Friday, October 16, 2015

LA SEÑAL...


Soy de los que no miran ni están pendientes de la cantidad sino de la calidad.
Suele ocurrir que cuando lo que se busca o quiere es calidad, el número se reduce.

Con esto no critico a nadie que busque tener muchos seguidores, porque cada seguidor significa que esa persona se ha interesado en uno, en lo que uno es capaz de compartir, sea que esté en todo o en parte de acuerdo.

Y lo que comparto con Uds. hoy es frustración e impotencia, a resultas de lo cual vienen la resignación y el silencio. 

Echen una mirada al mundo: la especie humana se deshace a si misma, se autodestruye. Violencia por todos lados, guerra y más guerra. Pueblos enteros  en marchas hacia un destino incierto, vagando por tierras ajenas en búsqueda de un refugio. 

Niños muriendo por miles de hambre, y enfermedades en África. 

Corrupción desde lo más alto, en las esferas de poder latinoamericanas, negociados, estafas, robos,  contrabando, narcotráfico, trata de personas, lavado de dinero, asesinatos, indolencia ante el crímen.

Subversión de valores, o inexistencia de valores. Una iglesia otrora casi omnímoda, ahora batiéndose en retirada y buscando de alguna manera aguantarse para no caer estrepitosamente, porque se pudrió por dentro. Porque pocos si acaso pueden confiar en ella como institución, porque ha perdido el valor de ser Madre y Maestra. Pero sobre todo, porque ha perdido desde hace siglos la esencia de lo único que le da sentido y vigencia: el Espíritu Santo, que es el poder divino manifestado entre los humanos a través de actos milagrosos. 

No hay un faro indiscutible y único que nos una a todos los humanos por sobre nuestras diferencias, nada que nos doblegue, que nos repliegue en nosotros mismos, en cada uno de nosotros, como para aborrecer lo que hemos sido, lo que estamos siendo, volver de nuestros pasos, y en ese mismo instante, decidir para siempre y por siempre, ser diferentes.

La especie humana se agota a sí misma, no produce una alternativa, porque la alternativa no puede salir de sí misma, tiene que venir de fuera. Y tiene que venir con fuerza, con imponencia, con la capacidad de hacer llorar a mares aún al que hasta ese momento se hubiese considerado el más valiente, el más temerario, el que menos se arrepentiría de nada.

El mensaje nos ha sido dado. Viene de siglos, pero aparece rodeado de todo un aparato que le hace ininteligible a los oídos de los humanos, y le ha transformado y reducido en rituales.

El mensaje es claro y diáfano como el agua cayendo de una cascada. 

Entonces la expectativa de quienes nos sentimos frustrados ante la realidad cotidiana en el planeta, e impotentes para por nosotros solos hacer algo que cambie y modifique sustancialmente el proceder de las gentes que por cientos de millones pueblan la Tierra, sólo nos queda un recurso. 

Tal vez la espera es en vano. Tal vez aún no suceda en este tiempo, pero ansiamos, anhelamos la señal indicadora de que no estamos solos. Porque sólo un acontecimiento de esa magnitud, puede ser el golpe de timón que cambie el rumbo de la humanidad.

Que nos haga sentir uno con el todo, y uno entre nosotros. Que nos una definitivamente como especie, y que nos haga responsable de cómo cuidamos este planeta que es nuestra casa común, y nos cuidamos unos a otros.

Sí, lo que nos está haciendo tremendamente falta es simplemente: la señal. 



enigma
Texto protegido por derechos de autor



No comments:

Post a Comment