Cuando estaba trabajando, el paso de un año a otro, --especialmente desarrollando tarea periodística-- tenía muy poca repercusión.
Las noticias seguían llegando y había que ordenarlas por importancia, seleccionarlas y ponerlas al aire. Y no todas eran buenas o felices, especialmente las relacionadas con guerras. Ese flagelo humano que parece estamos destinados a repetir en lugar de desterrar completamente de la historia.
Nos tocaba trabajar cuando otros estaban rodeando una mesa, brindado por el nuevo año, felices de estar en familia y con amistades.
Pero cuando dejaba la jornada y retornaba a mi hogar, especialmente al quedar solo, ahí venía el momento de la realidad, el golpe del silencio, de la soledad, y el importante apoyo de los saludos de amigas y amigos, algunos cercanos, otros geográficamente distantes.
Y la pregunta esencial, ¿qué es de mi mismo?, ¿en qué acerté y en qué me equivoqué en el año ido? ¿qué deberé modificar en el nuevo año? ¿qué cosa quiero hacer que aún no he hecho o vivido? ¿cuánto anhelo estar acompañado, por quién, y cómo?
El cambio de año provoca a la reflexión.
Y haciendo eso, lamento los amigos perdidos, no porque fallecieran, sino porque me dejaron. Se enojaron conmigo por algo que escribí o dije,y eso les fue suficiente para no querer saber más de mi. Y eso me lleva a peguntar: ¿qué es para ellos la amistad? ¿cuánto cuesta entender que ninguno de nosotros, ni ellos ni yo, somos perfectos? ¿y qué clase de amistad es esa que por una conversación o unas palabras dichas pueden llevar a romper una relación de años, o de meses? ¿me lo merezco? ¿soy tan mala persona, tan terrible, tan inmerecedor de ser tratado?
Con la mano en el corazón, honestamente considero que no. Pienso que esos amigos han extremado su interpretación de ciertos dichos o hechos, o han encontrado una excusa para no vincularse más conmigo.
Quiero que sepan que ese adiós, me sigue doliendo. Les quiero de nuevo, quiero reencontrarles en Facebook, o en X --exTwitter-- o en un bar y restaurante. O en un mensaje cibernético. Háganlo, porque de mi parte, pueden contar con mi respuesta.
Son poquitos, 3 caballeros y dos damas. Pero me importan.
Luego viene la pregunta de qué hacer en el nuevo año. ¿Abrir una empresa?, ¿cuál, haciendo qué?
¿Escribir un nuevo libro o quizás dos que los tengo pensados desde hace mucho tiempo, y que me da aprensión escribirlos, por los efectos que puedan producir.?
Escribirlos me llevaría mucho tiempo, y para eso, tendría que dejar prácticamente de participar en Facebook y todo otro medio de comunicación social, y necesitaría sí, estar acompañado. El mejor libro que escribí "OVNIs: La Agenda Secreta", vivía con mi esposa.
¿Viajar? ¿conocer lugares donde nunca he estado, dentro de EE.UU. y en alguna otra parte del mundo, o regresando a lugares que hace décadas no he estado?, ejemplo: París.
También soy muy consciente del tiempo. El tiempo de vida que me queda, lentamente --eso espero-- se va acortando. Obviamente es menos lo que me queda por vivir que lo que ya he vivido. Entonces ¿cómo lo puedo aprovechar mejor?
Amigos, amigas: toda sugerencia de Uds. será bienvenida.
¡Sigamos adelante, juntos!.
¡Que el Ser en Sí les bendiga ricamente!
Milton W. Hourcade