“EL HOMBRE DEJARA A SU PADRE Y A SU MADRE Y SE UNIRA A
SU MUJER, Y LOS DOS SERAN UNA SOLA CARNE” Génesis
2:24
Palabras de Jesús: “y los dos serán una sola carne; así que no
son ya más dos, sino
una carne.” Marcos 10:8
Dije
en mi anterior artículo que la relación afectivo-sexual plena se vive sin
restricciones de ningún tipo, y con una entrega total de los cuerpos.
Quisiera
ahora completar el tratamiento de este tema abordando algunos otros aspectos
que considero importantes y que pueden ser de gran ayuda para las parejas
estables (casadas o no).
El principal órgano sexual
Una vez le
preguntaron a un sexólogo, cuál era el órgano principal del sexo, y sin
dubitaciones contestó: el cerebro.
Y el cerebro
no por lo que hablan los neurólogos de las endorfinas, la dopamina y otras
sustancias que activan sectores cerebrales, sino porque es allí donde primero
que nada se genera el gusto por el cuerpo de la otra persona. El deseo de tener
sexo con ella, y una vez en esa circunstancia, el deseo de hacer y de recibir
un montón de cosas que caben todas ellas, en una relación amplia y total.
El lenguaje
ocupa un lugar muy importante en la relación sexual. Primero que nada, hay que
dejarse de formalidades. Las cosas por su nombre, como se les llama
popularmente, porque ese es el lenguaje de la intimidad.
En segundo
lugar, no se concibe una relación muda, en silencio. Caben los susurros, las
exclamaciones, pero también decirse cosas, como expresar la satisfacción que se
está sintiendo, como querer más de algo, como gustar hacer tal o cual cosa.
Todo tiene que ser dicho explícitamente,
porque eso enciende más la relación, la hace más disfrutable aún, la completa.
Cuando pasan
los años, cuando ya la pasión inicial se ha ido aquietando y la relación ocurre
espaciadamente, no hay aquel fuego que cada uno de los integrantes de la pareja
quisiera encontrar en la otra parte, es cuando hay que añadir “sal y pimienta”
a la relación.
Evitar la rutina
Entonces, no
hay que ser repetitivo, ni restringir la actividad sexual a la cama. Cualquier
parte de la casa en cualquier momento puede ser el escenario de una estupenda
relación: la cocina, la sala, el baño, o el escritorio. Y cualquier momento del
día puede ser el apropiado, basta las ganas de hacerlo.
Lo
fundamental: romper o evitar caer en rutina. Tales días de la semana, o a tales
horas. Para un sexo vivido en plenitud cualquier día y todos los días son
buenos, y a cualquier hora también.
Alguien me
dirá: sí, todo suena muy lindo, ojalá pudiera ser así, pero ¿y si hay niños en
la casa?
Pues hay que
aprovechar las horas en que los niños no están. Cuando se fueron al colegio,
cuando quedaron por el fin de semana con los abuelos, o en casa de
amiguitos/as. Esas cosas hay que coordinarlas previamente para que tengan lugar
y la pareja quede sola.
Las
escapadas de fin de semana de la pareja sola, hacia lugares diferentes dentro
de un propio país, es algo más que aconsejable. El cambio de ambiente, de
lugar, el pasar horas juntos sin tener que hacer cosas en el hogar, todo eso
contribuye a sentirse felices y por tanto facilita también una disfrutable
relación.
Tomarse unas
vacaciones. Un viaje hacia un lugar no conocido, puede traer junto a la memoria
de momentos muy gratos, una renovación de la fuerza emocional que lleva a tener
sexo.
Condimentar la relación
Y hay otras
formas de condimentar la relación. Hacer sesiones de fotografía y después
verlas juntos y comentarlas. Ver juntos películas para adultos, de las cuales
se pueden extraer ideas de cosas a hacer, o simplemente excitarse. Hacer juegos
cuasi-teatrales, como la doctora o el doctor y su paciente, el o la masajista,
la jefa o el jefe y su secretario/a, la señora y el mayordomo o el señor y la
mucama.
Y también
hay juegos de mesa divertidos, donde según se avance lanzando el dado, hay que
irse quitando la ropa, o hacerle determinada cosa al otro o la otra.
Eso para no
hablar de las lociones, los aceites, lencería especial muy seductora,
vibradores, dildos y otros aparatejos.
Para que la
relación sexual se viva en completa libertad, antes de una primera vez, los
participantes deberán asegurarse mutuamente mediante exámenes por VIH que están
libres de semejante virus; y deberán intercambiarse el resultado de cada uno,
que estará escrito en un documento.
Luego, la
pareja tendrá que ponerse de acuerdo, también para gozar con total libertad su
relación, si ella va a utilizar píldoras anticonceptivas, o si él va a usar
condón. Ella puede tener razones de salud para no usar píldoras
anticonceptivas, o un Dispositivo Intra-Uterino (DIU), en cuyo caso el hombre
–si hay penetración—deberá usar condón, y que no se pongan excusas, porque la
calidad de los mismos y su material aseguran que no hay pérdida alguna de la
sensibilidad, y al contrario, pueden ayudar a demorar la eyaculación.
Una palabra
final: la relación afectivo-sexual no se tiene para buscar el orgasmo, se tiene
para disfrutar a pleno el acto en sí, por lo tanto, la clave es con pequeñas
pausas, prolongar la relación por dos, tres o más horas cada vez.
Una relación
así de intensa y prolongada provee enorme placer y da una gran satisfacción,
uniendo fuertemente a la pareja y dándole estabilidad.
enigma
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