¿POR QUÉ HACER MISTERIO?

Todos tenemos secretos. Esas cosas que guardamos muy dentro nuestro, y que prácticamente nadie sabe. Excepto...los/as amigos/as confidentes, aquellos/as con quienes somos capaces de compartir cosas íntimas inclusive, porque existe un vínculo sólido de mutua confianza.

A mi me han pedido en forma especial y muchas veces, que no dijera nada, que no publicara nada en este blog, o en las redes sociales, y he cumplido mi palabra a cabalidad. 

Y puedo asegurar que alguna cosa para la que se me pidió expresamente que no dijera nada, era algo de menor importancia, pero no por eso dejé de cumplir con el silencio al cual me comprometí.

Y eso es porque soy así. Porque sé guardar un secreto, porque sé valorar y apreciar la confianza que se me dispensa al compartir algo conmigo. 

Debido a una actividad que por muchos años he desarrollado voluntariamente, hube de aprender a reservarme cosas que llegaba a saber. Hubo personas que me solicitaron total discreción por razones de sus vínculos sociales, otras, por razones políticas. Y todo eso quedaba en mi, al punto de no compartirlo ni siquiera con mi esposa ni con nadie de mi familia.

Me consta que quienes me acompañaban en esa tarea, obraban de igual manera con sus familias. Así aprendimos a generar confianza en la gente, y a ser respetados.

De la misma forma, y con todo ese aprendizaje, jamás fallo a mi palabra de que en mi quede aquello que se me confía a mi discreción.

Por eso me pregunto qué ocurre, y por qué de actitudes secretistas, de personas a quienes conozco muy bien y me conocen muy bien --al menos eso creo-- y a quienes les he dado acabadas muestras de que pueden confiar en mi, y sin embargo se guardan como secretos, cosas que podrían pefectamente comentar conmigo.

Hace un tiempo --no mucho-- una persona amiga fue asaltada y golpeada en plena vía pública. A regañadientes llegó a decirme que eso le había sucedido. Cuando le pregunté cómo y cuánto la habían golpeado, y si le habían llegado a robar algo, simplemente me contesto: "no quiero hablar de eso", y bajó una cortina de total silencio.

Es entendible que alguien no quiera recordar un momento tan desgraciado y desagradable. Pero pasado un tiempo, bien que podría haberme dicho cómo le habían golpeado o dónde, qué gravedad revistió o no el golpe, si acaso cayó en la vereda o se mantuvo de pie, si le robaron y qué. Y no es por una curiosidad morbosa. Es realmente querer saber la magnitud del hecho que sufrió alguien a quien me une una amistad. Sin embargo, silencio total. 

Obviamente yo no volví sobre el tema. Pero mi pregunta hoy, no sería, "dime exactamente ¿qué te hicieron, qué pasó?, sino que mi pregunta es: ¿por qué no me lo has querido contar?

En otro caso, supe muy superficialmente que alguien había tenido una discusión con su pareja. No soy chismoso, ni metiche. No es que me interese introducirme en la vida del prójimo. Pero cuando ese prójimo tiene una relación de amistad conmigo, bien que podría contarme lo sucedido, lo que discutieron, cuál fue el motivo, por qué, y cómo quedó la relación. 

Y digo esto porque como amigo, a la vez, puedo prestar un serivicio. En primer lugar, analizar la situación y de pronto dar pautas, sugerencias y orientaciones para solucionar el conflicto o mejorar la relación de la pareja. En una instancia mayor, para mediar entre ambos, y lograr la armonía y paz que se merecen.

Pero este fue otro caso, donde cayó una cortina de silencio. No hubo un comentario más que llegar a decir que habían discutido...

Y otra vez me pregunto ¿por qué hacer misterio con eso?.  Francamente, si me empiezan a contar algo, pues, ¡que me lo cuenten completo!, no se tiene confianza a medias, se tiene confianza y punto.  

