Pensamientos, sentimientos, reflexiones con sinceridad y profundidad, compartidas abiertamente.
Prosa, poesía (a veces) y música selecta, para un encuentro diferente entre quienes quieren participar de mi blog.
Reitero lo que dije al iniciarla: Sé
que a lo largo de este periplo voy a nombrar a muchas personas que
quizás ya no estén con nosotros, que han partido hacia la eternidad.
Pero me reconfortaría sobremanera si sus hijos, sobrinos, nietos, etc.
pudieran reconocer a quienes nombro y si lo desean, se comunicaran
conmigo. Mis maestras
Después de la madre, la maestra era para nosotros, la mujer más querida, la de mayor autoridad, la que nos preparaba para el futuro. El mero hecho de haber aprendido a leer y escribir, nos abría las puertas a la cultura en general. A ello le añadíamos idioma español, historia, geografía, aritmética, geometría, dibujo, manualidades, y de la escuela primaria salíamos con valores que nos iban a acompañar de por vida. Y con herramientas básicas con las cuales continuar educándonos. Mi primera escuela fue la No.90 de Segundo Grado, en Montevideo, Uruguay. De allí, recuerdo en especial a algunas maestras que significaron mucho para mi. La señorita Haydée, de primer año: con su paciencia de pasar banco por banco, tomarnos de la mano, y ayudarnos a trazar nuestras primeras letras, era sencillamente estupenda. Le rindo mi más que merecido homenaje y mi agradecimiento. En tercer año, María Amalia era una especie de ángel. De modales suaves, muy cariñosa, nos impulsaba con su forma de ser a gustar de todo lo que nos enseñara. Nunca un enojo, nunca un grito o un gesto destemplado. ¡Maravillosa! Ha quedado imborrable en mi para siempre. En cuarto año, me tocó una maestra que no supo atender ni entender mi valor como alumno. Venia de tener excelentes notas, y esta persona me hizo repetir ese año. No recuerdo ni su nombre, sólo su nariz torcida. Varios padres se quejaron de que sus hijos habían sido enviados a repetir el año cuando tenían muy buena escolaridad hasta entonces. De ese año recuerdo a un compañero, Roberto Altez y a una chica rubia de cuyo nombre me he olvidado, pero no de sus rulos. Nos gustaba a todos sus compañeros. Ahí fue cuando en el mismo local escolar, pasé al turno de la mañana, donde la escuela era la No. 40 y se llamaba México. Ahí aprendí a cantar el himno nacional mexicano, y a ver bailar por los de sexto año, el Jarabe Tapatío.
Mi maestra fue María Rosa, le hacia honor sus dos nombres. Y claro, pasé a quinto sin problemas y con muy buenas notas. Lástima que mi tiempo en la México fue efímero, pues mis padres mudaron de barrio. La siguiente escuela en la que hice quinto y sexto, era la No. 22, Italia. Nieto de italianos por parte de mi madre, me gustaba mucho cantar canciones en ese idioma, incluido el himno nacional del país.
Allí en quinto conoci a la maestra Ceci Da Rosa de Tanco, una bella morocha, con gran calidad como educacionista,que tuvo que dejar la clase pues estaba por tener familia. Vino una suplente por el tercio final del año lectivo. Todo fue muy bien. Pasé sin problemas a sexto.
Fue en quinto cuando conocí por primera vez y terminamos siendo grandes amigos, a Walter Cifarelli Larragoytia. Fue por esa amistad que conocí a sus padres, sus tíos y su abuelo. Estupenda familia.
A la señora de Tanco, que más adelante fue Profesora en Enseñanza Secundaria, la encontré después de décadas en un autobús. La reconocí y la saludé.
