Saturday, April 21, 2018

UN BALANCE DE VIDA



Las empresas hacen un balance anual, lo que suele llamarse balance general.

Curiosamente, las personas deberíamos hacerlo. No de nuestras finanzas, --aunque ello es aconsejable—sino de nuestra vida en sí misma.

¿Nos sentimos mejor o peor –física y anímicamente-- que el año anterior?

Dependiendo de la actividad que hagamos, ¿hemos ganado o perdido amigos/as, adherentes, seguidores/as, admiradores/as? 

¿Qué retrocesos o pérdidas hemos tenido, y qué ganancias en todos los aspectos?

¿Cuánto hemos progresado como personas, qué cosas hemos podido pulir y mejorar de nuestras personalidades, qué costumbre o vicio hemos abandonado para siempre, cuán felices nos sentimos, qué cosa aún nos angustia o atormenta, cómo podemos superar obstáculos y cuántos hemos superado ya?

Todo eso y más constituyen lo que llamo un balance de vida.

¿Lo hacemos?, ¿nunca, a veces, siempre, periódicamente, una vez al año?

Es aconsejable que lo hagamos, y para ello, necesitamos ser despiadadamente honestos con nosotros mismos. No podemos soslayar, dejar de lado, absolutamente nada. Todo tiene que ser puesto bajo el microscopio y observado detenida y objetivamente.

Sólo así es posible superarse. Sólo así es posible ser mejores. 

Sólo así se justifica nuestra existencia y vale la pena que vivamos, no sólo por nosotros, sino en relación con los demás, con vecinos, colegas, amigos, compañeros de estudio o de trabajo, y gente en general. 

El objetivo principal del balance es –como vehículo que entra al taller—qué es lo que hay que ajustar o cambiar, para andar mejor, en nuestro caso, para ser mejores.


Milton W. Hourcade
Textos protegidos por derechos de autor
  

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