Como digo, a pesar de mi espontaneidad, de ser extrovertido, sin embargo, sé muy bien callar las cosaas que se me confían bajo el sello del secreto o lo confidencial.

Tengo un amigo --que espero visitar en lo que resta de este año, o el año próximo, sin falta. Vive en Europa, es un destacado científico. Me ha confiado cosas personales y profesionales sobre las que me ha pedido que permanecieran en secreto, y ahí se han quedado. Él sabe muy bien --y conste que nuestra relación hasta el día de hoy es vía Internet, jamás nos hemos encontrado personalmente-- que puede confiar en mi, porque le he dado sobradas muestras de que jamás he violado esa confianza.

Imagino, amigas, amigos, que de pronto a Uds. les han pasado circunstancias semejantes. Para mi, no tienen lógica ni explicación ninguna. Porque si alguien me dice: "esto te lo cuento a ti pero por favor no lo repitas a nadie", esa persona, sabe, debe saber, tiene que saber, que eso que me cuente jamás saldrá de mi.

Y con ustedes debo suponer lo mismo. Al menos yo soy de esa manera. No soy "estómago resfriado", como suele decirse. No me complazco en andar luego por ahí repartiendo lo que se me ha confiado. Esa no es mi manera de ser.

Por eso me pregunto una vez más, ¿por qué hacer misterio?...

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¿CÓMO EVITAR CONFLICTOS?

Empecemos por reconocer que como seres humanos somos imperfectos. 
Dijera un amigo: "¡ahí Dios le erró!". Pero...si fuéramos perfectos, ¿no sería el mundo y la vida misma un aburrimiento interminable?

La imperfección es necesaria como forma de aprendizaje, pero a la vez como desafío para superar circunstancias. Es la imperfección lo que nos hace crecer y madurar.

Dentro de esa imperfección, está la cuota de autoestima --a veces exagerada en algunos/as-- que lleva a que queramos o pretendamos imponer condiciones a otros, regir la vida de otros, determinar su accionar y sus decisiones, en otras palabras, ejercer una especie de dictadura a nivel de la interrelación personal.

Dice la Psicología que lo que se recibe de niño se aplica de adulto. Si a un niño le pegaron, más grande será alguien que pegue y castigue. Si en cambio le trataron con benevolencia y amor, eso mismo compartirá con otros.

Tal vez ahí haya que buscar la raíz de las actitudes que personas adultas asumen, y que no guardan relación con su nivel de inteligencia ni sensibilidad. Son cosas absurdas, que sin embargo pretenden que tengan vigencia.

Es entonces cuando surge el conflicto, o sea, la diferencia de opinión, que deriva en diferencia de acción, y que lleva finalmente a una confrontación, verbal, escrita, o en los hechos, ya sea por agresión físca, o por medidas que pretenden infligir arbitrariamente un daño o una limitación al otro u otra.

¿Cómo evitar un conflicto?  Bien, si conocemos a la persona con la cual el conflicto puede surgir, o emerge, sabremos argumentar o asumir una actitud que lo evite. Conoceremos tal vez el trasfondo que hace que esa persona actúe de esa manera, y buscaremos inteligentemente cómo esquivar un ataque, y de ser posible --como en karate-- volverlo contra sí misma.

Otra forma de evitar un conflicto, es aquella que se guía por el versículo 1 del Capítulo 15 en el libro de los Proverbios, que dice "La blanda respuesta quita la ira". Eso es cierto y funciona pero no en todos los casos. Hay personas cuya ira es tal, que por más que la respuesta sea blanda, seguirán airadas y aumentando más el volumen de su ira. Lamentable pero cierto.

En segundo lugar, una respuesta blanda, --no confrontacional-- hace que la persona de marras continúe adelante con su agresión, porque se cree munida del derecho a hacerlo, y uno queda como el débil que acepta todo eso. O sea, es dejarse pisotear.

Cuando la honorabilidad y la dignidad están de por medio, no hay blanda respuesta -si bien la forma que asuma pueda ser no confictiva o confrontacional-- debe ser decidida, firme, y suficientemente fuerte, como para evitar que se repita el avasallamiento, el atropello.

