Friday, November 16, 2012

El error de la soberbia

Partamos de la definición, para estar bien claros desde el principio.

 soberbia s. f.
1   Orgullo o sentimiento de superioridad frente a los demás que provoca un trato despectivo y desconsiderado hacia ellos. altanería, altivez.
2   Rabia o enfado que muestra una persona de manera exagerada ante una contrariedad.

Todos estamos expuestos a contrariedades, a situaciones que no nos gustan o no terminan de convencernos.


A veces podemos ser exageradamente duros en nuestros juicios, o en nuestra pretensión de querer saber más de lo que se nos dice, suponiendo que hay algo que se nos oculta, cuando ello no es el caso.

Pero sobre todo, enfadarnos  de manera exagerada por algo que no nos agrada, y como derivado de ello tener un trato despectivo y desconsiderado hacia otros, es verdaderamente lamentable.

Nadie que pretenda persuadir, ganar para sí, o conquistar una adhesión, al nivel que sea, la va a lograr jamás por el camino del desprecio o la desconsideración.

Por el contrario, la capacidad de asimilación de circunstancias reales o aparentemente adversas, la superación de las mismas, el saber dejar ciertas cosas atrás, vivir intensamente el presente, y mirar hacia el futuro con esperanza, son cartas de triunfo en quien sepa cómo jugarlas.

La soberbia arruina una relación humana, la estropea por completo, la destruye.

Cuando hay amor, o simplemente actitud de comprensión, respeto y autocontrol, se evitan los elementos conflictivos, y se buscan caminos de entendimiento. Se atenúan las aristas más ríspidas, y se procura la armonía y una relación creativa, positiva.  Eso que los jóvenes definen como "buena onda".

Es una pena que haya gente que sobreabunde en malas ondas, en enojos, en caprichos, en celos, en porfías, en pretensiones desmedidas, en cerrarse a sí mismas, en lugar de poner en funcionamiento los mecanismos de empatía, de comprensión, y hasta de perdón, si es necesario.

Porque ¿qué es lo más importante?, quedarse rumiando que sí, que se tuvo razón, y perder a alguien, o ganar a ese alguien, aunque nos cueste aceptar algo difícil.

¿Qué es más importante?  que se nos vea como personas buenas, amables, comprensivas, amorosas, tiernas, solidarias, con buena voluntad, dispuestas a zanjar y superar diferencias, o como jueces rígidos, como individuos de corazones que se han hecho piedra, deshumanizados, pretenciosos, jactanciosos, soberbios.

Pues la soberbia se la tendrán que meter más adentro que en el bolsillo, todas y todos los que la ejercen, porque son elementos destructores de la sociedad y de la convivencia humana.

Sobran los ejemplos de soberbia en la historia. Los déspotas, los tiranos, los dictadores, o los aspirantes a tales, y hasta alguno que se autotitula de "demócrata" pero que en razón de su etnia discrimina y tiene un orgullo que le hace creer superior a todos los demás, y no teme hacer la guerra, y aplicar políticas genocidas so pretexto de una indefendible defensa.

Harto está el planeta de esa gente.

Se requiere humildad, sencillez, sentido común, y por sobre todo, y por encima de todo: amor.

El amor al prójimo que proclamó como mandamiento Emmanuel (Jesús), el Maestro de Galilea.

Cuando este existe, no hay lugar para la soberbia.

Y también, el amor de padres e hijos, de esposos, o de pareja (amigos, novios, amantes), cuando se trata de relaciones humanas importantes que demandan echar el resto de uno mismo, porque el otro, o la otra, son seres realmente gravitantes, importantes, indispensables, necesarios, para nuestra propia existencia.

Cuando uno verdaderamente valora a la otra persona, no puede jamás tratarla con soberbia, porque es la antítesis de todo sentimiento de amor, de cariño, o meramente de afecto.

Por eso, amiga, amigo, si reflexionando piensas que has actuado con soberbia respecto de alguien, platica con esa persona, comunícate, escríbele un mensaje, llámale por telefono, o dialoga electrónicamente (chat).  Todos esos caminos están abiertos, úsalos.

No se trata simplemente de quedar bien con la otra persona, se trata de recomponerte tú mismo/a, y consecuentemente la relación con la otra persona. ¡Hazlo!


enigma
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