En sexto año, Graciela Bonomi se llevaba todos los aplausos. ¡Que estupenda maestra! Gran calidad para enseñar, para llevar una clase interactiva. Allí teniamos películas, venia un profesor de italiano enviado por la Embajada, y uno de francés. Teníamos además clase de manualidades. Un grupo de sextro grado de los dos que había en ese momento, salió becado para proseguir sus estudios en el Liceo Italiano (entidad privada) debido a sus notas. Yo tenia todo Sobresaliente y fui uno de esos becarios.
No puedo dejar de recordar también a la Directora de la Escuela Italia de entonces, la señora Bibiana Mousampés, con quien fuimos en excursión al Departamento de Lavalleja. Una persona bondadosa, que sabía cómo dirigir aquella escuela.
Tengo que agregar que el amor por la escuela pública me llevó a que junto con otros ex-almnos de la Italia, nos organizásemos como grupo. En invierno dábamos cine gratis para los chicos del barrio y les servíamos chocolate caliente.
Además preparamos y presentamos obras de teatro, y lo recaudado por concepto de entradas lo volcamos en beneficio de la escuela. Así también contribuimos con kermesses y otras actividades.
Hicimos posible que la escuela tuviera un proyector de cine que yo mismo aprendí a manejar, y un mimeógrafo.
Reuniones de la directiva, toma de actas, deliberaciones, todo ello me fue formando para el futuro que me esperaba.
La lista de compañeros y compañeras que tuve sería larga, y francamente no recuerdo sus nombres. Pero de segundo año recuerdo a una niña rubia de apellido Gallinal. De cuarto año recuerdo a una chica que era sobrina de un Representante Nacional, y a otra con quien me fue muy grato encontrarme años después, que trabajaba en una librería en la calle Colonia, donde yo iba a comprar la Revista de la UNESCO.
En sexto recuerdo al "gordo" Paquero, Carlos Polischuk (que llegó a ser Escribano), Martha Posesovsky, "Paquita" Tamarit, etc. Sé que puede resultar injusto que haya quienes no nombro, pero cuyos rostros me acompañan. Pueden tener la seguridad de que les recuerdo.
Fue para todos una época muy feliz. Se nos enseñó a ser personas de bien. A ser gente.
La cuestión es sencilla, y el procedimiento muy directo: frente a frente, mirarse a los ojos y decir la verdad.
Lo he hecho muchas veces. Supongo que siempre fui creíble. Pero a veces hay mala memoria contumaz.
Las cosas se dicen de frente, cara a cara. Con serenidad, respeto, calidad, pero claras, y sobre todo honestas, verdaderas.
Yo no tengo problema en encarar a quien sea, y mirándole a los ojos decirle: perdóname, estuve mal y sinceramente lo lamento.
Y eso así dicho, tiene que ser aceptado, a menos que yo fuese un hipócrita redomado y un cínico superlativo, cosas ambas que no caben en mi persona.
Y luego de eso, tiene que seguir un perdón.
Y si alguien viene a mi, y de la misma forma me pide ser perdonado/a o me hace una afirmación, frente a frente, mirándome a los ojos, yo acepto de buena fé eso que la persona me diga. Confío en su palabra, porque no le puedo creer hipócrita ni cínica.
Claro está que las palabras comprometen. Que lo que se dice de esa manera, tiene que estar respaldado por hechos, y hechos verificables.
A raíz de un determinado tema de interés público, muchas veces me ha tocado enfrentar público, un público que tiene interrogantes y ávido de tener respuestas. Y ante ese público siempre ha sentido la obligación ética fundamental de ser sincero.
¡Qué fácil y tentador resulta mentirle a la gente, para dejarla conforme, para que salga de una reunión "haciendo provechitos", vendiéndole espejitos que satisfacen lo que quisieron que se les dijera!.
No busco popularidad, sino respeto. Y por ese respeto que me merece cada persona, yo no puedo mentirles. Los hechos son los hechos, los datos son los datos, la historia auténtica se escribe de una sola manera. Y a la postre, sólo la verdad es lo que cuenta y triunfa.
