Forjemos la paz cada día. Vivamos una realidad de paz.

Empecemos por nosotros mismos. Hoy. Y entonces ¡ que sea la Paz !

enigma

Thursday, August 7, 2008

A manera de presentación

Hola a todos/as quienes puedan leerme.

Quiero darles mi más cálida y sincera bienvenida.

Me decidí a crear mi propio blog, para compartir mi interior, para encontrar almas abiertas, para marcar el paso de mi existencia sobre la faz de nuestro querido y vapuleado Planeta Azul.

Soy uno más, en miles de millones. Y sin embargo soy único, exclusivo, irrepetible, como cada uno de ustedes.

De ahí que todos tengamos un inconmensurable valor intrínseco.

Soy humano, y por eso, imperfecto, expuesto a cometer errores, pero también aciertos.

Soy tremendamente curioso, tal vez demasiado.

Los años vividos no han sido aún suficientes para domeñar mi natural impaciencia.

Soy entusiasta. Cuando algo me gusta me entrego con alma y vida.

Tengo algunas ideas locas, de esas que son capaces de levantar polvareda en quienes discrepan, pero no me importa exponerlas. Es el ejercicio de la libertad, un don precioso que hay que ejercer con sabia prudencia, la prudencia que lleva a reconocer el derecho de los otros/as, y la búsqueda de la armonía y felicidad de todos, aunque eso se logre sólo en parte.

Siento que no importo físicamente, o geográficamente, sino que importo cerebralmente, racionalmente, y sensiblemente.

Soy una persona sensible. Río y lloro espontáneamente. No me importa el qué dirán, que suele ser cínico e hipócrita.

Me gusta leer, soy un lector ávido. Pero...disculpen, ¿novelas? muy pocas, excepcionalmente. ¿Ensayos?, ahí va mejor. ¿Análisis históricos? ¡vale! (como dicen los españoles). ¿Ciencia y tecnología? Obligatorias.

Me gusta el cine. Me gusta la música siempre que sea buena. La clásica, el jazz-hot, buenos/as cantantes, la música inspiracional ahora incluída dentro de ese enorme bote llamado "new age".
Kitaro, Yanni, Vangelis, Anugama, Lanz, Brickman, y tantos otros. Enya ¡claro está!

Y siempre hay música y músicos nuevos, por descubrir.

Me gustan las caminatas por bosques y playas. Sentarme a la sombra de un arbol. Extasiarme con una puesta de Sol, y al caer la noche, hermanarme con las estrellas hasta fundirme en ese infinito azul del cielo.

Tengo también un cierto sentido de aventura. A veces me gusta correr ciertos riesgos, --medidos, claro-- pero riesgos al fin. Son esas cosas que hacen que lata más fuerte el corazón, y que nos dicen "estás vivo".

¿Animales?, si, por supuesto que me gustan. Primero les respeto. Y mis preferencias van por perros y caballos. Amo los pájaros, pero siempre viéndoles libres, nunca enjaulados.

¿Seres humanos? sí claro. Los hay que son como flores que perfuman y adornan la vida. Es un privilegio tenerles entre las amistades y compartir con ellos/as el planeta.

Hay otros, lamentablemente. De humanos tienen la forma exterior, nada más. Mejor perderles que encontrarles. No edifican, destruyen. No agregan, eliminan. No aman la vida, se autoaniquilan. Son como productos fallidos. Me provocan profunda pena. Quisiera fueran realmente humanos por dentro, diferentes.

Valga todo lo dicho anteriormente, a manera de presentación.

De aqui en más, sin una periodicidad predeterminada, compartiré con ustedes mis reflexiones y confesiones