Tal vez acudir a testigos en una situación dada, sea una forma de resolver o evitar un conficto, o que el mismo adquiera más volumen. 

Pero a veces, la mejor forma de evitar o resolver un conficto, no es confrontar directamente a la persona, sino exponerla a otros en su tesitura, en su postura, que ya otros se encargarán en los hechos, de destruir sus argumentos.  Tal vez es una de las mejores formas no sólo de evitar un conflicto, sino de darle a la persona una lección.

Nadie tiene derecho a imponerse a los demás. El diálogo es la vía humana de búsqueda de consenso, de entendimiento, y la mejor forma de evitar conflictos.

Lo grave es cuando no hay diálogo o cuando el diálogo se rompe, porque allí ya no hay posibiildad de superar conflicto alguno.

Mientras las partes estén dialogando, siempre hay esperanza.

A veces también un conflicto se evita o se desvanece por la intevención de un mediador. Alguien que procura escuchar a las partes, luego reunirlas y plantearles una serie de propuestas concretas que harán que laboren juntas en hallar una solución digna para todos.

Básicamente, se evita un conflicto cuando no se asume una postura confrontacional. 

¡No confundir!, la discrepancia, el desacuerdo, las posiciones divergentes son admisibles y necesarias, son lo propio de la Democracia.  Pero eso tiene que darse en el plano de las ideas, los principios, los programas, etc. nunca a nivel personal donde implique el agravio o la difamación de otra persona.

Eso no quiere decir que no se pueda hacer la denuncia pública de un corrupto, un criminal, un estafador, o cosa semejante. 

Eso ya no tiene que ver con un conflicto sino con el establecimiento de la verdad, y el respaldo de valores éticos fundamentales que tienen que regir la vida de las gentes y de la sociedad.

Buena voluntad, sonrisa, apretón de manos, búsqueda de entendimiento, ver al otro o la otra como lo que es, un ser humano, es parte esencial para evitar conflictos, especialmente, conflictos injustificados e innecesarios.

Tal vez como ejemplo de lo que es "buscar pelea", de lo que es confrontacional y confictivo, de lo que constituye un choque frontal y denuesta, sea un corrido mexicano, casi increíble, porque pocas veces he visto más cantidad de insultos en una canción. Una canción donde abundan expresions como "maldita" y "te odio y te desprecio" El corrido lleva por título "Rata de dos patas" y su versión más popular es la de una veterana cantante conocida como "Paquita la del Barrio". 

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SUR, PAPELÓN Y DESPUÉS....

Antes de entrar en tema, quiero agradecer a mis amigos Cynthia Baigts, Cat Power, Suso, Emib Suárez Silvera, Emilio Vega Sabelle, Alucard, y SDFM por sus comentarios. Este diálogo es muy importante para mi. Les agradezco me hayan escrito y les invito a seguirlo haciendo.  Me disculpo en que recién reparé en vuestros comentarios. Prometo fijarme cada día si hay algo.

Con el título de hoy, parafraseo un estupendo tango argentino titulado "Sur", que los rioplatenses conocemos muy bien. El tango dice: "Sur, paredón y después..."

Y por Sur aludo específicamente a Uruguay y su seleccionado de fútbol. Y por papelón aludo a lo que hizo el gran delantero que sin duda es Luis Suárez, y el despúes....es para lo que quedó de esta fugaz presencia de la oncena celeste, que vuelve a su país, sin gloria pero con pena. No sólo la pena de haber perdido las posibilidades de ser campeones mundiales (un sueño que los orientales tendrán que sacarse con peine fino, a menos que se arme una selección joven, con un nuevo Director Técnico), sino de haber perdido a uno de sus jugadores clave.

Y lo más lamentable es la razón por la cual lo perdió. Se podrá discutir (y estoy de acuerdo) en que la sanción aplicada por FIFA es exorbitante, exagerada, hay saña en esa decisión, hay la aristocrática visión europea. 