Hay quienes saben valorar una actitud así. Hay quienes nos conceden su respeto, porque lo hemos ganado a fuerza de seriedad, responsabilidad y honestidad.
A otros eso no les gusta. Prefieren seguir el corso de los engañadores, de los mistificadores, de los mentirosos, de los embaucadores, de los "chantas" (como se les llama en el Rio de la Plata). Allá ellos y ellas.
A nivel personal, y en los últimos tres años, tuve que decir dos mentiras piadosas. Y les aseguro que me molestó muchísimo hacerlo. Pero, como no sé y no puedo mentir, finalmente yo mismo confesé lo que había inventado. Y no dio para más. Porque no es esa mi manera de ser y hacer. En realidad ninguna de las historias prosperó, porque esencialmente no sé mentir.
Es que --como decía mi padre-- "la mentira tiene patas cortas". No dura toda la vida, su existencia es efímera.
Pero no dudo también, de que hay gente que miente con gran facilidad, que tiene una epidermis muy gruesa para afectarse por sus mentiras, y que hay gente a la que le gusta o prefiere que le mientan, a que le digan la verdad.
Hay también, y por cierto, mentiras institucionalizadas. Pero eso daría para otro artículo.
Bástenos hoy comprender y entender el valor que tiene mirarse a los ojos, y decirse la verdad.
En los Estados Unidos de América, hoy es el día por excelencia para un gran reencuentro familiar.
Mucho más que en Navidad.
Día de calles semidesiertas, de rutas vacías, de comercios cerrados, excepto algunos --y muy pocos-- restaurantes, y los supermercados.
Es el Día de Acción de Gracias.
Los peregrinos que llegaron a estas tierras aprendieron de los nativos a sembrar y cosechar alimentos, y dieron gracias a Dios cuando obtuvieron su primera cosecha.
La tradición ha querido pues que este día, tengamos conciencia de cuántas bendiciones hemos ido acumulando a lo largo de nuestras vidas y por todas ellas demos gracias.
Yo doy gracias al Ser en Sí, otros darán gracias a la vida, a la naturaleza, pero la cuestión fundamental es que en nuestros corazones haya un sentido de felicidad silenciosa pero profunda, por la cual nos sintamos satisfechos por todo cuanto somos, lo que somos, lo que hemos logrado, lo que aspiramos a lograr aún.
Por estar vivos --lo más elemental--, por estar con salud, --algo muy importante--, por tener una familia y amigos/as que nos acompañan en nuestra existencia. Porque nuestra mente funciona bien y nos ayuda a pergeñar proyectos, actividades, planear viajes y realizarlos, escribir, expresarnos, compartir algo, ser con otros.
Gracias sobre todo por el amor. El que recibimos de otros, y el que brota de lo profundo de nuestro espíritu y podemos dar y compartir.
No hay nada más bello que el amor, en todas sus dimensiones (agape, filía y eros), como lo clasificaban los griegos.
Sinceramente, tengo muchísimos motivos por los cuales dar gracias.
Me siento feliz de estar en una nación donde dar gracias es parte de la vida cotidiana, y de un día especial en el año. Es un buen ejercicio de toma de conciencia que no les vendría nada mal a otros pueblos.
Desde aqui extiendo un saludo a todos quienes hoy celebran este día, y a todos quienes --no estando o perteneciendo a esta nación- quieran celebrarlo también.
Vengo desde el pasado y he llegado a este presente, con innumerables experiencias, vivencias, todas ellas anidando en mi "disco duro".
Pero además, con los rasgos típicos de un viajero del tiempo.
No encontrarán en mi cuerpo un atisbo de tatuaje, menos una perforación, y jamás entró en mi torrente sanguíneo ninguna droga ilegal, ni siquiera la marihuana que algunos legalizan actualmente.
