Tal vez porque habrá unos cuantos que no querrán reconocer que violentan a diario el principio de libertad cuando lo que sus actitudes reflejan es anarquía o total ignorancia.
Tal vez el tema que hoy voy a abordar tenga menos lectores aún. Eso no me va a frenar decir lo que pienso. A la postre, termina por valorarse quien uno es, y lo que uno hace, aunque a veces lleva tiempo.
A mi mismo me asombra tener que escribir sobre este tema. Porque uno debería darlo por supuesto, por aceptado socialmente y por asumido por cada individuo.
Pero la población mundial --por carencia de educación formal y de la familia en el hogar-- va en declive ético, y todo lo que se deriva de ello.
Cuando las mujeres tanto se alarman y justificadamente denuncian la violencia de género, yo les invito y les convoco a que se unan a sus congéneres hombes en un repudio general a la violencia, adopte la forma que adopte.
A la violencia política, guerrillera, sindical, al patoterismo, a las barras bravas, a la personal, a la de pareja, y a tanta otra expresión de violencia que no conduce a ningún objetivo superior y benéfico para todos.
Y una de las cosas que se nota hoy día, es la falta de respeto entre las personas, y sobre todo la carencia de normas de convivencia y de cortesía.
Ceder un asiento en un bus a una persona de edad o a una mujer embarazada, algunos carentes de educación lo podrán considerar una estupidez. Pero eso es lo digno y lo que corresponde hacer.
Saludar respetuosamente, ceder el paso al abrirse una puerta (en el ascensor por ejemplo) o al ascender a un vehículo, o entre vehículos en el tránsito, son factores básicos de una convivencia ordenada y en paz.
Ahora se requiere que la persona esté mentalmente equilibrada, en paz consigo misma, y que no tenga un estado de insatisfacción personal que le lleve a reaccionar enojado/a contra cualquiera y en cualquier circunstancia.
Cuando alguien recibe un saludo de cumpleaños, hay que agradecerlo. Si recibe un regalo, con más razón todavía.
Si se recibe una carta personal, hay que responderla. Si no se está de acuerdo con el planteo o texto de lo recibido, hay formas muy adecuadas para rechazarlo usando un lenguje igualmente respetuoso. No contestar es de mala educación.
Si hemos cometido un error, si hemos estado mal en algo, y nos damos cuenta, debemos pedir pedón, disculpas. lo que corresponde. Eso nos enaltece.
Si alguien nos pide perdón, debemos saber perdonar, y a otra cosa. Ya pasó. No alimentar rencor u odio, que autodestruyen.
Discrepar es algo tan natural como lo es propio al diálogo y el intercambio de puntos de vista. Y cuando alguien discrepa y nos plantea su visión, no nos atropella, ni nos fuerza, ni actúa con soberbia. Simplemente está diciendo lo suyo. Debemos saber escuchar, y nuestra reacción, si bien que firme, no debe nunca perder el respeto o la consideración que la persona en cuestión nos merezca.
Es cierto que hay personas que por sus actitudes, por su forma de relacionarse, por quienes son según sus dichos y actos, pierden por sí mismas la calidad de ser respetadas. Se han autoaniquilado. Se han destituido. Nuestra crítica en estos casos puede ser dura y acerba, pero aún así, debemos guardarnos de usar groserías y expresarnos en lenguaje soez. Las malas palabras nos quitan razón, y nos degradan.
En resumen, cuando faltamos el respeto, estamos ejerciendo violencia. No es una violencia física, pero es una violencia moral, primero que nada, que puede terminar inclusive en violencia física. Y entiendo que eso debe ser evitado a todo costo. Por el bien de todos, por el bien propio y de la sociedad en que se vive.
Porque así se construye una sociedad sana y segura.
enigma
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