Algo tendrá que reverse de ella. Pero....nadie con sensatez puede pensar que es admisible que un jugador muerda a un adverdario, y que eso sea trivial, no importe y no conlleve una lógica penalización.  Es una actitud totalmente antideportiva, y por tanto inadmisible.

Me gustaría preguntarle a más de un/a uruguayo/a fanatizado/a, ¿qué habrían dicho y cómo habrían reaccionado si hubiese sido al revés, si un italiano hubiese mordido a Suárez? 

Bueno, cuando la cabeza se calienta demasiado, y se termina haciendo de un incidente de fútbol y la desgracia en que por su propia conducta cae un deportista, un tema de estado o a nivel nacional, se empequeñece tanto la dimensión-país, que sólo provoca vergüenza. Al menos a mi eso es lo que me provoca.

Y lamento tenerme que referir al exabrupto del señor Presidente José Mujica (a quien trato así por respeto a su investidura, no a su persona). Porque eso de declarar públicamente que Uruguay "mandó a jugadores de fúbol, no a especialistas en ética y moral", es un verdadero disparate. En primer lugar porque un Presidente (y éste nunca lo sabe) tiene que darse el lugar que corresponde a su jerarquía.

En segundo lugar, ¿qué quiere decir con esa frase? ¿que los jugadores de fútbol no entienden de ética y de moral?  Esa es una ofensa inmerecida y gratuita ante la cual ningún futbolista puede sentirse satisfecho ni respaldarla.

Y lo de "especialistas en ética y moral" parecería querer significar que la ética y la moral es sólo cosa de expertos, y que todo un pueblo está eximido de tenerlas. No menor justificativo para todo el avance que la criminalidad ha tenido bajo su gobierno.

Por eso, a lo del título...

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LAS COSAS LINDAS

Las cosas lindas, materiales o inmateriales son las cosas que nos producen agrado, que nos provocan una sensación de placer.

Por ejemplo, veo una mujer con unas buenas curvas, un cuerpo bien proporcionado, bellas piernas bien torneadas, un busto turgente y todo ello rematado por un rostro hermoso, con unos ojos donde uno se pierde como en un mar, y unos labios que son un llamado a besarlos, y eso es lindo, eso nos causa una sensación de placer.

Pero lindas son también las cosas inmateriales, linda es la manera en que a uno le tratan, donde se siente el cariño, el afecto, la amistad sincera y leal, el gusto por uno, el aprecio a la personalidad que uno tiene y la manera de ser. 

Linda es la comunicación, franca, sincera, abierta, sin secretos, sin ocultamientos, y a la vez frecuente, sostenida, que demuestra interés, una comunicación donde es también lindo su contenido, las cosas que se pueden intercambiar y decir mutuamente, ya sea en un correo electrónico, un chat o un diálogo telefónico.

Una cosa linda es poder confiar plenamente en otra persona. Alguien que no nos hace abrigar duda alguna. Alguien que sabemos de sus valores y anticipamos cuál va a ser su actitud, cómo se va a comportar o a reaccionar ante una determinada situación. 

Y lindo es tratarse bien, con respeto, con aprecio, con caildez humana. Nunca con desdén o desprecio. Nunca rebajando a la otra persona, nunca haciéndole sentirse mal, nunca infrigiendo un daño cuyas consecuencias pueden ser graves.

Claro, se dirá que en la vida no todas son rosas, y que hasta las rosas en sus ramas tienen espinas. Pero si sabemos asir la rama, jamás nos vamos a pinchar. Y por otro lado, un pinchazo es algo circunstancial, como lo puede ser una diferencia de criterios respecto de algo concreto, como puede hasta llegar a ser un enojo. Pero eso pasa, eso es algo menor. No hay lugar para el rencor, menos para la venganza. 