Y este ser puede comunicarse, usar todas las herramientas y medios de que hoy disponemos todos en el mundo, pero tiene consigo los conocimientos acumulados que otros nunca tendrán, y que otros --en algunas áreas-- han comenzado a tener.
De modo que a partir de hoy, voy a traer ese pasado al presente, y voy a ir recordando anécdotas, lugares, y sobre todo gente...porque lo que más importa siempre, es el ser humano.
Sé que a lo largo de este periplo voy a nombrar a muchas personas que quizás ya no estén con nosotros, que han partido hacia la eternidad. Pero me reconfortaría sobremanera si sus hijos, sobrinos, nietos, etc. pudieran reconocer a quienes nombro y si lo desean, se comunicaran conmigo.
La molestia del besuqueo
Cuando era pequeño --3 o 4 años de edad-- mi madre tenia por costumbre regularmente visitar a un grupo de amigas. Iba a sus casas, allí tomaban un té, supongo, algo recuerdo que comían y mientras tanto, conversaban....y conversaban....y conversaban...dos o tres horas eran las promediales de visita.
Y me llevaba consigo...entonces yo tenía que pasar por una de las experiencias que más me molestaba...todas las mujeres decían algo de mi y venian a darme besos en las mejillas. Y me llenaban de besos...porque además ninguna se conformaba con un beso solo, como de cumplido, eran dos o tres cada una...
Yo deseaba que terminara ese ritual, y luego, muy buenito, me sentaba en el lugar que me adjudicaran y ahi me aguantaba la perorata femenina.
La IIa. Guerra Mundial
Durante esa mi niñez, se desarrolló la IIa. Guerra Mundial. En un país de un rincón del mundo, como era Uruguay, lo que más se vivían eran las noticias.
Había claro una esfervescencia solidaria con los Aliados (Estados Unidos de América, el Reino Unido y Francia). De ese entonces, recuerdo algunas cosas que no sé si tenían o no que ver con la guerra.
Por ejemplo, una tarde, volviendo a casa con mi abuelo materno, noto que las luces del alumbrado público hacían una guiñada. Pregunté por qué, y mi abuelo me dijo que todos los días a las cinco de la tarde, la luz hacía ese guiño.
Otro dia, caminando por la principal avenida, 18 de Julio, con mi tía Violeta (hermana de mi padre) recuerdo los inconfundibles sones de la marcha "Victoria", que emergian de parlantes colocados en los árboles. ¿Acaso se celebraba la reconquista de Francia por los Aliados? Otra vez, no sé si antes o después del precedente episodio, lo recuerdo muy patente. Esa noche todo Montevideo debía estar a oscuras. Se iba a hacer un simulacro de ataque aéreo y defensa.
Yo estaba con mi abuela paterna que vivía a los altos de mi casa, y por una pequeña ventana de la cocina, veía pasar los aviones que arrojaban bengalas mientras rugían sus motores, y reflectores en tierra que trataban de iluminarles y hacerles blanco de un ficticio fuego antiaéreo. También de esa época, recuerdo que en mi casa se escuchaba al mediodía, el informativo de Radio Ariel, con la inconfundible voz de Mario G. Bordoni. Noticioso radial que comenzaba y culminaba justamente con la marcha Victoria. Y Montevideo tuvo el privilegio de ser la ciudad que vio el estallido del acorazado de bolsillo alemán Graf Spee, al que barcos británicos aguardaban a la salida del Rio de la Plata para atacarle. El capitán alemán dio esa orden. Según cuentan los mayores, el estallido resonó en toda la ciudad. Yo no lo escuché, pero muchos años después, fui al puerto de Montevideo, cuando se filmó una película sobre ese hecho histórico. El filme se llamó "La Batalla del Río de la Plata" y francamente fue muy malo. Entre tanto, cuando caía la noche sobre Montevideo, se escuchaban los pitidos de los policías, haciendo su ronda por el barrio. Mañana y en dias siguientes, continuaré trayéndoles anécdotas de mi viaje por el tiempo.
