Thursday, September 1, 2016

GENTE TRAIDORA

La traición es uno de los actos y de las actitudes más deplorables de la vida.

La primera y más grave traición es a la Patria.

La Patria es un bien común y sagrado que debe ser respetado al máximo, y al que hay que servir con honorabilidad siendo ciudadanos responsables, decentes, honestos, trabajadores.

Cuando se atenta contra las instituciones, cuando se les avasalla, cuando se les pretende cambiar por la fuerza, o cambiar una vez llegado alguien al poder, se traiciona a la Patria, cualquiera sea ésta.

Tristemente, se constata que hay países cuyos gobernantes han sido gravísimos traidores a su Patria, y sin embargo, bajo mentiras sistemáticamente repetidas, han logrado llegar al poder. No han de extrañar los deplorables efectos que tiene el ejercicio del poder por esos individuos.

Naciones arruinadas, pueblos en desgracia. Pero los traidores, viviendo como nuevos ricos.

La otra traición grave es al amor. Con una salvedad: jamás puede haber traición si hay amor. 

Cuando alguien dice amar a otra persona pero la deja sin 
preocupación y sin dolor, desaprensivamente, con desdén, e inmisericordemente, allí no hay amor. Nunca existió. En ese caso se trata de una gran mentira. Una fantochada. Una enfatuación. La persona se amó a sí misma y se sirvió por un momento de la otra para su propia satisfacción y nada más.

Entonces la deja, la abandona, sin escrúpulos y sin el menor remordimiento. No le importa el tremendo dolor, la herida enorme que ha abierto en quien le amó de veras.

Se va, tal vez a engañar a otra persona, a volver a repetir el ciclo de figuras que van pasando por su vida, mientras de cada una obtiene una satisfacción         .

El precio de semejante forma de ser y hacer, es el vacío total, y la soledad final.

Por eso digo que si hay verdadero amor, no hay traición posible. 

Cuando alguien deja una relación por otra persona, aún estando en la relación anterior, es porque no hay amor o porque el amor --por alguna razón-- dejó de ser, ya no está más. 

En un caso así, lo que corresponde es que la pareja tenga un diálogo claro, transparente, donde cada parte diga lo suyo, y si no hay posibilidad de reparar lo dañado, lo mejor es el divorcio. Nadie está obligado a quedarse con nadie que ha dejado de amar. 

Pero lo que no es éticamente admisible, es continuar con una relación y ser infiel a la misma, pues se ha comenzado otra, y ésta sí con un interés muy especial.

Aclaradas las cosas, la antigua situación debe llegar a un punto final, a partir del cual la persona, en libertad podrá intentar iniciar una nueva relación si realmente se llega a enamorar de alguien.

Otro aspecto de la traición, es que la persona traidora, no lo va a hacer una vez, sino que tiene en sí misma la oscura tendencia natural a reiterar su falta.  A volver a traicionar.

Los antídotos de la traición en la pareja son la sinceridad, la honestidad, el diálogo, la búsqueda de entendimiento, o el acuerdo en una separación y divorcio. 

La precaución respecto de personas traidoras, es procurar averiguar de sus vidas, antecedentes, actitudes, decisiones. Porque si se constata que son traidoras, lo mejor es no implicarse con ellas para nada. 

Por último, está la traición de quienes se dicen amigos. Quienes de pronto nos hicieron pensar y sentir que realmente nos querían bien, que nos valoraban. Confiábamos en ellos, cuanto nos parecía que ellos confiaban en nosotros, y de golpe, un día, una situación determinada, un incidente, nos muestra su verdadero rostro. 

No son amigos, nunca lo fueron. Se aprovecharon de uno, se sirvieron de uno para ciertas cosas y con ciertos propósitos, pero si se dio una circunstancia en que traicionándonos podían obtener una ventaja personal, lo van a hacer sin el menor remordimiento. Y más aún, cuando eso hagan, serán capaces de acusarnos falsamente de algo, tramar un complot para hundirnos, hacernos perder un empleo,o cosa semejante.

Son personas deleznables, pero que realmente existen. Cuya traición y actitudes les han podido casi costar la vida, y han enfermado a quienes han sido objeto de su acción.

De pronto se trata de una relación de años, de décadas, y todo queda de un golpe terminado. La cara real de los traidores surge sin máscara, sin cinismo y sin hipocresía. Lo son. Son esa escoria de la sociedad. 

Siempre lo harán por intereses propios y mezquinos. Siempre para conseguir una ventaja personal, sin importarles la persona traicionada ni lo que a ésta le ocurra.

He conocido de cerca todas estas situaciones, y por tanto, escribo con propiedad.

La gente traidora sólo merece el vacío de quienes tenemos dignidad, somos honorables y decentes, serios y responsables. De los que no tenemos que escondernos de nadie, y nuestras cosas se pueden ventilar a la luz del día.
enigma
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