Lo lindo es cuando se sale de una situación fea en que ambas partes se piden perdón, se disculpan mutuamente y por sobre todo ratifican todos aquellos lazos que les unen y que les convocan a seguir juntos el camino de la vida, no importa lo lejos que puedan estar geográficamente.

Un regalo es algo lindo. Recibirlo o darlo. En ambos casos es lindo. Y el abrazo, y el beso,  y el festejo.  

Un reencuentro de dos que llevan largo tiempo sin verse, es algo lindo. 

Recibir una invitación para un encuentro, una actividad, una ocasión especial, es algo lindo también --como en el regalo-- para quien invita y para quien es invitado/a.

Como ven, son cosas sencillas de las que hablo. Son cosas simples, son cosas que tienen que integrar nuestra cotidianidad.

Si están ausentes, es una gran luz roja de alarma. Algo está pasando en nosotros mismos que nos impide acceder a ese mundo de lindura. Algo nos está quitando los múltiples sabores de la vida. Algo nos está des-humanizando.

¡Cuidado con eso!!  Es menester reaccionar, es menester pegar un golpe de timón, y retomar el sendero que nunca debimos dejar.

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EL BICHITO DE LA DUDA...

Es como un bichito pequeño. Nos molesta más que una mosca en la oreja. Pero no está alli. Está dentro nuestro.

No parasita, está activo, nos influye, de momentos casi nos destruye, lo superamos con paciencia, con tesón, pero sabemos que sigue allí...

Es el bichito de la duda. 

Y en general la duda es sinónimo de lo que ignoramos, de lo que no podemos conocer, de lo que no se nos dice, no se nos revela, de lo que no somos capaces de intuir, o no somos capaces de descubrir, por circunstancias complicadas o adversas.

Sólo una investigación en el terreno de los hechos, sólo hablando con buena cantidad de personas, sólo siguiendo e indagando, es posible de pronto hallar la verdad, tener respuestas, agradables o desagradables, pero que disiparían de una vez por todas nuestra duda.

Duda que surge de no saber si se nos dice verdad o mentira. Duda que surge de la incomunicación y el silencio, o la escasa y superficial comunicación.

Duda que deja márgenes de especulación en la que no es conveniente entrar porque de pronto se termina siendo totalmente injusto.

Confesemos, esa duda es como un bichito metido dentro nuestro. Y un bichito que molesta, que perturba, que por momentos se transforma en desconfianza activa, y en furia contenida, en ganas de de emprender iniciativas y acciones sin importar las consecuencias que ello pudiera traer aparejadas.

Pero somos tiernos, no egoístas ni egocéntricos. Entonces reparamos en el daño que podríamos ocasionar  y nos detenemos, meditamos, procuramos el equilibrio interior, la armonía y la paz.

Quizás compensamos toda esa lucha interna, sorda, silente, pero real, con la dulce amistad que nos proporciona un ser excepcional. Una especie de ángel cálido y sensual, una amorosa apasionada y desmedida, que nos envuelve y arrulla dentro de un capullo de sexo y pasión. Ella aquieta nuestra herida, ella nos devuelve la confianza, ella nos hace sentir plenos, vibrantes, sensibles, activos, seguros. 

Ella nos sobrepone a toda duda, a toda incomunicación, a todo silencio. Porque su propuesta no necesita de explicaciones. Es el encuentro en total libertad, sin condicionamientos, sin tabúes ni ataduras. Su propuesta se da en la acción, en la entrega recíproca y total, en la hermosura de la fragancia humana.

La duda podrá seguir existiendo, pero ya no nos preocupa ni nos desvela. Algún día se aclarará todo. Algún día un diálogo --fecundo si tal-- será capaz de manifestar la realidad, y establecer diafanamente la verdad.

Entre tanto, seguimos viviendo, latiendo, estando. Y en tanto ello es así, somos un polo de diálogo, seguimos siendo protagonistas, seguimos siendo interlocutores válidos. 

Y seguimos ofreciendo nuestra amistad a raudales y sin condiciones, para que se aprenda quiénes y cómo somos.

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