Algunas veces, y por tiempo, he tenido que sufrir el daño que me han causado algunas personas.
Un daño a mi integridad, a mi dignidad de hombre honrado y de bien, un atropello real a mi personalidad.
No he podido obtener una respuesta con sentido, con lógica, a ese proceso maléfico de querer dañar por el daño en sí.
De querer provocar tristeza, sufrimiento, desazón, daños materiales, todo lo cual puede desembocar en una crisis de salud.
Ciertamente, no han quebrantado mi espíritu, mi sólido vínculo con el Ser en Sí, de quien obtengo la fortaleza para vencer y superar esas circunstancias, y --mal que les pese-- sentirme igualmente feliz, porque los motivos para serlo superan con creces, la maledicencia, el rumor infundado, la sospecha ridícula, y toda la malignidad puesta en marcha.
Lo peor es que no hay respuestas lógicas para ese tipo de acciones y actitudes.
Analizando las siltuaciones, diversas y diferentes, he encontrado no obstante un común denominador: se parte de suposiciones, se les eleva a la categoría de verdades y se actúa en consecuencia, sin analizar e investigar adecuadamente una situación dada.
Pero hay evidente malevolencia en los actores y propiciadores de lo que llamaría "mini-complots" pergeñados para afectarlo a uno.
También golpean por cierto, la frialdad, el desdén, la indiferencia, una mentida amnesia, que hace que la persona cínicamente pretenda que no sabe quién es uno, no reconozca la voz, o cosas semejantes.
Todo, absolutamente todo eso, es hecho a propósito, es elaborado, es planificado. Nada ocurre espontáneamente. Y mi pregunta es: ¿por qué?
Contrariamente a lo que algunos han pensado, el ser humano tiene una innata tendencia a hacer el mal, a involucrarse al punto de ser un agente del mal. Y lamentablemente hay quienes sienten una íntima satisfacción en dañar a otros congéneres.
Es como esos salvajes que en ciudades estadounidenses se dedican a golpear porque sí o a arrojar al suelo a alguien, porque --¡léase bien!-- encuentran satisfacción en el daño que han causado.
Estas no sólo son conductas anti-sociales, sino que evidentemente son claras señales de patología. Los individuos que obran de esa manera, ya sea tramando refinados complots, haciéndose los desentendidos, o empujando a alguien para voltearle al suelo, son enfermos mentales.
Unos, refinados en sus modos y articulados en la forma de proceder. Otros simplemente brutos. Pero todos igualmente tristes expresiones de una humanidad carente de amor, de respeto al prójimo, de consideración a lo humano, de comprensión, paciencia, capacidad de perdón, y compasión.
Quienes así obran, cuando lo hacen, sirven --aún inconscientemente-- a las fuerzas del mal.
Afortunadamente, sus victorias son efímeras. Especies de entelequias fantasmales.
Pero es necesario estar alertas a ese tipo de gente y a las cosas que son capaces de hacer.
Generalmente a uno le toman por sorpresa, al igual que al transeúnte que en la calle es arrojado al piso de un empellón inesperado.
Pero por más alerta que se esté, uno nunca puede siquiera imaginar las maquinaciones malignas de quienes quieren hacer daño. Porque actúan a las sombras, y hasta pueden dárselas de buenos amigos, y nos están clavando el cuchillo por la espalda.
Por eso, mucho cuidado con quienes nos palmean la espalda, aparentemente son nuestros aliados, nos sonríen amablemente, y de paso, quieren saber muchas cosas de uno. En su momento, ¡darán el zarpazo! tal vez porque les han prometido algún beneficio, o quieren quedar bien con alguien. Tal vez por simple envidia, porque nuestra mera presencia o actividad les molesta. Las motivaciones suelen ser siempre egoístas, pero es una triste realidad. Como digo, ¡hay que estar alertas!