Saturday, February 25, 2012

México: una fiesta para los ojos y la cultura

Tal vez como pocos lugares en la Tierra, México muestra al visitante el drama del encuentro de dos culturas, la indoamericana, y la colonizadora española.

De allí surge una tensión histórica, y de allí también que desde los rostros de muchos de sus habitantes, hasta los templos, imágenes, estatuas, etc. de los mayas y aztecas, México sea una fuente inagotable de información histórica, de estudio de las culturas indígenas, de trabajo para arqueólogos y antropólogos, de análisis para sociólogos, y de disfrute visual para el simple turista.

México es un país que tiene con qué. Por su extensión territorial, por su riqueza natural, por su nutrida población, por su peso geopolítico en el panorama de las Américas.

Y de México, no más que en el Distrito Federal, o sea, el corazón de la capital, uno queda impactado por la audacia edilicia de los arquitectos, por la belleza de sus edificios y su formas no convencionales. El Paseo de la Reforma, --lugar obligado si los hay-- es un despliegue de ello, como lo atestigua la foto adjunta.

Y uno se vuelve además, tratando de aprender un montón de nombres de comidas y de palabras que nos suenan raras a los rioplatenses. Eso, sin decir que algunas nos cuesta pronunciarlas, francamente.

Así podemos saborear el agradable dulce de un atole de vainilla, de canela o de cajeta, o un champurrado, y por qué no unos chilaquiles bien sabrosos, o un pollo acacahuetado, o una sopa de pozole, un guacamole, y de postre una horchata o una capirotada.

Bueno, después de zambullirme entre esos platos, y a veces sentir arder la lengua y la boca por el chile, remoto mi criolla costumbre con mi jícara y mi popote, ah! perdón, aquí la traducción: mate y bombilla.

Pero ¡qué lindo y cuánto se hace querer México! Con su gente sencilla y servicial. Con su forma de hablar tan simpática. Con sus calles barridas y cuidadas a diario. Con sus edificios públicos y monumentos inmaculados.

Y aún así, en un programa de televisión, un doctor invitado hablaba de que no sólo existe la contaminación ambiental, o de sonido, sino que existe también la contaminación visual. Esto a propósito de que en pre-temporada electoral, la ciudad luce muchos carteles de publicidad de los candidatos.

Y decía este profesional, que donde hay un pueblo participativo, en una democracia, surge de la propia gente organizarse para mantener la ciudad pulcra, limpia, luciendo bien.

Y en el Distrito Federal la gente se ha organizado para denunciar y quitar el exceso de publicidad política que afea la vista de la ciudad que es de todos, y principalmente patrimonio del pueblo que la habita.

Tomen ejemplo Montevideo y Buenos Aires, dicho sea de paso.



enigma
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